Opinión Nacional

¡Venezuela ponte de pié!

Así es Venezuela, ponte de pié sin miedo y atiende el clamor de tu oprimida gente, para retomar el camino que te hizo grande. Volvamos al encuentro de la solidaridad y la defensa de nuestros valores, del respeto a la dignidad humana y la concordia de la sociedad.

Estamos en un período muy difícil de nuestra vida republicana producto de una acumulación de problemas de variada índole que no han tenido el tratamiento ni la orientación adecuada en la actual administración, muy a pesar de contar este gobierno con la mas grande y descomunal fuente de ingresos en la historia de la República, la cual no se corresponde con los magros resultados sociales y los desajustes económicos que sin ningún orgullo hoy podemos exhibir. Estos tiempos reclaman un mayor compromiso y lealtad con ésta patria herida y cercenada por el odio y resentimiento estimulados intencionalmente desde la mas alta tribuna gubernamental, que impide la necesaria unidad en la búsqueda de soluciones definitivas y siembran por el contrario el germen de la confrontación estéril y la desconfianza en el sistema político, así como en sus instituciones fundamentales. Tenemos definitivamente que despertar de este letargo y dejar de contemplarnos pasivamente el ombligo o de medir calculadamente nuestro mezquino ego, tratando de evitar el menor daño colateral posible, lo cual no es otra cosa que tener hoy pan y circo, y hambre para mañana.

El país en términos reales no avanza sino retrocede, pues solo basta rebatir la afirmación presidencial de que Venezuela esta libre de delincuencia con las propias cifras oficiales que señalan por ejemplo que los índices de criminalidad señalan mas de 145.000 homicidios, que supera hasta tres veces a los gobiernos anteriores, incrementándose en 325% respecto a 1998; Además, cifras de la UNESCO nos sitúan desde el año 2000 como el país en donde se mueren más personas en el continente por armas de fuego. Si a todo éste diabólico contexto de dolorosas cifras le agregamos los prontuarios dignos de Al Capone de muchos altos y medios funcionarios del régimen en materia de seguridad, así como el caos y la impunidad que impera en los cuerpos policiales y en la administración de justicia, no nos queda otro recurso que quitarnos la venda de los ojos y despertar de ésta cruel pesadilla, pero no para quedarnos retozando y dando vueltas en la cama frente al televisor esperando cómodamente como Globovisión, RCTV, los Marines de mister Danger o Carlos Ortega y Patricia Poleo desde la cárcel o el destierro como por arte de magia tumban a un envalentonado guapetón de barrio, quien chequera en mano, cual Ali Baba tropical derriba todos los muros de dignidad que contienen a hombres y pueblos bajo el engañoso y subyugante lema del pensamiento de Simón Bolívar. Esto mas que una parodia es una tragedia que cuanto antes tenemos que resolver, pues no sólo se trata del sistema de gobierno más corrosivo (mucho mas que corrompido) que ha tenido la nación desde 1810, sino que sus tan cacareadas promesas de justicia, desarrollo y redención social se han estrellado ante una gigantesca montaña de neopopulismo ineficiente y salvaje que nos ha conducido a una verdadera catástrofe social. No podemos entonces perder tiempo, ni mucho menos cometer los mismos errores; hay que trabajar duro y despertar con nuevos bríos, meterse en el rancho con los que sufren y asociarnos en la lucha del día a día, olvidarse de las marchas de bailoterapia en las principales avenidas y urbanizaciones con desfiles de bodys y zapatos de marca, dejar de lado la comodidad de las oficinas climatizadas y los confortables carros con vidrios ahumados pero sobretodo no dejarnos llevar por el peligroso y falso diagnóstico de laboratorio a distancia que nos dibuja una realidad muy distinta y distante a la que se vive en el barrio, en donde el individuo de a pie, común y corriente, que es mayoría, se debate entre la inseguridad y el crimen, el desempleo y el desamparo del estado y además por ahora solo escucha la campana de un gobierno que ofrece pan, circo, franela y cachucha para comprarle el hambre y el voto pero sin ninguna garantía, y la otra campana, la de la reivindicación de los valores morales de la sociedad, del culto al afecto ciudadano, del respeto al voto libre y al trabajo fecundo, no se siente todavía su vibrante tañir, porque sin razón alguna no nos poníamos de acuerdo en el cómo, quienes y cuando repicarla con fuerza y valentía. Ahora el 23 de noviembre tenemos la urgente misión de unir esfuerzos en un ejercicio democrático sincero de desprendimiento político para reconquistar espacios y devolverle al ciudadano la libertad perdida en ésta década para el olvido.

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