Opinión Nacional

Inseguridad: mentiras y cuentos

La exposición que Nicolás Maduro hizo sobre la seguridad ciudadana durante la rendición de su memoria y cuenta ante la Asamblea Nacional, fue realmente decepcionante. En los pocos minutos que le dedicó al flagelo que más preocupa a los venezolanos, no planteó ninguna solución concreta, sino que a través de mentiras, amenazas y manipulaciones, solo intentó evadir responsabilidades.

Esta vez culpó a las telenovelas de ser las causantes de la siembra de antivalores que motivan la criminalidad. Esto no es nada nuevo, recordemos que en el pasado también había acusado a películas como «El Hombre Araña». Este tipo de expresiones constituyen una mezcla de burla y cinismo. Si la persona que conduce las riendas del país no reconoce el verdadero origen de la inseguridad que nos azota, la solución del problema luce cada vez más lejana.

Detrás de las críticas contra los medios de comunicación se esconde la voluntad de continuar limitando el derecho de información y la libertad de expresión de los venezolanos. El retraso en el otorgamiento de las divisas para la adquisición del papel periódico y la orden de revisar la programación de los canales de televisión abierta y por cable, son acciones de chantaje que están dirigidas a profundizar el ocultamiento de los graves problemas que afectan a la nación. El poder pretende quemar el sofá, matar al mensajero.

En su discurso Maduro omitió dar las cifras delictivas correspondientes al año pasado. Nada dijo, por ejemplo, sobre el número de homicidios, secuestros, robos o hurtos cometidos en Venezuela durante el 2013. De esta forma el Gobierno reconoce implícitamente la información suministrada por el Observatorio Venezolano de la Violencia y otras ONG nacionales e internacionales. Las estadísticas criminales constituyen un insumo imprescindible para la elaboración de las políticas públicas de seguridad ciudadana.

Insistir con el plan «Patria Segura» es un error. La militarización de la seguridad ciudadana no ha dado buenos resultados. Asimismo, el modelo de una Policía Nacional centralizada e ideologizada, debe ser revisado. Los llamados ingenuos para que el hampa abandone el camino delictivo, tampoco han servido para nada. Hay que ser muy iluso para creer que, por ejemplo, bandas criminales como los «Sanguinarios de El Cambur» van a entregar sus armas de forma voluntaria.

Garantizar la seguridad ciudadana, tal como lo señala nuestra Constitución, es un deber del Estado venezolano. Sin embargo, Maduro durante su intervención ante la AN hizo esfuerzos por distribuir esta responsabilidad entre toda la sociedad. También trajo nuevamente la tesis de no politizar el tema de la inseguridad (que es completamente político), tratando de evitar las críticas a sus fracasados planes contra la criminalidad.

El llamado al diálogo nacional, para que no sea considerado como simple demagogia, debe traducirse en acciones concretas. La alternativa democrática le ha pedido a la Conferencia Episcopal que sirva como mediador para lograr la definición consensuada de medidas contra la inseguridad. La MUD tiene un amplio desarrollo de propuestas sobre la materia. El país espera que las fuerzas políticas logren acuerdos en cuanto a la forma de abordar el fenómeno criminal. La pelota está en el campo del Gobierno.

Lo cierto es que, entre el abrir y cerrar de las comillas, Maduro dejó grandes dudas sobre la capacidad de su gobierno para disminuir los índices delictivos del país.

Twitter: @luisizquiel

 

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