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¿Se repite Chernobyl?

Carlos Armando Figueredo

La serie CHERNOBYL, de HBO es vista por millones de personas en el mundo. Es un recuento histórico, muy bien documentado, de cómo el accidente en una planta nuclear en lo que era la Unión Soviética y ahora es Ucrania, causó muertes y gravísimos daños –algunos irreparables− en una vasta extensión del país de Europa oriental con riesgo de extenderse en otras regiones del mundo.

Hace 33 años hubo una explosión de un reactor de la central nuclear de Chernobyl que causó la peor catástrofe nuclear conocida hasta ahora –fuera de la de Hiroshima y Nagasaki que no fueron por accidente sino provocadas por acción bélica por muchos considerada injustificable.

Como ocurre en los regímenes totalitarios en el mundo, el accidente fue objeto de ocultación, mentiras y propaganda engañosa. A pesar de que en la Unión Soviética había un programa de acción para protegerse de un posible bombardeo con armas atómicas, ese programa no se aplicó en el caso de Chernobyl.

La central nuclear de Chernobyl contaba con reactores de una tecnología de nivel muy inferior a los de las de aquellos de centrales termonucleares de los Estados Unidos y de países europeos. Además de ello, en la Unión Soviética no había la debida preparación, tanto de nivel técnico como humano. Accidentes en plantas termonucleares habían ocurrido en otros lugares del mundo pero fueron tratados eficientemente, evitando terribles daños como los de Chernobyl. En los Estados Unidos hubo un grave accidente en la planta termonuclear de la Isla de las Tres Millas, en Harrisburg, Pennsylvania en 1979. En ese caso se tomaron medidas inmediatas como la evacuación de todos los sitios cercanos a la planta; no hubo muertes. El accidente dio lugar a que se paralizara la construcción de plantas termonucleares en los Estados Unidos durante treinta años. El gobierno de los Estados Unidos no ocultó el accidente y tampoco engañó al público, a diferencia de la ocultación y el engaño por parte del gobierno soviético

En un artículo publicado en el diario El País, de España, el 27 de mayo de 2019, se dice lo siguiente sobre la tragedia de Chernobyl:

 “¿Cuánto cuestan las mentiras? No es que vayamos a confundirlas con verdades, el peligro es oír tantas que ya no reconozcamos la verdad”.

Las autoridades soviéticas intentaron minimizar durante años las consecuencias para la vida y la salud que desencadenó la catástrofe. Los médicos tenían prohibido poner en los expedientes sanitarios de sus pacientes cualquier cosa que sonara a radiación; y mucho menos dejar constancia de ello en los partes de defunción, como denunciaron después activistas y expertos.

En otros países del mundo con gobiernos totalitarios ocurren accidentes –tal vez no tan graves como el de Chernobyl – que son ocultados y objeto de engaño. Se me ocurre pensar en el deslave del Estado Vargas, en Venezuela en 1999 Uno se pregunta cómo actuarían esos gobiernos frente accidente causantes de tantas muertes y daños como los de Chernobyl.

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