Torpeza e incertidumbre
Isaías A. Márquez Díaz
Porque no existe un plan económico estructurado, ni siquiera caricaturesco, sobre metas claras en cuanto a inflación, crecimiento, tasa de cambio. Ni existe definición alguna acerca de metas y objetivos, inversiones, plan de empleo, base de perspectiva financiero-actuarial para c’alculo del incremento salarial, expectativas con las reservas internacionales, programas energéticos, de recuperación de la industria petrolera, cuyas refinerías no operan ni como alambiques clandestinos; tampoco se vislumbra la implementación de reformas socioeconómicas, primordiales en todo gobierno que dice llamarse socialista, pero que obvia la crisis sociopolítica. Quizá, por inseguridad o miedo a equivocarse no ofrece planes de reestructuración macroeconómica. En cuanto a la deuda improductiva, que se incuba desde 2012 por la compra de armamento, tales como los aviones rusos MIG-21, que se emplearan en la guerra de Yom Kippur, durante ocrubre/1973.
Por otra parte, la situación hospitalaria y/o médicoasistencial tampo está entre las prioridades más inmediatas. Como corolario, las importaciones públicas y privadas para atender dicha crisis podrían esperar ya que tampoco hay financiamiento por la caída de los precios petroleros, que, en resumen, se traduce en abandono total de las infraestructuras de servicios públicos, aparte del déficit fiscal, que financia el Banco Central de Venezuela y se compensa mediante la emisión de dinero inorgánico (fofo).
Los 14 motores para la reactivación económica anunciados desde 2/2016, con bombos y platillos, si llegaron a medio hacer chispa, nunca encendieron.
En fin, Venezuela es como una nave “al garete” guiada por una tripulación que ha perdido la brújula y la bitácora ya que no existen estimaciones fundamentadas en términos y/o modelos matemáticos fiables, sino en la pura filosofía retardatoria del marxismo.
