Opinión Nacional

¡ VAE SOLI !

He tomado esta implacable sentencia del Eclesiastés, libro del antiguo testamento escrito por Salomón (IV 10) que se traduce: ¡Ay del hombre solo!, aunque el texto completo señala la posición desgraciada del hombre aislado, abandonado a si mismo y dice: “Mas valen dos que uno solo, porque logran mejor fruto de su trabajo. Si uno cae, el otro se levanta; pero ¡ay del solo que si se cae no tiene quien le levante!”. Nadie en su sano juicio, apreciados lectores, imaginó alguna vez que después del glamoroso, contundente e inobjetable triunfo electoral del 98, el actual Primer magistrado o sus insípidos acompañantes se tropezarían tan pronto con la soledad. Ni siquiera la temprana advertencia del ex-presidente Herrera Campins, quien ante el fracaso bipartidista de entonces sugirió comprar alpargatas porque lo que venía era joropo. Tiempos felices para esa izquierda carnívora frustrada y resentida que vio llegada su hora de mandar y cobrar; pero también lo eran para muchos compatriotas olvidados del sistema que sufrieron en carne propia el látigo de la gran Venezuela I y II del hombre que caminaba, de aquel Luis Herrera que arreglaba esto o el pacto social del Jaime que era como tu y a manera de postre el triste e inolvidable desastre del chiripero con su anciano guía a la cabeza. Venezuela, frustrada y conmovida votó por un cambio radical y cual quinceañera enamorada se prendó apasionadamente de aquél joven soldado que años antes en una aciaga madrugada empuño la espada contra la misma patria que se la había confiado. El resto de la historia es bien conocida, pues el senil jefe de estado para la época lo perdono; el pueblo entonces, sediento de justicia, preñado de esperanzas y sueños lo encumbró en el olimpo, cediéndole de paso su propio poder originario para que refundara la República inspirado en los nobles ideales de Simón Bolívar y en la sangre derramada por nuestros héroes aborígenes. Todo era felicidad, todo era alegría, la patria entera en sus brazos se rendía, como diría Andrés Eloy. El Juan Bimba, adeco de la cuarta sucumbió ante la embestida del nuevo “compatriota” revolucionario de la quinta y hasta se vio amenazado de ver freír su propia cabeza en aceite para escarmentar a los bandoleros y corruptos de ese oprobioso pasado. “Me quitaré el nombre si en breve plazo no podemos redimir a los niños de la calle”, espetaba orgulloso y seguro de sí mismo, “me mudaré a un modesto apartamento, venderé la Casona y los lujosos aviones que disfrutaban a placer los oligarcas adecos y copeyanos”. “Si al cabo de un año no le he cumplido al pueblo, entonces me voy”, afirmaba al mejor estilo de Vicente Emparan, y así amigos míos, en medio de toda esa incontinencia verbal mezclada a sus incontrolados efluvios emocionales, ha transcurrido casi una década de gigantescos desatinos aparejados a la más espectacular corrupción e incapacidad administrativa que se conozca desde la independencia en 1810. ¿Qué seria de nosotros a estas alturas si este bisnieto de Maisanta hubiese tomado el camino del paraíso y no el del infierno?, aprovechando todo ese potencial político y carisma hipnotizante que tenia. Nadie como el tuvo a su completa disposición la histórica oportunidad de redimir al pueblo en paz, sin odios ni rencores, imponiendo la justicia y la ley, estaríamos en la cima del cielo. Los recursos y el tiempo sobraron, pero el talento falló, la ocasión se perdió y el país naufragó. La historia repite su ciclo desgarradoramente. Lo de la quinta es como para coger palco, pues la capacidad de asombro del ciudadano todavía no tiene límites. Los tan aclamados y comentados casos del Sierra Nevada, Recadi o las maletitas de Pérez Jiménez y Vinicio Carrera palidecen y dan risa cuando vemos los “logros” alcanzados en materia de corrupción por ésta revolución que a fin de cuentas resultó peor de lo mismo (Antonini dixit). Sin embargo, el péndulo en política es inexorable y nunca falla, ahora el 23 de noviembre se abre un nuevo escenario que será la necesaria continuación del capítulo histórico escrito por ese mismo pueblo el 2 de diciembre de 2007. “No hay mal que dure 10 años ni revolución que lo resista”, esa es la pura verdad, la gente se cansó de tanto embuste. Desde abajo se reclama:”Los del gobierno engordando, los pobres pelando y el hampa sigue mandando”. Con esto definitivamente no hay vida y ésa es la única explicación del verbo procaz, grosero e inmisericorde de la desesperación presidencial ante lo inevitable del próximo desenlace. Tarde se dieron cuenta del desencanto popular y nada podrán hacer para evitar la implacable sentencia del soberano, por más que pretenda polarizar y contaminar la contienda en torno a él, o rogando como lo hace para que voten por sus deudos. El pueblo que tanta veces lo apoyó y en él confió, ahora lo deja solo como exclamando en el subconsciente:”Hugo, este pleito no es contigo, deja el barullo, después te tocará lo tuyo, ¡ VAE SOLI !”

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