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Patti Smith eclipsa con su humanidad la ausencia de Dylan en ceremonia del Nobel

La cantautora estadounidense Patti Smith se convirtió en protagonista de la ceremonia de entrega de los Premios Nobel, aunque no recibía ningún galardón, y con su voz eclipsó la ausencia del laureado en Literatura, Bob Dylan, de quien interpretó el tema «A Hard Rain’s A-Gonna Fall».

Smith llenó de sentimiento el acto, en el que intervino después de que se presentara la figura Dylan, ausente de Estocolmo por otros compromisos, por lo que el profesor Horace Engdahl de la Academia Sueca no pudo invitar al cantautor, como manda la tradición, a adelantarse para recibir el premio de manos del rey Carlos Gustavo.

Tras un aplauso de los más de 1.500 invitados a la ceremonia en honor a Dylan, comenzó a sonar una guitarra a la que se unió la voz de Smith, quien cantó desde el lugar reservado a la orquesta, por encima del escenario.

Una emocionada Smith que se acabó equivocando, tuvo que parar y pidió volver a empezar. «Podemos retomar esta estrofa. Lo siento, estoy tan nerviosa», señaló entre un gran aplauso la cantante, que tuvo un segundo tropiezo, justo antes de que se uniera a su voz la Real Orquesta Filarmónica de Estocolmo.

Y es que «A Hard Rain’s A-Gonna Fall» son casi siete minutos de canción con una complicada letra compuesta por Dylan en 1963, y plagada de inquietantes visiones. «Vi a un recién nacido rodeado de lobos / vi una autopista de diamantes por la que no iba nadie / vi una rama negra goteando aún sangre fresca».

La actuación de Smith fue seguida muy de cerca desde el escenario por los reyes Carlos Gustavo y Silvia, así como por la princesa heredera, Victoria, y su esposo, el príncipe Daniel, que como el resto de presentes le dedicaron la gran ovación de la ceremonia.

El nuevo premio Nobel de Literatura es «un cantante que merece un lugar junto a los griegos, junto a Ovidio, junto a los visionarios románticos, junto a los reyes y las reinas del blues, junto a los maestros olvidados de brillante calidad», según dijo Engdahl de Dylan.

Su revolución ha sido devolver «al lenguaje de la poesía su elevado estilo, perdido desde los románticos», pero no para «cantar eternidades, sino para hablar de lo que pasa a nuestro alrededor. Como si el oráculo de Delfos estuviera leyendo las noticias de la tarde».

Dylan pertenece al mundo de la literatura porque «la belleza de sus canciones es de la más alta categoría», una artista que ha cambiado «nuestra idea de lo que puede ser la poesía».

De hecho, la gente «pronto dejó de compararle» con los músicos Woody Guthrie y Hank Williams para hacerlo con Blake, Rimbaud, Whitman o Shakespeare.

Engdahl no perdió la oportunidad de referirse a quienes no han visto con buenos ojos que el Nobel sea para un cantautor y aseguró que «si la gente en el mundo literario gime, hay que recordarles que los dioses no escriben, sino que danzan y cantan».

Aunque Dylan no estaba en Estocolmo, sí ha enviado un texto que será leído al final del banquete de gala, cuando un premiado por categoría tome la palabra.

La ceremonia empezó con un discurso del presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, quien alertó de la extensión del populismo y de cómo líderes políticos de Europa y Estados Unidos «están ganando votos con la negación del conocimiento y las verdades científicas».

«La terrible verdad es que ya no se puede dar por sentado que la gente crea en la ciencia, los hechos y el conocimiento».

La entrega de los Nobel, regida por un férreo protocolo tuvo otro momento fuera de lo común, protagonizado por uno de los galardonados en Física, David Thouless, de 82 años, quien tuvo que ser ayudado en todo momento a caminar y poco después de recoger el galardón se retiró del escenario.

El rey entregó a los premiados, todos hombres y en su mayoría nacidos en Europa, una medalla y un diploma, tras escuchar a los miembros de la academia glosar sus descubrimientos.

En Física, Thouless, Ducan Haldane y Michael Kosterlitz, «han establecido las bases de una nueva forma de describir la materia», mientras en Química James Fraser Stoddart, Bernad Feringa y Jean-Pierre Sauvage han sido «pioneros y fuentes de inspiración» con el desarrollo de las máquinas moleculares.

El premiado en Medicina, Yoshinori Ohsumi, ha abierto con sus investigaciones en autofagia «un nuevo campo de la biología» y los laureados en Economía, Oliver Hart y Bengt Holmström, han ayudado con sus teorías a «escribir mejores contratos para mejorar la cooperación y el bienestar».

El himno nacional sueco «Du gmala, du fria» («Tú antigua, tú libre») marcó el final del acto y los reyes y sus invitados se trasladaron al Ayuntamiento de Estocolmo para un banquete en honor de los premiados.

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