Voracidad consumista
Isaías A. Márquez Díaz
Posiblemente, el esnobismo influido por una actitud parejera, nos ha llevado a un cierto grado de consumismo voraz, criticado por el papa Francisco durante la misa de gallo del 24/12. Tal consumismo, en algunos casos, conlleva compras compulsivas por superávit económico que podría hacernos rodar por barrancos de mundanidad, tal y como lo ha comentado el papa Francisco.
Vivimos bajo un modelo de consumo depredador que afecta nuestra salud mental y, por tanto, nuestra calidad de vida por las altas tasas de patología mental que ocasiona el nerviosismo por consumir, solo por el capricho de comprar algo, hasta innecesario, nada más que por presumir, lo cual es indicación de que algo, emotiva y/o afectivamente, anda mal. Igual cuando sentimos añoranzas por épocas pretéritas o de las “vacas gordas”, bonanza producto de momentos efímeros e inciertos por la dependencia de un recurso finito e inestable, incierto e inestimable como los precios del petróleo.
No obstante, hay quienes obviando la realidad o aspirando a un momento mesiánico, aún continúan bajo un sueño de oropeles, ilusión que podría llevarles a una depresión fuerte por la impotencia de no realizar tales sueños, que solo podrían lograrse mediante planificación para la productividad, bajo esquemas reales y concientes del momento en el que todos, sin excepción, estamos involucrados, solucionable bajo criterios de sostenibilidad.
Por tanto, se requiere plantas bien puestas sobre el suelo porque las casas de reposo mental están llenas de personas turbadas, víctimas de sueños irrealizados.
Viene a colación el pensamiento del Libertador Simón Bolívar: “Paciencia y más paciencia; trabajo y más trabajo para tener Patria”.
Sin obviar cuanto necesitamos, Todo superávit debería invertirse en planes y/o proyectos viables. Pero, lamentablemente, a veces nos dispersamos por la práctica del manirrotismo, sin prever consecuencias.
¡FELIZ 2019!