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¿Qué podemos esperar?

Luis Carlos Palacios

Nuestra situación es claramente negativa. Ha caído la producción  global de la economía en forma muy importante, estamos en un proceso hiperinflacionario creciente y el sector petrolero ha disminuido en forma notable.

Segun las estimaciones de Francisco Monaldi, durante Septiembre de 2018 Venezuela produjo 1.25 millones de barriles diarios, alrededor de 600.000 barriles menos que el año anterior y 3.45 millones de barriles diarios menos que cuando Chávez llegó al poder. Todo esto durante un alza del precio del petróleo y un boom de la producción petrolera. La producción de los EEUU ha llegado a su tope.

Además, buena parte de nuestros recursos está comprometida. Monaldi estima que 700 mil barriles diarios o algo más, son para pagar las deudas con China y Rusia y enviar una cuota de barriles a Cuba. El resto se “regala” internamente a través de su bajísimo precio.

Quizás lo mas dramático es la evolución que ha ocurrido en los aspectos institucionales, donde se ha transformado una democracia en un régimen cerrado, justamente el propiciador de esta catástrofe.

Es importante analizar este resultado. En este sentido el análisis de Acemoglu (Handbook of Economic Growth.Vol 1A, pag. 385) es clave. Toma la idea de Douglas North  y coloca la evolución de las instituciones como el alma de la economía.

La idea tiene una larga tradición. Incluye a autores como John Locke, Adam Smith y Stuart Mill, donde la actividad economía está soportada por una base institucional que estimula el crecimiento. Las instituciones, tales como los derechos de propiedad, son las piezas claves para el crecimiento que puede tener un país. Como decía Stuart Mill, “con empleo del conjunto y el crecimiento del capital y la producción”.

Acemoglu establece las instituciones como la base de la economía, afectando en forma determinante  el capital humano y tecnológico. Y en forma clara determina que es el poder político quien controla a su vez las instituciones. Este, el poder político, sería el elemento preponderante para determinar la evolución de un país.

El Chavismo tiene un periodo largo en el poder, sin que pueda subestimarse su dominio. Hoy, su control del poder político es casi absoluto, lo cual le permite un dominio institucional muy importante.

A pesar de que la realidad (tanto externa como interna) reclama con urgencia un cambio de rumbo drástico para  enderezar a  nuestro país, el poder político no permite que este plan fructifique.

Y es difícil que esta transformación se materialice. Venezuela podría ser como los países que analiza Azariadiz, por así decirlo, destinado a la derrota y decadencia.

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