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El 16 de julio de 2017, un día de fervor civilista y republicano

Con esperanza en un nuevo amanecer, con rabia ante tantos abusos, asesinatos, torturas, con el pesar por tanta hambre y miseria, con la decisión de enmendar un destino funesto, fuimos el 16J a estampar nuestra manifestación de voluntad por un cambio, triplicando con alegría el sí de la dignidad, de la desobediencia civil, de la rebeldía ciudadana ante los atropellos del régimen militar-civil (más lo primero que lo segundo) que mal gobierna.

Fue sobre todo una gesta profundamente civil al calor de los votos, esos mismos que nos han negado en años recientes, una fiesta sin militares, sin plan república, sin CNE. En vez de fusiles y tonos verde militar, bolígrafo y civilidad multicolor; a cambio de gritos de mando, banderas de la educación y la bonhomía;  en lugar de un CNE servil a la dictadura, la dignidad y garantía de varios rectores universitarios como símbolo del discernimiento que deberemos aplicar en las tareas de reconstrucción nacional, cuando la pesadilla acabe.

El 16J fue el día del país de José María Vargas, Cecilio Acosta o Teresa de la Parra, y también de la patria civil y civilista de hoy, esa misma que se hizo presente el 11J en ocasión del centenario de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales o días antes, el 5 de julio, en la tradicional sesión solemne de la Asamblea Nacional que marca el día  de la Independencia, sesión que este año vivió el claroscuro entre civilidad y militarismo, al ser asediada por vándalos a sueldo del régimen.

No es poco el contraste en nuestra historia republicana reciente. Por un lado y bajo el mando de militares de dudosas credenciales en las materias bajo su responsabilidad, resaltan la barbarie destructora, las instituciones desmanteladas, la infraestructura nacional ruinosa, tras casi 20 años de deterioro sistemático… y el derroche del maná de dólares petroleros que cayó sobre esta tierra como nunca antes, con el único resultado de un retroceso de 50 años en los parámetros de crecimiento como nación.

Por el contrario, en aquella Venezuela civil de la segunda mitad del siglo XX se construyeron grandes obras públicas de ingeniería civil y sanitaria bajo la dirección de legendarios personajes de amplias credenciales en los temas bajo su cuidado. Una época en la que se creyó en el mérito como base de respaldo a instituciones universitarias y a la fundación de un sistema científico tecnológico que nos colocó por primera vez en el mapa de la ciencia mundial, se dio impulso al montaje de industrias de alto vuelo, se llevaron a cabo políticas públicas en salud y educación, hubo un desarrollo destacado de la vida cultural. Todo en una Venezuela civil y de libertades, que sin ser perfecta, dio lo mejor de sí en favor del progreso nacional. Todas ellas, obras venidas a menos por mano de un régimen “militar-civil” que ha puesto en improvisadas manos castrenses el manejo de los más delicados asuntos técnicos de la nación.

El tiempo ha llegado para la restauración de la república civil. Y para eso fue el acto de rebelión ejercido el pasado domingo 16J. Más que votos, fueron 7,5 millones de expresiones de desobediencia civil, de rebeldía a cara descubierta, al amparo de la constitución vigente, entusiastas, llenas de convencimiento ciudadano, democrático, libre. Una jornada que ha llenado de admiración al mundo y a nosotros mismos, una proeza cuya enorme significación política fue rápidamente captada por invitados extranjeros y por muchísimos gobiernos y organizaciones alrededor del mundo. Que los personeros del régimen sean ciegos al impacto político de esta iniciativa de la Asamblea Nacional, da una medida de su incapacidad gobernante.

Sigamos, entonces, en la ruta trazada. Nada de hacer dibujo libre. Todos a una. Un nuevo amanecer nos espera.

TUITEANDO

Los artículos 34-2 y 83-6 de La ley Estatuto de Función Pública (GO. 37.482; 11/7/2002) prohíben y sancionan a los funcionarios públicos que hagan propaganda política, u ostenten distintivos de partidos políticos, en ejercicio de sus funciones. Esas normas están siendo violadas ostensiblemente en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) desde hace algún tiempo y ahora más, con propaganda a favor de la iniciativa anticonstitucional constituyente, y con amenazas a trabajadores para forzar su participación en la votación del 30J. La Asociación de Investigadores del IVIC ha protestado públicamente esas acciones que vulneran el carácter académico de la institución y violan la ley.

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