Opinión Nacional

Y ahora, Primero la Justicia

Tienen razón quienes me dicen que no logran entender por qué no estoy más
contenta que chino en tranvía. En efecto, los resultados electorales que
colocan a Primero Justicia, movimiento político del cual formo parte, como
un indiscutible triunfador son hermosos. Pero no sé si será que para mí la
política es un asunto de causas y no de fines. Y la causa, la verdadera
causa, la de restablecer el Estado Democrático de Derecho, la de convertir a
Venezuela en un país, está aún pendiente.

Sin embargo, no quiero dejar pasar más horas sin escribirle públicamente a
mis compañeros de Primero Justicia, a esos alcaldes, diputados y concejales
con quienes comparto criterios, ideales, sueños y pasiones, que han sido
honrados con el favor de los ciudadanos.

Me toca aplaudirlos. Bien que conozco cuánto se han esforzado y cuán
merecido es este triunfo. Pero también me toca seguir siendo esa suerte de
voz de conciencia a la que ustedes tan gentilmente escuchan. Son ustedes un
grupo sobre los hombros de quienes muchos ciudadanos depositaron su
confianza, o al menos, el beneficio de la duda.

Demuestren ustedes que no importa de dónde vienen los pensamientos, importa
a dónde van. No hagan ruido innecesario, pues una atormentante estridencia
sólo tapa las ideas. Y tengan siempre presente que las mentes claras
comprenden mejor las épocas obscuras. Trabajen todos los días, con orden y
disciplina, para tener un país inteligente, con gente que pueda ser feliz,
y que no sufra de desnutrición física, espiritual e intelectual. Es decir,
un buen país, en el que valga la pena vivir. Que eso es mucho más
importante que andar por ahí pavoneándose y proclamando en tono patriótico,
dentro y fuera de las fronteras, que somos un gran país, rico en recursos y
con grandes perspectivas, capaz de salir airoso de cualquier embate. Esta
tierra nuestra necesita sustituir los inútiles ataques de queja por
convenientes ataques de realidad. Usen su inteligencia y su energía para
construir. Disfruten el triunfo, pero no se dejen empalagar por el éxito.

Celebren que la gente los haya escogido, y recuerden que es la ciudadanía
quien debe ser beneficiada.

Tengan siempre a mano un espejo en el que poder ver su reflejo, pues poco
hay tan perjudicial como un político que entierra el espejo. Que los
principios y valores democráticos guíen sus pasos. Y que la JUSTICIA siempre
vaya primero.

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