El EditorialOpinión

Seguid el ejemplo que Brasil dio

En nuestra América Latina, de un tiempo para acá, se han venido imponiendo lo que el filósofo israelita Talmón, califica de democracias totalitarias, es decir regímenes de apariencia democrática porque tienen, es cierto, legitimidad de origen por haber sido elegidas por vía del voto, pero con el tiempo se convierten en sistemas profundamente anti democráticos en los que, salvo contadas excepciones, como en Brasil, el poder ejecutivo y más específicamente el jefe del Estado, controla todos los poderes y a través de mecanismos plesbicitarios  intenta modificar la Constitución para crear una especie de monarquía presidencial vitalicia.

El ejemplo que han querido seguir muchos de los países que se integraron al llamado Foro de Sao Paulo, es el de la Cuba castrista, que no tiene el menor rasgo democrático y sí mucho del viejo totalitarismo soviético.

Afortunadamente, por vías diferentes, algunos países constataron, oportunamente, el peligro de ese nuevo modelo político y destituyeron o sustituyeron a los gobiernos que pretendían imponerlo, así fue con Fujimori en Perú, con el kircherismo en Argentina y ahora -y tal vez el más importante- en Brasil, en el que el partido de Dilma no tuvo la fuerza necesaria para desmantelar la división de poderes que fue la que, con base a la Constitución de ese país, procedió a removerla temporalmente del gobierno, hasta que el Tribunal Supremo decida si procede o no la destitución definitiva.

En nuestro país tenemos, tal vez, el peor ejemplo, una democracia totalitaria que logró controlar por muchos años todos los poderes hasta que en diciembre del año pasado el voto popular le restó el control del Parlamento. A pesar de esta realidad y del amplio rechazo popular al gobierno de Maduro, este no parece o no quiere entender el mensaje y se atrinchera en el poder al costo de perder la poca imagen democrática que había cultivado con astucia y esmero.

Si bien no podemos seguir el ejemplo brasileño por el control férreo que ejerce el jecutivo sobre el poder judicial, sí podemos hacer como en Brasil: movilizar al pueblo, de manera pacifica, para exigir que el CNE cumpla con la disposición constitucional de convocar oportunamente a un referéndum revocatorio del mandato del presidente Maduro.

Estamos convencidos de que más temprano que tarde se impondrán la lógica y la sindéresis necesarias para lograr el tan necesario diálogo, que es la vía para resolver la crisis.

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