El Editorial

¿Y a mí?

Cada cual quiere su pedazo, haya o no haya torta que repartir. De hecho ya comenzaron los reclamos. “¿Qué tiene él que no tenga yo?” es el argumento esgrimido por quienes reclaman. La alusión es directa al presidente Chávez: “Si hay 136 millardos de bolívares para los militares, también los tiene que haber para los trabajadores del Metro, de la salud, de los tribunales, de las universidades, de la industria petrolera…” y pare usted de contar.

Durante dos años, los trabajadores de todos los sectores de la economía esperaron pacientemente. Se trataba de un tiempo -por cierto más largo que el generalmente otorgado a todo nuevo gobierno-, para que pusiera las cosas en su lugar, hiciera sus diagnósticos, sus estudios, análisis, reajustes, constituyentes, expulsara a los sindicaleros, a los adecos y copeyanos, y procediera a presentar sus planes y proyectos. Durante este lapso se conformaron y hasta aceptaron como justos, los ajustes salariales de no más de un diez por ciento implementados por el Ejecutivo. Pero la paciencia tiene un límite y sobre todo, el hambre. Unos trabajan y no cobran, otros cobran sin trabajar, como es el caso de los jueces suspendidos, denunciado por un diputado del propio oficialismo.

Las bombas, que no falsas, comenzaron a explotar por todos lados: marchas, paros, quemas de cauchos, cierres de autopistas y demás.

Y no importa que Luis Miquilena, Alfredo Peña, o cualquiera amenace con meter preso a quien con sus acciones afecte el normal desenvolvimiento de la vida nacional. Igual se anuncian tomas de gobernaciones, cierre de puertos, aeropuertos y vías públicas (el Metro no lo cierran, pero igual no anda), incluso se habla de interferir el trabajo en los puestos fronterizos.

“Se acabó la luna de miel”, comentan algunos. “Se trata de manipulaciones de sindicaleros”, dice el otro.

Lo cierto es que la conflictividad laboral puede dar al traste con la paz social, o la “calma chicha” que se mantuviera hasta hace poco. Ahora el reloj comienza a descontar. La palabra le toca al gobierno. ¡Y vaya que sí! Hasta Luis Miquilena comienza a hablar de diálogo y se perfila como el gran negociador. El juego se les puede ir de las manos y, para evitar malos entendidos, el ministro de Finanzas, José Rojas, advierte que no se trata de la “ley del embudo” (ancho para unos y angosto para otros), sino que las cosas son por partes y los primeros en el biombo del sorteo resultaron los militares. ¡Pero para todos hay! El gabinete Ejecutivo, por si acaso, aprobó 431 millardos de bolívares para cancelar los compromisos laborales que generó la reforma a la Ley Orgánica del Trabajo. “El presidente no quiere contentar sólo a los militares, sino que hay una atención global del problema laboral”, expresó Rojas. También aparecieron 52 millardos de bolívares para las universidades.

¿Y los demás? ¡Tic,Tac! Continúan en la cola, y es que la respuesta a la “apretazón de estómago” no puede ser un ¡Y a mí qué!

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba