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Primero la Sentencia

Las obras de Lewis Carrol están llenas de enseñanzas que nunca pierden vigencia. Así, «Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas» y su secuela, «Detrás del Espejo y lo que Alicia vio allí», no son simples cuentos infantiles para ejercitar la fantasía de los niños ya sea a través de la lectura o mediante sus versiones cinematográficas o televisivas. Se trata en realidad de trabajos literarios y filosóficos para adultos, de cursos muy serios acerca de la comprensión de la realidad, con exposición de reflexiones profundas acerca del espacio y del tiempo, con ideas acerca de dimensiones hasta hace muy poco desconocidas.

Algunos de los diálogos de Alicia, la niña que logra despertar en sus sueños, desprendiendo su espíritu de su cuerpo en maravilloso viaje astral, nos hacen pensar igualmente en otros de grandes obras de la literatura universal. Hay algo del Quijote, de la Vida es Sueño, de Gulliver, de Niels Holgerson y de otras tantas obras que muchas veces se aprecian superficialmente sin lograr entender lo profundo de sus pensamientos con vigencia eterna.

En el «Viaje de Alicia por el País de las Maravillas», hay un episodio que Lewis Carrol narra maravillosamente: se trata del juicio que se le sigue a Alicia por el delito de haber pintado las rosas de rojo. El juicio, con todos los elementos que parecerían indicar que se trata de un juicio conforme a un procedimiento que se atiene a lo que la gente piensa que debe ser la justicia penal: publicidad, oralidad, acusación, defensa, jurado se desarrolla como todo un debate. Sólo que quien preside el juicio no es un miembro del poder judicial, sino la Reina de Corazones. En un momento dado, el Rey de Corazones, le pide al jurado el veredicto. La Reina lo interrumpe, gritando: «Primero la sentencia, luego el veredicto».

En estos tiempos de la «República Bolivariana de Venezuela», en el que un comandante presidente, no sólo dirige el poder ejecutivo, sino el legislativo, el judicial y hasta el electoral, nos ha venido a la mente el cuento de Alicia. La Sala Constitucional del «nombrado a dedo» Tribunal Supremo de Justicia acaba de sentenciar negando la acción de nulidad del Estatuto Electoral, por inconstitucionalidad con el que se pretendía que se cumpliera el plazo de seis meses previsto por la ley para que se celebren las elecciones generales. Los magistrados han lanzado al derecho por la borda y han preferido atender a la orden de nuestro émulo de la Reina de Corazones: «Primero la sentencia, luego el veredicto». Las elecciones tienen que ser el 28 de mayo porque así lo quiere quien todo lo puede.

Tengan presente el jefe y su Corte lo que pasó cuando el tribunal, sin veredicto, condenó a Alicia a que le cortaran la cabeza: Alicia creció súbitamente, retornando a su tamaño normal y destrozando al tribunal y a todos quienes allí estaban.

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