Un gobierno no tan débil, por Xabier Coscojuela

La Mesa de la Unidad Democrática perdió la brújula en su mejor momento, luego de los resultados electorales del pasado 6 de diciembre. Cuando demostró que los sectores democráticos del país eran clara mayoría. Cuando todo indicaba que la unidad de acción seguiría siendo la premisa fundamental se comenzaron a expresar posiciones individuales que impidieron seguir avanzando en la derrota del Gobierno.

El primer episodio fue la elección del presidente de la Asamblea Nacional, cuando Henry Ramos Allup logró los votos, fundamentalmente, de Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo. Los integrantes de Primero Justicia consideraron que se había conformado un frente contra ellos y la desconfianza se hizo presente.

Luego el anuncio de Ramos Allup de buscar una vía, en los siguientes seis meses, para salir de Maduro también generó ruido a lo interno de la coalición opositora. Si bien había sido una oferta electoral hubo quienes pensaron que había que discutir con mayor profundidad cuál era la política adecuada para enfrentar al Gobierno.

Luego vino la presentación de hasta cuatro caminos para salir del actual presidente, una prueba de que la unidad no pasaba de ser un deseo.

Hoy la situación dentro de la entente opositora es todavía peor que en enero. Las propuestas sobre lo que hay que hacer varían casi de un dirigente a otro. No hay coherencia en lo que se propone porque no hay acuerdo entre las fuerzas que componen la MUD.

Hace más de una semana se declararon en sesión permanente para lograr el consenso, pero por lo que expresan públicamente ese objetivo no ha sido logrado.

Capriles pide que el general Padrino López participe en el diálogo. A las pocas horas Ramos Allup dice que no comparte la propuesta. La Causa R habla de recoger firmas, Carlos Ocariz hace una propuesta parecida, María Corina Machado pide dejar el diálogo, propuesta a la que le hacen coro en Voluntad Popular y Alianza Bravo Pueblo. Mientras los que están de acuerdo con negociar con el Gobierno no dicen nada.

Desde las posiciones más radicales se asegura que el diálogo le dio oxígeno a Maduro. Que su gobierno estaba a punto de caer. Que bastaba hacerle el juicio político en la Asamblea Nacional y marchar hasta Miraflores para que ya a estas horas hubiera un gobierno diferente en Venezuela. No compartimos esta posición. Un gobierno que ha anulado la Asamblea Nacional, que ha podido superar sin mayores protestas en las calles la grave situación económica que se vive, que suspendió y pospuso las elecciones regionales, que paralizó el referendo revocatorio con la facilidad que lo hizo no está tan débil como estos dirigentes opositores creen.

Es cierto que ha perdido mucho apoyo popular y todo hace pensar que seguirá reduciéndose su base de respaldo, pero no lo vemos a punto de caerse ni mucho menos. Cuenta con un sustento entre la población respetable para como están las cosas y con el soporte de todos los poderes del Estado con la excepción de la Asamblea Nacional.

Lo más importante en nuestra opinión es que a pesar de las diferencias internas que hay en el chavismo las mismas han sido mantenidas bajo control y actúan de manera coordinada y coherente cuando enfrentan a los sectores democráticos. No hay una divergencia pública entre ellos, menos una recriminación. Nadie ha llamado traidor a otro, como si ha ocurrido en la oposición.

Para ganar una pelea hay que tener bien claro cuál es la correlación de fuerzas existentes. En eso, evidentemente, también hay diferencias al interior de la MUD. Ese error de apreciación ya ocurrió en el pasado. Los años que van del 2002 al 2005 fueron abundantes en ese tipo de equivocaciones. Nunca es bueno volverlos a repetir.

Ese punto es importante aclararlo para luego de ello determinar, con cierto margen de éxito,  cuál es el camino a seguir. Creemos que al final se terminará en una mesa de negociación pero al sentarse hay que hacerlo en las mejores condiciones posibles. Sin unidad se va en desventaja, sin presión en las calles también.