Opinión Nacional

Venezuela, visión de un país

En mi niñez imaginaba la entrada al siglo XXI con un alarde de tecnología como las historietas y los libros de ficción lo pintaban a sus lectores: carros volando, aviones cohetes, la conquista de otros planetas, la visita de extraterrestres… Pero ya en los albores de este siglo XXI la realidad es otra, falta mucho aun para que los dibujos de las historietas se conviertan en realidad pero se vislumbra lo que el futuro nos ofrece. La tecnología ha llevado las comunicaciones a límites insospechados; a las industrias a ser más eficientes; a los líderes de los países a implantar políticas sociales a sus pueblos acordes con los tiempos y en contraste, el gobierno venezolano se retrotrae al siglo XX y trata de imponer como modelo de gobierno, conceptos e ideologías caducas y desechadas por inservibles, como la panacea de la libertad para un pueblo con severas carencias y ofrece como cura de sus males, el Socialismo del Siglo XXI.

Como crítico del sistema que estamos viviendo y debido a mi pensamiento de hombre independiente, comprometido con la libertad, con la iniciativa privada, con la libertad de expresión, con la propiedad privada, con la descentralización, pero sobre todo con la democracia y la alternabilidad en los poderes, quiero compartir con ustedes mi visión política de nuestro país.

En diciembre de 1998 cuando el pueblo se volcó en las urnas de votación por un cambio en la conducción del país, desencantado por los infaustos y corruptos gobiernos anteriores, nunca pensó que lo que en su interior anhelaba: seguridad, trabajo, castigo a los corruptos, disciplina en el gasto fiscal y respeto a las leyes, con su decisión le fuera salir el roto por el descosido. Desde el 4 de febrero de 1999, fecha de la toma de posesión de Hugo Chávez como Presidente de Venezuela y reelecto en diciembre de 2006, a la fecha, mucha agua ha pasado por debajo del puente.

Hoy nos encontramos ante un gobierno despilfarrador, violador de sus leyes, corrupto, déspota, autocrático, excluyente, pero sobre todo, mentiroso. Un gobierno que se burla de sus gobernados cuando estos no comparten sus ideales e ideologías. Que amedrenta a propios y extraños, acosándolos, atemorizándolos y utilizando las leyes para abusar de un poder que no encuentra compuertas que lo detenga. Un presidente que se convirtió en el amo del país y que encuentra apoyo principalmente, en una oposición blandengue, conformista, sin rumbo ni dirección, que no siembra confianza en un pueblo que ya no cree ni en su propia sombra.

Este es un gobierno que no respeta la propiedad privada y que toma para si, a realazo puro aun en contra de sus accionistas, a empresas como la CANTV y la Electricidad de Caracas y miente a su pueblo vociferando que con estos pasos alcanzaremos la independencia del imperio.

Un gobierno que amenazó ya que es un hecho consumado, con tomar militarmente el día 1° de mayo el control de las instalaciones de las empresas petroleras mejoradoras de crudo pesado y bitumenes en la Faja Petrolífera del Orinoco. El Estado venezolano por intermedio de Pdvsa asumirá el control operativo de todas las instalaciones que en los actuales momentos son afectadas por el Decreto-Ley 5.200 emitido por el Presidente vía Habilitante el 26 de febrero, según el cual PDVSA aumentará su participación en las cuatro asociaciones estratégicas de la Faja Petrolífera del Orinoco del 40% actual hasta por lo menos un 60%. El 25 de abril, las empresas operadoras de la Faja, firmaron bajo presión, la transferencia de sus operaciones al estado. De esta manera, el gobierno cederá las cuatro asociaciones estratégicas a empresas de gobiernos amigos y que por no contar estas con las tecnologías, patentes y Know How, contrataran a las mismas empresas imperiales, para que hagan lo que han estado haciendo. Y luego el Presidente vociferará a su pueblo que, somos independientes del imperio y que la espada de Bolívar camina por la América Latina.

Un gobierno que interviene a la educación pública y pretende hacer lo mismo con la educación privada para iniciar un programa de ideología marxista socialista, en vez de preocuparse por elevar el nivel de formación académico y técnico de su pueblo.

Un gobierno incapaz de ofrecer seguridad y dar salud a su pueblo, mostrando un estrepitoso fracaso en los planes de prevención al delito y en los programas de salud. Omiso en la construcción de nuevos penales y en la dotación y modernización de los hospitales públicos, escondiendo su negligencia pretendiendo estatizar la medicina privada y expropiar sus instalaciones, en vez de mejorar el sistema nacional de salud, para que el servicio que éste preste al venezolano, sea igual o mejor que el de las clínicas privadas.

Un gobierno que hace alarde de la Libertad de Expresión y somete al escarnio publico a los medios privados nacionales, subyugándolos a la punitiva ley de Responsabilidad Social, llegando al extremo de no renovar concesiones de funcionamiento a medios televisivos de cobertura nacional, solo por retaliación política.

Un gobierno que destruye al sector productivo nacional, confisca sus instalaciones en la Ley Contra el Acaparamiento, regula sus precios y beneficia a otros países importando los alimentos de la cesta básica, poniendo en serio riesgo la seguridad alimentaria de la nación, convirtiendo al país en una industria y agricultura de puertos.

Ha donde hemos llegado, es producto de nuestras torpezas y negligencias. Nos empeñamos en destruir lo que como pueblo habíamos conquistado luego del derrocamiento del último dictador, el General Pérez Jiménez, y botar por la borda algo que denominábamos democracia.

Veamos un poco la historia vivida. Algunos de los medios de comunicación durante años en lo que hoy se refieren como a la IV Republica, fueron vehículos para influir en el quehacer diario de la nación, exaltando a unos políticos, silenciando a otros, colocando ministros, gobernadores, senadores, diputados y hasta presidentes, pero sobre todo, generando una matriz de opinión adversa a los partidos políticos y no a sus políticos.

El desempeño y comportamiento autoritario del presidente, dio inicio a las más connotadas protestas que culminaron con lo sucesos del 11 de abril de 2002, cuya historia no la han escrito aun y muchas de sus verdades serán calladas por los siglos. Quienes participaron en la marcha más grande que pueblo alguno haya vivido para decirle al aun hoy presidente de “todos” los venezolanos de que no lo querían, se encontraron con asesinos que no dudaron ni un milímetro en disparar a mansalva, a un pueblo desarmado que logró sacar brevemente de la presidencia a un venezolano que se ha granjeado el amor y odio de su pueblo. Muchas cosas oscuras aun sin las respuestas. ¿Por qué Carmona y sus amigotes hicieron lo que hicieron y este actuó como un villano más, emulando a quien hasta minutos antes había sido y continua siendo, el más controversial e irresponsable presidente de los venezolanos? ¿Por qué el alto mando militar no hizo lo que debió de haber hecho bien y enderezar el entuerto causado tanto por el régimen renunciado como por el ilegitimo Carmona “El Breve”? ¿Por qué el Ministro de la Defensa, Lucas Rincón, anunció al país la renuncia del presidente y cinco años después, su acción es ocultada por la propaganda oficialista?

Esta inolvidable fecha, dio pie para que el liderazgo opositor lograra por primera vez agruparse en lo que se conoció como la Coordinadora Democrática Nacional (CDN) y abrió espacios para que la sociedad civil comenzara un transito de participación protagónica en la vida política del país. Sin embargo, esta inédita experiencia dio al traste con la esperanza de millones de venezolanos que reclamaban un cambio en la conducción del país, cuando sus líderes no supieron encauzar el descontento popular y reclamar las irregularidades y trampas que surgieron del adverso resultado del Referéndum Revocatorio realizado en el año 2004, convertido este en plebiscito por las negociaciones realizadas a espaldas del pueblo.

En diciembre de 2005, los partidos políticos decidieron retirarse de la contienda electoral para la elección de Diputados a la Asamblea Nacional, azuzados principalmente por los medios de comunicación social y por un grupo de ciudadanos que creyeron que el no participar en esas elecciones deslegitimaría el proceso y por ende, a quienes salieran electos diputados. Las consecuencias de esa absurda decisión, aun la estamos pagando y quienes promovieron la abstención, no supieron que hacer con sus resultados.

El 2006 se trato de promover por primera vez unas elecciones primarias para seleccionar a un líder entre los candidatos de las diferentes toldas políticas y de esa manera, elegir a un liderazgo que pasara por el cedazo de las primarias. Sin embargo, el dedo de los medios de comunicación selecciono al “líder” de la supuesta unidad popular y el liderazgo que se monto en la olla, fue el mismo que condujo al desastre a la CDN, negociando apertura de cajas por sobre la ley marco y quien sabe que otras cosas más, excluyendo a quienes fueron candidatos a la presidencia midiéndose en primarias y a 40 organizaciones políticas que apoyaron este proceso unitario. El 3 de diciembre de 2006, una nueva desesperanza sembraron en los venezolanos. La elección le dio la reelección al actual mandatario pero no por la cantidad de votos con que supuestamente ganó, pero el “Líder” de la unida nacional, atropelladamente no solo reconoció el triunfo como correspondía, sino que vociferó posteriormente, de que las elecciones fueron pulcras. Nunca el “líder” dio a conocer al pueblo que lo acompaño, el resultado obtenido de sus actas electorales y hoy el pueblo nuevamente se siente burlado, por actuaciones difusas y poco claras, cuando la promesa era Atrévete, que cobro.

Salir de este atolladero tiene un solo camino, que el liderazgo opositor hable con honestidad y franqueza, que no mienta más a un pueblo cansado de burlas y dobles caras, que plantee propuestas de dirección política viables y no se pegue a la agenda del Aló Presidente, que exijamos el cumplimiento de la constitución y las leyes, que se depure el Registro Electoral. Es ahora la hora de los partidos políticos, sin ellos no hay democracia.

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