Opinión Nacional

Twitter

1.- Grave error fue acceder a los ruegos de Selva, es decir, dejar que me abriera una cuenta de Twitter. Según ella, el Twitter es el medio perfecto para multiplicar a mis lectores, y por ende, triplicar los comentarios en mis dos blogs donde ya nadie comenta nada, pues los blogs pasaron de moda.

-Pero en Twitter solo puedo escribir 140 letras –le explico a mi chica, estatua de marfil erguida en mitad de un pasillo del centro comercial.

-No seas indio –dice Selva mientras teclea algo en su BlackBerry-, en Twitter puedes postear tus escritos.

-¿Y? –me cruzo de brazos, signo ineludible de resistencia al cambio-. ¿Quién va a leerme si no tengo ningún seguidor?

-Tranquilo, yo me encargo de eso –responde muy segura de sí misma, tecleando infatigable el aparatejo que tiene entre manos.

-¿Es necesario hacerlo aquí, en mitad de la plaza? –me quejo, recibiendo empellones de transeúntes que circulan como autómatas con la mirada clavada en sus celulares.

Selva no me responde, sigue concentrada en la pantalla de su BlackBerry; no paso desapercibido que se tomó la libertad de escribir mi primer twit: un insulto feroz donde acusa de zorra a una suculenta presentadora de Telehit por acostarse con su ex novio ex famoso, el primer emo de México.

-Listo –dice regalándome una sonrisa enorme al tiempo que me restriega en la cara su celular.

-Gran cosa, aún no tengo ningún seguidor –aparto la pantalla de mi rostro.

-¿Y yo qué soy? –dice indignada.

-Tú no cuentas –digo ingenuamente y me meto a una librería a hojear la enésima revista donde Larissa Riquelme aparece en pelotas.

2.- Si mi proyecto para el FONCA hubiera sido el acosar a los personajes más patéticos de la farándula (entiéndase por ellos: políticos, futbolistas fiesteros adictos a los travestis y artistuchos de telenovelas y programas de variedad), ahora sería el hombre más satisfecho y tranquilo de la faz de la Tierra. Por desgracia, no es así. Me he comprometido a escribir una novela de poco más de 400 páginas, y hasta el día de hoy llevo la grosera cantidad de cero páginas escritas. Traducción: le estoy robando a manos llenas al gobierno, o mejor dicho, a las pocas personas que pagan sus impuestos en este país de evasores fiscales, pobres ingenuos que están subsidiando a un bueno para nada que en vez de escribir una obra maestra se la pasa todo el santo día twitteando, es decir, insultando, retando, difamando, vituperando, provocando, insidiando, sacando de quicio a personas que se sienten muy especiales por el simple hecho de aparecer en la televisión restregándonos todos los días en la cara lo bellos que son y/o las fabulosas vidas que llevan.

 

3.- Esta mañana me he prometido (es la sexta mañana consecutiva que lo hago) comenzar a escribir el primer capítulo de mi novela.

“Vayan a verme al teatro”, dice el actor bipolar ex famoso, alias, el hombre felpa, la alfombra humana, estambre de pelos, actualmente exiliado de las telenovelas gracias a sus constantes arranques de locura.

El actor bipolar ex famoso, agrega una fotografía a su comentario de Twitter. Luego otra. Y otra más. Me vence la curiosidad a mitad del primer párrafo escrito. Abro las fotografías. Todas ellas son imágenes borrosas de juegos pirotécnicos. Me resisto a preguntarle al hombre felpa, alfombra, estambre de pelos, qué lo llevó a subir esas imágenes, pero enseguida me compadezco de él, sé que es un hombre enfermo, medicado, que no debo provocar su ira, uno nunca sabe cómo opera la mente de los locos, además de que seguramente jamás obtendré respuesta de su parte.

“En el concierto de los Black Eyed Peas”, dice el actor bipolar ex famoso.

Vuelvo a abandonar la escritura. Abro el link adjunto al comentario. En pantalla aparece la imagen del hombre felpa, alfombra, estambre de pelos, con mirada enloquecida, homicida, de chiflado perturbado, abrazando a la fuerza al aterrorizado cómico irreverente que se hace pasar por chavo alocado en la televisión, aunque de chavo ya no tiene nada, e incluso en la fotografía puede vérsele la reluciente pelona de hombre de la mediana edad.

La oportunidad es irresistible. No pienso dejarla pasar. Retwitteo el mensaje del actor bipolar ex famoso y agrego la leyenda: “una pareja de idiotas”.

Continúo con la escritura del primer capítulo de mi novela, sin embargo, el actor bipolar ex famoso responde a mi mensaje:

“Tas crudo kbaron, cuanta amargura! Hazte una chaqueta, pendejo, jajajaja”.

Acto seguido, el hombre felpa, alfombra, estambre de pelos, me bloquea de su Twitter sin darme la oportunidad de rebajarme en un duelo de mentadas de madre hasta el infinito.

Pienso: debo ser más astuto, en el futuro me haré pasar por fan de las celebridades, luego, sin previo aviso, herir su ego, decirles cuanto los odio y los desprecio.

4.- Es oficial: soy patético. No tengo vida propia. En vez de dedicarme a lo que supuestamente más amo, por lo que tanto recé para que me pagaran, me pica, cosquillea algo en el interior que me hace guerrear sin cuartel las 24 horas del día con los miserables que aparecen en la televisión.

Me enfrasco en la faena de hacer una lista de la gente más patética y a la que más aborrezco. La encabeza, por un margen abultado, de calle, el ex integrante de la banda juvenil que hizo las delicias de la chaviza ochentera en México, alias, el pobre diablo que anuncia detergente de ropa para señoras. El segundo peldaño lo ocupa otro héroe de la niñez mexicana de los años ochenta, alias, el actor desempleado ex Big Brother “VIP” (nótese las comillas) que fingió padecer cáncer en la garganta para que nos apiadáramos de él y no lo corrieran de la casa por ser un pobre infeliz sin talento. Un peldaño más abajo, lo reservo para el charro engominado vestido siempre en trajes de cuero de sadomasoquista, alias, el hombre machísimo que en vez de salir del clóset como Ricky y Tiziano, preña y enamora a cuanta jovencita hermosa se le cruza por enfrente, pero nada más toma dos tragos y se le truena la reversa, se le inunda la canoa.

En cuestión de minutos descubro que la lista es interminable. Son más de quinientos los personajes funestos de la farándula a los que estoy siguiendo, es decir, el 99.9% de las personas que aparecen en televisión. Entonces, el Twitter, que es una maquina con inteligencia superior, me sugiere agregar a una persona más: el dueño de la televisora que tanto odio, el patrón de las luminarias, el titiritero del pueblo mexicano.

“No se pierdan nuestro nuevo show este domingo, donaremos toneladas de comida para los damnificados de Chiapas y Veracruz”, escribe el magnate de las telecomunicaciones.

Pienso: ahora mismo le diré que se meta su programa por donde mejor le quepa, que él es el culpable de que este país sea un hervidero de muertos de hambre, analfabetos y descerebrados.

Me arrojo con furia sobre el teclado, pero al instante, me invade un dejo de lucidez; recuerdo que soy un cobarde de profesión, así que en vez de insultarlo, decido felicitarlo por su honorable labor altruista, ni loco pienso ser otra victima más de su esbirro favorito, el payaso tenebroso que aparece en la televisión amenazando cual sicario a los twitteros que osan suplantar la identidad, agredir verbalmente o pensar diferente de los líderes de opinión de la empresa televisiva más poderosa de Latinoamérica.     

5.- Selva se ha puesto como meta este mes llegar a los cien mil seguidores, y para ello ha decidido compartir su vida minuto a minuto con todos los argonautas fisgones y morbosos del ciberespacio.

-El Twitter es una guerra constante –dice tomándose una foto empinada sobre una silla-, hay que estar entreteniéndolos, si no, te dejan de seguir.

A juzgar por la empinación de sus nalgas, mentalmente hago una estimación y sospecho que llegará al medio millón de seguidores antes de que acabe el año en curso, claro está, siempre y cuando siga subiendo fotografías donde aparezcan en primer plano los melones con que fue dotada por la sabia naturaleza y/o siga escribiendo lindezas como su último twit: “me puse un sprayazo de perfume ed hardy en el queso para sentirme ruda”.    

-¿A qué no sabes quién me esta siguiendo? –me pregunta Selva, Black Berry en mano, contorsionada como acróbata del Circo Chino de Pekín.

Al escuchar el nombre del nuevo acosador, perdón, seguidor, quedo pálido. Selva ha dado el brinco a las grandes ligas. Hollywood. Digamos que su seguidor no es Brad Pitt, pero sí alguien más peligroso. El actor borracho adicto al sexo, alias, el hombre horrible que según los tabloides norteamericanos llevó a una cantina y luego a un motel a Lindsay Lohan cuando la ex estrella infantil puso un pie fuera de la clínica de rehabilitación.

-Me invitó a Los Cabos –dice Selva.

6.- Suena inverosímil, pero los pobres diablos también corremos con suerte de vez en cuando. Selva rechazó la invitación del actor hollywoodense borracho adicto al sexo, siendo esta la segunda ocasión que no se deja seducir por un famoso que le gusta. Sin embargo, no nos engañemos, en la vida nada es gratis, a cambio de su fidelidad, mi chica me ha pedido algo.

-Quiero contarte las rayas del ano.

-…

-Se llama anomancia.

Selva me explica que su nuevo gurú y guía espiritual es el psicomago de apellido ucraniano, alias, el director de cine de películas bizarras.

-En Twitter dijo que una persona sana debe tener 33 rayas en el ano.

-…

-Yo tengo trece –dice Selva con el rostro consternado, abriéndose las nalgas.

Dos horas más tarde, humillado, entro a Twitter y no se me ocurre nada más que lanzar una andanada de insultos, insidias y vituperios en contra el viejo horrible amante de los anos.

“Métete 20 monedas de oro en el ano, escúpele en la cara a tu papá y mira bañarse desnuda a tu mamá en una tina”, me responde el psicomago a manera de terapia para menguar mi amargura y fortalecer mi virilidad.

7.- Lunes. Debo iniciar la semana de manera productiva. Ahora sí que estoy convencido de comenzar a escribir mi novela. Abro mi laptop. En pantalla descubro la desagradable sorpresa de ver la fotografía de mi rostro hinchado, abotargado, mofletudo, de hámster recién parido.

“Mi novio dormido”, escribe Selva.

“Vaya gustitos”, es el comentario general de más de una centena de personas que por arte de magia empiezan a seguirme en el Twitter.  

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