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Elecciones de gobernadores 2017: Todo un acto de realismo mágico

El triunfo del oficialismo en las pasadas elecciones regionales en  Venezuela, el 15 de Octubre, da al traste con la esperanza que teníamos los venezolanos de una pronta salida pacífica y electoral a la profunda crisis política y económica que vive el país.

Este proceso electoral regional se celebra luego de las elecciones de una Asamblea Nacional Constituyente, totalmente oficialista, elegida el 30 de julio, que de acuerdo al Gobierno, trajo consigo la paz y la armonía al país, en virtud del cese de la calle que mantenía caliente la oposición durante los meses de abril a julio, marchas convocadas por la MUD para exigir la salida de Maduro, que dejaron un triste saldo de más de 125 muertos.

Luego de que el CNE diera el primer boletín, Nicolás proclamó una «victoria arrasadora» del PSUV, con 17 gobernaciones, contra solo cinco que obtuvo la oposición, del total de 23 estados que conforman la Nación. De este proceso electoral, solicitado insistentemente por la oposición, en virtud que tenían ya un año de retraso, se dicen muchas cosas, en primer término la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), acusa al Consejo Nacional Electoral (CNE) de prestarse al juego del régimen, desconocen los cómputos, no reconocen los resultados y piden una «auditoría total» del proceso.

Resulta muy difícil analizar los resultados electorales partiendo de las dos posibilidades binarias que circulan en la opinión. Por un lado, se atribuye el fracaso a la abstención, pero si realmente pensamos que hubo abstención opositora entonces el sistema electoral es limpio.  Es curioso, porque la abstención de la que se habla  no se refiere en específico al votante que se abstuvo, sino que más bien se atribuye al discurso político alrededor del tema, se refiere a los promotores políticos de la oposición que se deslindaron del proceso, cuyo discurso los exime sin duda de cualquier responsabilidad sobre los resultados. Sin embargo, quieren capitalizarlo, así como sus consecuencias, pero nadie lo dice con orgullo, sino que campantemente se lavan las manos. Debemos empezar por reconocer que sin lugar a dudas aquí se promovió la abstención, pero que va, no se admite.

Con relación a este tema, debemos entender que muy por el contrario a lo que se dice, realmente la abstención se trata de una expresión ciudadana espontánea, que lógicamente tiene unas causas.  Sin embargo, analizando la realidad es que en las elecciones regionales del 2012 la abstención en el Estado Miranda, por poner un ejemplo,  fue igualmente de un  41%; en Vargas fue de 58%; en Carabobo fue de 51% y en Lara fue de 43%. Además, el promedio nacional de abstención en elecciones de gobernadores ha sido tradicionalmente superior al 50%, de tal manera que no el resultado actual no debe extrañarnos para nada, por lo que en mi opinión continuar atribuyendo la derrota a la abstención no solo es una simple equivocación, sino que además, desdibuja la realidad. Por otro lado, hay quienes, hasta cierto punto, presumen que la oposición es la causa fundamental de la abstención dada la emigración, al no haber cobrado en 2013, teniendo pruebas de haber ganado, y en consecuencia no haber evitado la crisis que padecemos.

Por otro lado, tenemos el tema del fraude, lo cierto es que hay una situación inocultable y que ya sabíamos desde hace rato de modo que no estamos descubriendo el agua tibia, tenemos un sistema electoral absolutamente viciado, controlado por unas autoridades que están manifiestamente parcializadas. Así podemos observar que en este proceso se cometieron un montón de irregularidades, más allá de los tradicionales delitos electorales en flagrancia que ya conocemos y que fueron realmente pocos, irregularidades estas que se gestaron previo al acto comicial en sí.

En este sentido podemos mencionar que hubo menos centros y más votantes por mesa, de manera que se propició una reducción de la infraestructura electoral todo lo cual impactó en la dinámica electoral  de la votación. Por otro lado, hubo menos control del voto asistido, este  “acompañamiento profesional de votantes” al ser eliminado el Sistema de Información al Elector, el derecho a solicitar ayuda para votar, se convirtió en un proceso de monitoreo del voto en los centros apoyándose en que no existen testigos debidamente formados ni capacitados. Adicionalmente la negativa del CNE a permitir la participación del Observatorio Electoral Venezolano (OEV), como  garantes, a pesar de tratarse de una de las organizaciones de monitoreo nacional, limitó el control independiente de la votación.

También se presentó una confusión con los miembros de mesa, ya que no se realizó el sorteo ciudadano para escoger a quienes prestarían el servicio electoral, ello porque el organismo decidió utilizar para estas funciones a los ciudadanos que fueron seleccionados para la elección parlamentaria del año 2015. Por otro lado en cuanto al tema de las sustituciones, es de todos bien sabido que incidió sobre los votos válidos y nulos, dada la negativa del CNE de respetar el contenido de los artículos 62 y 63 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, todo lo cual provoca que 45 aspirantes de oposición que se inscribieron preventivamente antes de que se realizarán las primarias de la alternativa democrática y que posteriormente presentaron su renuncia, permanecieran en los instrumentos de votación.

Por otro lado, tenemos la denuncia de Smartmatic, la cual generó una profunda desconfianza, ya que después de la votación de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) la empresa, acusó a la Presidenta del CNE de informar al país resultados distintos a los que fueron contabilizados por el sistema. Para poder comprobar si la cifra de participación anunciada por Tibisay Lucena fue cierta es necesario conocer, las actas de cada mesa de votación y compararlas con los resultados por centro y mesa de votación, asunto que a la fecha no ha ocurrido.

Finalmente está el tema de los Centros de Votación eliminados y nucleados a última hora, esa última decisión del CNE aumento considerablemente la tasa del voto opositor perdido, ya que argumentando básicamente razones de seguridad, el organismo comicial eliminó 251 centros de votación en 16 estados, todo lo cual complicó el ejercicio del derecho al sufragio de los ciudadanos inscritos en estos centros, si se toma en consideración que los nuevos centros asignados no contaban con la capacidad operativa para recibir un número tan alto de votantes, y sin contar su ubicación en zonas de difícil acceso o en donde las condiciones de seguridad ciudadana son mucho más complejas que en las zonas en donde se ubican los centros cerrados.

Producto de este análisis, entonces concluimos que ni la abstención como causa, ni el fraude como origen, eximen a la Unidad de la responsabilidad mayor como liderazgo principal.  En este sentido, existen otros elementos que nos negamos a analizar y que tienen que ver sin duda con la actuación de la oposición en general, por lo que pienso que llegó el momento de reconocer con humildad nuestros errores, y enmendarlos en la medida de lo posible.

En primer lugar, debemos entender que no hemos construido una relación íntima y cercana con los ciudadanos, y por lo tanto, el crecimiento del que hablamos no es tal, no es más que un auto engaño. De tal manera que si bien es cierto que Maduro carece de popularidad, la gente ve a la oposición como un grupo de personas absolutamente incoherentes entre su discurso y su accionar; porque simplemente se limitan a convertirse en una suerte de «aspirantes» a los cargos públicos. Buscan votos cada vez que hay una elección, pero no se preocupan sinceramente por los problemas o necesidades del pueblo y sus soluciones. Son líderes que para completar, se agreden entre sí, dejando ver las costuras y las ansias de poder.

No existe una propuesta real de cambio para el ciudadano común, nada con la que la gente pueda identificarse, que las incluya y beneficie, sino únicamente proyectos personales particulares e intereses grupales, de modo que ante la ausencia de esta verdadera conexión con los sectores populares, aún descontentos con el gobierno, no ven a la oposición como una opción real de mejora para ellos.

En este sentido los partidos políticos del país, se han convertido en simples «clubes de candidatos» en los que siempre aspiran los mismos, de tal modo que quien es diputado puede abandonar el cargo sin pestañear, para dedicarse a intentar llegar a ser Gobernador o Alcalde, así dejan los curules y se burlan de la voluntad del pueblo, demostrando que no es precisamente su vocación lo que motoriza el asunto. Se reciclan una y otra vez, dejando entrever sus intenciones, desmoralizando a la población que votó por ellos y generando así, una suerte de incredulidad y vacío de liderazgo inocultable. En este orden, los partidos cada día que pasa pierden confianza y credibilidad,  no crecen, no se  multiplican y la gente realmente valiosa que los integra, cansada de tanta desazón, huye por la derecha.

Por otro lado otro, nos topamos problemas aún más graves: la indudable desorganización y desestructuración en la oposición, el desprecio por lo técnico, por la formación, todo lo cual acarrea consecuencias graves en la oportunidad electoral y desde luego un grave conflicto en la comunicación. En esta elección, no hubo defensa del voto y los padrones electorales de los testigos resultaron un verdadero desastre.

Analizando fríamente, pienso que se ha malinterpretado el sentir de los ciudadanos al  haber tomado unilateralmente la decisión de ir a unas elecciones, después de esa maravillosa demostración de la Consulta Popular: el Plebiscito y la inacción por parte de las autoridades opositoras de cara a sus resultados, además de la reacción del gobierno y el triunfo del mismo, al instalar la Asamblea Nacional Constituyente.

El oficialismo ya tenía 20 gobernaciones y aun cuando perdió tres, significa sin duda, un triunfo mayúsculo, arrebatarle a la oposición estados como Miranda y Lara, aun cuando los resultados de este proceso electoral parecen procedentes de un acto de magia, ya que son absolutamente inconsistentes.

Este proceso electoral era visto como una oportunidad para la oposición de demostrar su fuerza de cara a los incipientes acercamientos de un diálogo con mediación internacional. En virtud de lo ocurrido, ahora la vía de la negociación se rompe indefectiblemente, ya que según las propias declaraciones opositoras no habrá dialogo, por el contrario, el asunto es considerado una agresión, por lo que la situación presagia más confrontación, y sin duda mayor radicalización política por parte del gobierno que se considera triunfador, aun cuando Maduro enfrenta una impopularidad del 80% -según la firma Datanálisis- ante la abrumadora situación económica que agobia a los venezolanos.

Hoy más que nunca la frustración y las divisiones afloran en la oposición dificultando y perjudicando  su consolidación, colocando a cada uno en su esquina. Mientras tanto Nicolás, convirtió estos comicios en una validación de su Constituyente, desconocida por la MUD y por países de América y Europa por considerarla «fraudulenta» e «ilegal», de manera que la solución a la crisis, coinciden los analistas, no solo no está cerca sino que peor aún, el país tiende a adentrarse en «un callejón sin salida”.

En este orden de ideas, el panorama político luce complicado, ningún Gobernador de oposición se juramentará ante la ANC, no como un acto de mera rebeldía sino en cumplimiento de la Ley, de modo que como mecanismo de presión el régimen coloca gobernadores temporales hasta que esto ocurra, así se profundiza la confrontación.

La ambigüedad política del mensaje Unitario, la falta de comunicación, las contradicciones, son asuntos que nos dejan perplejos y nos confunden a todos aún más, la disparidad de agendas, deja entrever problemas con la Unidad, fracturada hoy más que nunca y el dibujo libre se impone. Sin embargo, Nicolás, ahora con los gobernadores electos, dijo estar listo para firmar acuerdos con la oposición y anunció que el PSUV publicará en su página las actas electorales para demostrar que no hubo fraude. Mientras diversas fuentes mencionaron el 10 de diciembre como la fecha para las elecciones municipales, enfatizando que con la oposición o sin ella, se realizarán estos comicios, en los que el PSUV prevé ganar 90% de las Alcaldías.

El llamado a la oposición es a la reflexión profunda y sincera, y a aceptar que los términos y condiciones de esta elección, fueron una locura y por ende sus resultados. Elecciones que se pierden por la confluencia de muchos errores del lado opositor, sumados a condiciones fraudulentas, como el uso de recursos públicos, el chantaje, el ventajismo y el desbalance creados por el gobierno.

Finalmente, se hace urgente la designación de los cinco nuevos rectores del CNE por parte de la Asamblea Nacional, ya esta se ha demorado suficiente por lo que es una responsabilidad ineludible, además del relanzamiento de un nueva Unidad, que aprenda a organizarse,  a acercarse a la gente con humildad y generosidad,  siendo más sinceros en el discurso y accionando en consecuencia. Llegó el tiempo del verdadero liderazgo, un líder se crece en la adversidad, mirando los problemas y las crisis como una oportunidad única para destacarse y accionar de manera distinta, para obtener resultados distintos.

Aquí lo triste del asunto, es que a la fecha continúan equivocados y en ese orden resulta muy posible volver a caer en la trampa electoral a la que ya estamos acostumbrados, dado el tema del espacio, solo que esta vez, me temo que será distinto, porque este proceso no solo nos conducirá a un nuevo y simple acto de magia por parte del organismo comicial en el mes de las brujas, sino que además podría significar el anclaje definitivo del régimen, porque no olviden la frase célebre de Joseph Stalin, “lo importante no es quién vota sino quien cuenta los votos….

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