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Prisioneros

Ángel Rafael Lombardi Boscán

Marzo del año 2019 será recordado como el mes más largo en la Historia de Venezuela. Enero y febrero fueron largos también, aunque no tan penosos. Abril, lo sospechamos aún  peor. La caída del régimen es inminente aunque se resiste en aceptar lo evidente, y en el interin, su propósito es hacernos la vida completamente miserable.
El colapso social es absoluto. La anomia (Durkheim) es una situación de anarquía como resultado de la disolución de un Estado incapaz de garantizar a los ciudadanos los elementales servicios públicos.
El desarreglo eléctrico, con fines políticos: apaciguar la protesta por el descontento masivo de la población se les escapó de las manos. Desde hace diez años el chavismo viene imponiendo un racionamiento eléctrico al interior de los estados resguardando a Caracas, dónde se concentran los poderes y los tan temidos barrios en los cerros. Sólo que ahora hasta Caracas está siendo afectada. Agreguemos la falta de agua, gas, dinero, salario, internet, transporte, alimentos y medicinas encontrándonos ante la tormenta perfecta. El proyecto social venezolano está roto irremediablemente y es insostenible.
El trabajo y las escuelas están aparcados y los niveles de incertidumbre y desesperación se acrecienta cada día que pasa ante la inanición de un gobierno ilegítimo e incapaz, además de mentiroso. Hoy sólo apela a la fuerza bruta y el terror de sus ejércitos privados para mantener a raya a la ciudadanía secuestrada y prisionera.
Es tal la situación de desorden público que la desinformación campea. Saben más nuestros familiares y amigos en el exterior que nosotros aquí en el medio de éste desastre con características de genocidio humano.
Seguimos sin entender la persistencia del error entre los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas y su incapacidad para liberarnos de ésta tragedia histórica.
La inmigración ya dejará de serlo y se convertirá en la huída desordenada y esquizofrénica de miles como refugiados y desplazados hacia los países vecinos.
Los venezolanos, que no podrán huir, y que viven desde la frustración más grande, sólo aspiran recuperar algún tipo de normalidad, sabiendo que con los chavistas es un imposible.
Hoy, más que nunca, dónde éste estado de guerra nos está trasladando a la vida natural salvaje dónde sólo sobreviven y se adaptan los más aptos (y vivos); la inmensa mayoría de mis compatriotas se saben prisioneros de una hegemonía brutal que sólo lo inesperado podrá salvarnos, aún sabiendo de la evidente debilidad de nuestros captores.
Seguir alargando éste drama es seguir atentando sobre gente inocente violando sus más elementales derechos humanos, sobretodo, el derecho a la vida. Hoy Venezuela se constituye en un caso terrible en que la civilización tal como la conocemos está a punto de aniquilamiento.
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