Opinión Nacional

Venezolanos en el exterior

 Tribus que se desplazaban en función de la existencia de algunos bienes comestibles. Organizaciones sociales elementales donde las mujeres eran una mezcla de lideresas con esclavas, pues ellas disponían de la organización familiar y eran las ejecutantes de la gran mayoría de las obligaciones.

       Con la llegada de los españoles a partir de 1498 y de los negros africanos que vinieron a realizar las tareas más fuertes, se inició la conformación de un crisol étnico y religioso que fue añadiendo componentes que vinieron de variadas latitudes y culturas.

Haciendo un salto acrobático, encontramos que la guerra civil española envió a Venezuela un interesante y numeroso grupo de ciudadanos que fueron líderes en la educación, la cultura y las ideas políticas avanzadas. La segunda guerra mundial nos trajo un contingente de ciudadanos europeos que huían de la barbarie y vinieron a desempeñar sus profesiones y oficios en estas tierras. En años más recientes, a partir de los intermedios sesenta del siglo pasado, Venezuela fue destino anhelado por grandes expediciones de latinoamericanos que expulsados por los designios económicos y políticos de sus países, encontraron estupenda acogida en este país.

Hasta cumplidos los tres primeros cuartos del siglo pasado, los venezolanos solo salieron de sus tierras, en la época de los libertadores, para contribuir con su arrojo y con su sangre a la libertad de naciones hermanas; y con la evolución económica favorable que nos brindó el petróleo, para disfrutar la hospitalidad de otras naciones en viajes cortos y provechosos.

En 1974 se implanta un programa educativo que tenía maravillosas intenciones, olvidó soluciones alternativas, produjo mucho provecho para quienes lo disfrutaron y poco rédito a la nación. El “Plan de becas Mariscal de Ayacucho” envió a cuarenta mil venezolanos a estudiar a los centros educativos mejores del mundo, con un costo muy importante. Cada uno de ellos obtuvo lo que quiso y los más aventajados tuvieron la atención y lograron cargos en empresas y en centros educativos y científicos de muchos sitios importantes, mientras que el resto, regresó al país a trabajar en distintos sectores sin una consecuencia coyuntural para la nación.

Hoy, transcurridos doce años de dictadura perniciosa, nos encontramos conque por primera vez, un contingente muy numeroso de venezolanos, ha decidido emigrar a países que les ofrezcan una calidad de vida, una estabilidad y una seguridad, que trágicamente hemos perdido.

Se dice que algo así como un millón de venezolanos se encuentran hoy en los más distintos países del mundo. Un tercio de ellos se han residenciado en los Estados Unidos; un veinticinco por ciento se ha distribuido entre España, Colombia y México; Argentina, Italia, Chile y el Reino Unido son destinos muy importantes, mientras un quince por ciento lo hacen en otros países del mundo.

Todos ellos son venezolanos y aunque son emigrantes, mantienen todos sus derechos civiles. Todos requieren atención de las autoridades nacionales para mantener su documentación al día y para ejercer el derecho a elegir las autoridades nacionales desde los consulados de sus residencias.

La Mesa de la Unidad, que está realizando medulares funciones en el liderazgo de la oposición venezolana, tiene que dedicar todos los esfuerzos y todo el tiempo necesario para que las autoridades consulares le brinden a todos esos ciudadanos, las facilidades necesarias para realizar el proceso de inscripción en el Registro Nacional Electoral y que las mesas de votación estén preparadas y listas para atenderlos en los actos comiciales que se realicen. Venezuela lo exige y ellos lo requieren.

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