Fuera el castro-comunismo
Maduro y los hermanos Castro están adueñados del poder en Venezuela, y es obligante desalojarlos en las elecciones que se realizarán el próximo domingo 14 de abril.
En el caso hipotético de que esta vez no se les venza, la lucha será prolongada y feroz.
Prolongada porque el castro-comunismo tiene dilatada experiencia en la obliteración de la sociedad cubana a través del sometimiento de la disidencia, el cercenamiento de la libertad de prensa y de la libre expresión del pensamiento; todos estos, derechos ciudadanos aplastados por un aparato propagandístico demoledoramente efectivo acallando al adversario, divulgando falsas bondades del régimen y lavando el cerebro a la población -depauperada y desasistida- para convencerla de los supuestos valores éticos de la llamada dictadura del proletariado como paso a la sociedad comunista que ha traído por más de cincuenta años ruina y miseria a Cuba.
Feroz porque los venezolanos no somos sumisos, como pudiera pensarse ante la realidad de que más de la mitad de la población -burlada- apoya al chavecismo comprobadamente corrupto y malversador. También porque, de hecho, el sistema de control de las comunicaciones públicas y la depurada propaganda a favor del comunismo están en desarrollo en Venezuela, al igual que la milicia y la penetración de nuestras Fuerzas Armadas, pero son avances que se combaten dentro y fuera del país desde hendijas de comunicación colectiva por donde se informa verazmente, y por medio de la diaria protesta callejera.
Por tanto y en el supuesto negado de que Maduro ganase y dados sus antecedentes, el próximo paso en la implantación del castro-comunismo a la venezolana será la represión inmisericorde, el cercenamiento de los derechos humanos, el espionaje -para el chantaje- de la vida privada de los dirigentes opositores y de todo quien se rebele, la tortura física y psicológica, la profundización de la castrante ideologización de la población joven mediante el uso de la estructura educacional estatal y de la red de medios de comunicación gubernamental para intentar adoctrinar a los estudiantes.
Tal perspectiva ha encontrado y encontrará la respuesta frontal que el venezolano suele dar cuando se intenta sometérsele. La afirmación no es patriotera. Ha estado reflejada en las manifestaciones y acciones estudiantiles, en la resistencia de los gremios docentes y de padres y representantes, en la permanente actitud combativa de los dirigentes de la oposición, y en el decoro de nuestras muchísimas mujeres valientes.
Las intervenciones en TV de Liliana Hernández y de Gledys Ibarra son apenas un atisbo. Es el vislumbre de que el castro-comunismo encontró en los venezolanos dondequiera que estén, hombres y mujeres, en pie de lucha. Y a sus milicianos se les repelerá corajudamente de distinta manera y desde muchas direcciones hasta darles la derrota que se merecen y ofrendar al bravo pueblo nuestro y al escarnecido pueblo cubano.
¡Así será de formidable la victoria!