Opinión Nacional

Windsor para todos

Uno debería ser comerciante, antropólogo, psicólogo, avivado comunicador social, sociólogo y detective. Todo junto para poder entender mejor lo que está pasando en España. Cada quién ve las cosas como le apetece. Todos quieren llevar agua para su molino, con razón se quemó el pobre Windsor.

Los arquitectos e ingenieros se despachan sobre lo seguro que son sus nuevos diseños. Lo seguirán diciendo, así se les quemé el edificio que patrocinan. Ahí nos dirán que se quemó porque ya no lleva lo ultimísimo. Ven, eso nos pasa por no recontratarlos para reformar. Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao.

Los aseguradores, ya ven, no ven, aquí no se venden tantos seguros, que Galicia está tan retrasada en ese aspecto. Los regionalistas; en Benidorm los hay más altos y no pasa nada. Los bomberos; más inspecciones, más prevención. Los políticos; revisemos la legislación sobre la seguridad en edificios ¿Negociamos? Perdón, quise decir, dialoguemos democráticamente y veamos que mejoramos para estar en la media europea de calamidades públicas. Frito pescadito, la sartén por el mango.

Los dueños del edificio no pierden, cobran su seguro, financiación no les faltará, y todos querrán ver el nuevo súper incombustible Windsor. Prime time global garantizado.

La gente, el pueblo que convierte globos aerostáticos en ovnis, ventiscas mínimas en susurros de fantasmas. Sombras en inquilinos, ya sacó sus conclusiones. Eran los dueños los que quemaron su edificio por la póliza, es que las reformas no les quedaron al gusto. Era un empleado de Deloitte que se ha vengado de la empresa. Eran los de ETA dirán los del PP. Eran los musulmanes de Al Qaeda dirán en el PSOE. Fue una colilla de cigarrillo, ya ven, hay que dejar de fumar.

Pobre diablo el que tenga que firmar la investigación del incendio, no satisfacerá a nadie, diga lo que diga, escriba lo que escriba. Ya nació una nueva leyenda urbana, una nueva teoría de la conspiración, con ello no hay quien pueda.

¿Y, la verdad de lo que ocurrió? Lo siento, ya fuiste, para otra vez será.

Los periodistas se llevan la mejor parte. Nada de angustias, nada de pensar mucho en que ponemos mañana para ganar audiencia. Hay millares de bobos que igualito prestarán ojos y oídos por saber algo del Windsor. La comidilla española. Nada de buscar debajo de las piedras para ver quien se deja entrevistar. Nada de subirse a un peñasco para grabar una escena escabrosa. Nada de ser carne de cañón en una calle del Tercer Mundo y nada de correr riesgos de secuestros en Iraq. Basta con reportar desde la novísima Zona Cero -Vaya comparación, delirios de grandeza, delirios de Manhattan- y luego, un descanso con tapas y todo, ahí mismo, en “Rodilla” o al pie de “El Corte Inglés”, así como debe ser, con glamour y decencia.

Salir en cámaras, aunque sea para decir cualquier disparate, tener un espectáculo multitudinario, generar trabajo masivo en el Ayuntamiento, más cientos de horas extras en el sector público y privado, sea para colocar vayas, limpiar, inspeccionar edificios o adelantar una demolición con grúas. Todo esto por solo 90 millones de euros y sin muertes que lamentar, óigame, toda una ganga.

Que se queme otro, otro, otro…

*(%=Link(«http://www.josemusse.com»,»Site del autor»)%)

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