Opinión Nacional

Y etcétera, etcétera, etcétera…

Hay tanto lío en este país (por no usar la palabra que comienza con «p» y
que es la que cruza mi mente), que ya no sé cuál es la prioridad que debo
dar a estas líneas. No sé si lanzarme a analizar el patético asunto de un
ministro que finalmente nos da la razón y se declara incapaz. Debió agregar
en su lastimoso discurso la voz «incompetente». Que en las confesiones no es
cuestión de quedarse corto, so riesgo de no lograr lo ansiado: la
conmiseración y el perdón del colectivo. Acto seguido, debate, o mejor
dicho, batalla campal en el Parlamento, porque la inseguridad en esta tierra
de gracia, en esta Topocholandia, ya no se soporta.

Puedo también proceder a elaborar sobre el despelote monumental en nuestro
excelso y nunca bien ponderado sistema diplomático. Cartas van, comunicados
vienen, y lo que queda a la simple vista de esta común y corriente
ciudadana en ejercicio es un pleito de gallera, o de tres borrachos
peleándose a las tres de la mañana por una botella vacía. Si la trastada se
la hicieron nada menos y nada más que a quien fuera la abogada salvadora de
los héroes de 4 de febrero, qué quedará pa’ los anónimos, pa’ los
chiquiticos.

El espinoso asunto del caso Pablo Aure, que pasará a los anales de la
historia como «the pantaletas affaire», sigue paseándose por el limbo. La
tan festejada actuación de la Fiscalía y la Defensoría se ha convertido en
puro humo, pues la situación sigue igualita. A estas alturas de la película,
el caso no ha sido pasado a jurisdicción civil, y el Ministro de la Defensa
ha quedado descalificado por la ciudadanía (01, como dicen los chamos), pero
no ha recibido reprimenda de su jefe y destitución inmediata, que era lo
menos que merecía por semejante ristra de desatinos y violaciones a la
legalidad (y a los más elementales preceptos de urbanidad).

Ah, y la Educación, ¡ay, la Educación! El gobierno dice, desdice, y se
contradice, vaya si cantinflea. Dice que no dijo eso, pero no se cambia
nada en los papeles oficiales. El huésped de Miraflores arremete en su mejor
pendenciero estilo. Habla de una carta enviada a los padres de las niñas
que estudian en el San José de Tarbes, pero está tan mal asesorado que
refleja que la comunicación tiene fecha del 11 de diciembre, y que en ella
se hace alusión a un evento a celebrarse el 19 de enero. Y a mí me da un
ataque de risa, pues tengo muy presente que para el 11 de diciembre, se
presumía que la entrega del proyecto de reforma de ley estaba programada
para el 15 de enero, y no fue sino hasta bien amanecido enero cuando el
Presidente anunció que en esa fecha iría a la Asamblea Nacional a rendir
cuentas de su gestión (perdón, quise decir, a recitar su glorias), haciendo
que la fecha de presentación del instrumento legal fuere cambiada para el 19
de enero. Vaya pifia en el análisis epistolar.

El precio del petróleo cae con todo y callos. Y le gobierno comienza a
angustiarse y acepta reunirse en privaíto con el Fondo Monetario, el BID,
el Banco Mundial y los acreedores. Hum…

El asunto sindical se le escapa al gobierno como agua entre los dedos. Y
Maduro, una vez más, pone de manifiesto su notable inmadurez y su ausencia
de ascendiente sobre los grupos que se han ido armando. Y el reloj hace tic
tac, tic tac, tic tac. El tiempo se acorta, y la cuenta regresiva está ahí.

Indra se restriega las manos, pues ya pronto recibirá la buena pro para la
cedulación. A este paso, y teniendo el REP, la automatización electoral y en
breve eso que en la calle se llama «la plástica», imagino que es cuestión de
días para que el presidente de esta empresa tenga un puesto en el Consejo de
Ministros. Total, es lo único que le falta, y lucirá hermoso en su carpeta
de presentación de credenciales.

Y el Presidente, mudo, pues tiene una ronquera que a nadie asombra, y que,
mínime’, ha de tenerlo angustiao’. Debe ser por eso que no asistió a la toma
de posesión de Bush. Seguramente fue por eso…

Ah, y también la Ley de Tierras (¡Oligarcas, temblad!, incluidos varios
militares latifundistas), y la repetición de varios procesos electorales (es
preferible Andrés Velásquez como gobernador que perturbando la armonía en la
Asamblea), y la legislación sobre salud, y el aumento salarial (si no hay
leal, no hay lopa), y las magnas festividades a realazo limpio con motivo de
la heroica fecha del 4F, y los próximos viajes presidenciales, y etc, etc.

etc.

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