Opinión Nacional

Venezuela, democracia y vida

(%=Image(6727355,»L»)%)Ante el “socialismo, patria o muerte” proclamado por el presidente Hugo Chávez y el actual gobierno revolucionario hay que colocar en el debate de la opinión pública una alternativa: Venezuela, democracia y vida. Esta opción también es revolucionaria porque para que exista tiene que haber pluralidad de opiniones, diferencias y debate; pero un solo objetivo: Venezuela. En el caso del “socialismo, patria o muerte”, promovido al estilo del gobierno actual, no puede haber discrepancias con el poder, aunque estás diferencias sean con la finalidad de defender el país. Es un problema de autoestima y de control del poder: nadie puede contradecir las directrices del Presidente, del gobierno o del partido único (cuando esté constituido). En otros términos, quien quiera seguir subsistiendo en el país, y en el ámbito público, tendrá que decir “amén” como si se tratara de un dogma de fe.

El problema no es el Socialismo del Siglo XXI, porque en el fondo es un planteamiento democrático. El problema es que quien lo promueve controla el proceso para mantenerse en el gobierno. ¿Alguna vez el Presidente y los miembros del gobierno habrán pensado en dejar el poder? ¿Qué pasaría si en alguna de las elecciones tienen que hacerlo?

No cuestiono que el gobierno actual permita el debate, incluso se puede decir que ha sido permisivo al dejar que sectores contrarios a la revolución bolivariana y al país abusen de las posibilidades de estar en los medios de comunicación social para criticar, por criticar, al sistema. Pero, es parte de una estrategia comunicacional lógica cuando no existen alternativas reales que contradigan las medidas populistas. La mayoría de los venezolanos no pueden creer en una oposición que todavía piensa que puede tener cuotas de poder en el actual gobierno o aquella que cuestiona la poca ayuda que desde hace muchos años le fue negada al ciudadano. Mientras que para el gobierno los programas sociales son una ayuda, y seguirán siendo una ayuda, para la democracia es un derecho de los ciudadanos que el Estado cumpla con su obligación.

Cuesta imaginarse un país donde la política, si bien ha incrementado la participación, haya perdido elementos fundamentales de convivencia para construir proyectos comunes. Ante la realidad veo tres opciones: 1) Aceptar como fieles religiosos los dogmas del proceso revolucionario; 2) Asumir una oposición incoherente y radical; y 3) Trabajar para establecer puentes que puedan permitir, a ciudadanos de diferentes tendencias políticas, buscar espacios para la creación de estrategias democráticas que permitan la construcción de proyectos concretos en beneficio de la sociedad. No quiero un país donde el lema sea la “muerte”. Ya son bastantes las muertes de cada día para que además tengamos que justificarla.

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