¿Qué viene ahora?
Javier Díaz Aguilera
Más allá de las notas de optimismo y esperanza, que son las más, es preciso, tal como lo demanda el momento, sentarnos y reflexionar acerca de los escenarios que se nos presentan en Venezuela a partir de ahora.
Este lunes 4 de febrero, y como si hubiese sido calculado para exorcizar una efeméride que ya nadie quiere recordar, se han sucedido varios acontecimientos que nos llaman al puro optimismo, pero que nos exigen, al mismo tiempo, la debida ponderación. Por un lado, el procedimiento ya anunciado desde hace días de despliegue de la ayuda humanitaria internacional a Venezuela, utilizando las fronteras del país, está, a medida que pasan las horas, tomando una forma cada vez más concreta, no exenta de complicaciones por lo que todo ello implica y todos sabemos. En esta etapa, Estados Unidos y Colombia, han tomado la batuta de la empresa, contando, por supuesto, con el respaldo del sentido común de la comunidad de naciones. Siendo Cúcuta el principal centro de acopio de la ayuda humanitaria, todas las miradas están puestas hacia el occidente de Venezuela, con la angustia natural que provoca la pregunta de rigor: será capaz el régimen chavista de bloquear el paso de alimentos y medicinas a una población que tanto lo reclama? Hay muchas respuestas posibles. Por un lado, una decisión del Gobierno de Maduro permitiendo la entrada de esos insumos, podría tener un efecto devastador para su imagen y credibilidad, porque revelaría la debilidad de un status quo que ha negado la existencia de una tal crisis humanitaria. En el otro escenario que no permita la entrada de la ayuda internacional, se prenderían las alarmas y una especie de conteo regresivo en torno a lo que en esa circunstancia debe y puede hacer la comunidad internacional para forzar el ingreso de esa cooperación. Aquí todo el mundo estará pensando en Estados Unidos como el principal apoyo detrás de esta puja, que más que humanitaria, y vamos a estar claros, esconde una intención política. Cualquiera de las dos partes puede dar un paso en falso con sus inmediatas consecuencias. Una entrada sin autorización acompañada de una reacción de las fuerzas militares de Maduro, podría desencadenar una respuesta del mismo cuño de parte de Washington, lo que plantearía un escenario bélico, por casi nadie deseado. En esta etapa, que algunos consideran prebélica, la Casa Blanca, con el apoyo de Colombia, está jugando a la mera disuación con el estamento madurista, haciéndole ver las graves consecuencias que pueden producirse por acción u omisión. Pero esto también lo saben Maduro, Diosdado y compañía. Y tienen claro estos escenarios porque así se lo han hecho saber los titiriteros cubanos expertos en la táctica del desgaste y la utilización del tiempo. De no permitirse el ingreso de la ayuda humanitaria, la pelota quedará en manos de Washington y los estrategas que quieren ver fuera a Maduro. En este caso, serán capaces los Estados Unidos de emprender una acción militar que de seguro le restará apoyo internacional a la empresa de liberar a Venezuela?
Otro acontecimiento significativo de hoy lunes fue la celebración, en Ottawa, de la Décima Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de Lima, en la que el Primer Ministro de Canadá, anunció una ayuda oficial de 52 millones de dólares para contribuir con el despliegue de la ayuda humanitaria. Se reafirmó el compromiso de estos países de facilitar las medidas que garanticen el establecimiento de un canal humanitario hacia Venezuela, y la determinación de seguir ejerciendo presión diplomática y política contra el régimen de Maduro que permita la vía de transición pacífica hacia elecciones libres y democráticas. Pero, este espacio continental de diálogo y consenso deberá enfrentar esta semana otro tipo de iniciativas, considerada por muchos entendidos, una especie de retroceso a lo ya avanzado del cerco diplomático y político impuesto a Nicolás Maduro. En efecto, la reunión internacional sobre Venezuela que se celebrará el próximo jueves 7 de febrero, en la capital Uruguaya, se presenta como un intento, promovido por el Consejo Europeo, México y Uruguay, de encontrar una solución política basada en el diálogo entre las dos partes. No cabe duda de que hablando de la parte europea, la propuesta en sí está plagada de muchas contradicciones, por cuanto hoy mismo, una vez concluido el plazo dado a Maduro para convocar elecciones, los Gobiernos europeos de mayor peso, entre otros, Francia, España, Alemania, Holanda, Portugal, anunciaron su reconocimiento oficial a Juan Guaidó como presidente Interino de Venezuela hasta la celebración de las elecciones. Entonces, resulta a todas luces incomprensible este tipo de iniciativas que sólo lograrían darle el oxígeno que necesita el régimen violador de derechos humanos. En el fondo parecería una iniciativa que trata de desmarcar a la Europa como un todo, de la posición más radical del principal motor de respaldo de Guaidó: los Estados Unidos, Administración que no ha descartado » ninguna de las opciones» en alusión a la eventualidad de emplear una acción militar.
En las horas que vienen se mantendrá ese juego en el que una de las partes habrá de dar el paso de peso que nos lleve al desenlace por todos esperados. Ante la inacción y estrategia de desgaste que seguramente mantendrá el régimen acorralado, se hace necesario adoptar medidas adicionales de presión que den al traste con el usurpador.
