Opinión Nacional

Venezuela: palos a la democracia

Para el mes de julio de 2005 en su número 79 de la revista Letras Libres, dirigida por el célebre intelectual Enrique Krauze; tiene como tema central pensar la democracia en Venezuela de los últimos tiempos. Y por ello su impactante título. Venezuela: Palos a la democracia.
En dicha publicación encontramos ensayos sumamente relevantes para pensar el estado de la democracia en el país. De la mano de pensadores políticos como Moisés Naím, Elías Pino Iturrieta, Carlos Franqui, Fernando Rodríguez, Ibsen Martínez, Alberto Barrera Tyzka. Pero, aparte de los excelentes análisis de los autores antes mencionados, me llamó poderosamente la atención dos escritos. Una entrevista realizada por el reportero Norteamericano de Newsweek, Scott Johnson y la reimpresión de un artículo del filósofo Alejandro Rossi, que el 29 de noviembre de 1998 escribiera en el Diario Universal: Venezuela elegible. A quien en el mes de abril pasado le otorgaran el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Central de Venezuela.

Si bien es cierto, Rossi con su aguda pluma siempre tiene como postulado, ayudar a que la gente piense. Y, en esta Venezuela, luego de siete (7) años de desgobierno populista-militarista de Chávez, bien vale releer dicha síntesis que para el año 1998 Alejandro Rossi pensó el futuro por devenir, de la mano de un golpista en el poder, por esa política del resentimiento y la anti-política que despertaba en el ciudadano común. Que hoy más que nunca refrenda aquel visionario artículo.

Al mismo tiempo la entrevista de S. Johnson se pasea por los distintos y variopintos escenarios ideológicos, políticos, e intelectuales, como también del sentido común de la gente de a pié para analizar la situación, tanto desde la perspectiva del chavismo, como desde la postura de la oposición. Análisis enmarcado en explicar, y sobre todo comprender el fenómeno Chávez y los sentimientos encontrados que de su desgobierno resurgen en ambos bandos.

Una entrevista que denostó el quehacer cotidiano – político y ciudadano del presente, y un análisis de aquel año electoral (que como el presente) se coincide en palpar la dura realidad que vive el venezolano de la mano de una crisis política y económica sin salidas claras. Crisis políticas analizadas en dos tiempos entronadas en confrontaciones que han quebrado toda institucionalidad, y pone en vilo a todo lector interesado en estos temas, como colofón, de que acá el futuro se vislumbra oscuro y tórrido para subsanar las heridas; primero, propinadas por los partidos políticos tradicionales (AD, COPEI) del pacto de Punto Fijo, y luego la ruptura de la funcionalidad de la gobernabilidad democrática a partir del ascenso al poder de un hombre cargado de valores anti-democráticos, desvainando el pensamiento Bolivariano como cómoda forma de abatir y reprimir desde un legalismo absurdo toda forma contraria de pensamiento y acción a la “revolución bonita”. Que a raíz de las repetidas estupideces políticas de la oposición y ciertos partidos y “proto-liderazgos”, han permitido al caudillo populista sobrevivir sin gobernar bajo una concepción plebiscitaria de la democracia. Que ha desembocado en la más aguda crisis social y política de la historia contemporánea de Venezuela.

Así, se ha procurado de manera cínica atacar el proceso de integración del sistema democrático competitivo, bajo el dominio por parte del “líder revolucionario” del proceso deslegitimador de las instituciones, como método, Castro-Locuaz, de presión ante sus enemigos políticos; mas no adversarios en competición. Base para toda democracia.

Por ello, busca a punta de dádivas a base de la renta petrolera, comprar y controlar conciencias en los poderes públicos; como se percibe en los cuidadores-marionetas tipo Consejo Nacional Electoral (CNE), Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y su cómoda (camarilla) mayoría parlamentaria, desde un populismo en extremo inoperante y genuflexo.

En fin, La Venezuela de Chávez: como tituló su entrevista Scott Johnson, y, La Venezuela Elegible, de Alejandro Rossi, coinciden sus apreciaciones con aquel célebre libro del español Juan J. Linz; La Quiebra de las Democracias, En donde analizó la política del resentimiento, apoyándose en el pensamiento del filósofo-sociólogo Max Scheler, que éste último a su vez toma del término Ressentiment del filósofo alemán Friederich Wilhem Nietzsche. Así: “Denota una actitud que surge de la acumulación de represión de sentimientos de odio, venganza, envidia y otros semejantes…Ya que personas llenas de Ressentiment anhelan en secreto los valores que denuncian públicamente”.

Ahora bien. ¿Política del resentimiento en la revolución bonita?… Sí. De tal forma y como orden al merito para ser un revolucionario: Palos a la democracia.

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