Opinión Nacional

Por más que te tongonees…

Cuando «la Pelona» ronda el vecindario el espíritu tiende a ser propicio para la reflexión. Lo importante se desglosa de lo superfluo y las cosas van tomando su lugar. Nos consta por cuanto alguna vez -en afortunada falsa alarma- experimentamos esa sensación. Es probable que el Hugo Chávez en su dimensión humana pueda haber tomado nota de su condición finita y -como tantos otros- vivido esa etapa de introspección confortado también por el sacramento de la unción de los enfermos que recibió de manos de uno de los pocos obispos que -según él- no esconden al diablo debajo de la sotana.

Pero conociendo al personaje no podemos descartar que conjuntamente con esas muestras de espiritualidad haya tenido en cuenta los requerimientos del proyecto político que encarna el cual -según él mismo- solo puede proseguir y consolidarse con su presencia en Miraflores.

Así es como este opinador interpreta el repentino giro dado a prácticas tan consolidadas como la de la ropa roja o los eslóganes socialistas en los que la alternativa a esa ideología era muerte.

Un buen día Júpiter se despertó pensando que mejor cambiaba su atuendo rojo o kaki o la chaqueta tricolor sustituyéndolos por camisa amarillo pollito al tiempo en que la práctica anterior se calificaba de exagerada y se abolía de un plumazo.

Paralelamente el personaje descubrió que aquello de las «Areperas socialistas» era una estupidez que debía ser descontinuada de inmediato. Lo mismo que toda Venezuela pensaba y más de la mitad callaba por miedo, interés o comodidad.

Conocemos y admiramos la capacidad -unida a falta de escrúpulos- con que Chávez transforma sus debilidades y fracasos en victorias políticas y de percepción; de allí pues que nos inclinemos a pensar que en estas transmutaciones lo que hay es una simbiosis entre lo espiritual condimentado con el oportunismo político en su máxima expresión destinado a explotar la «operación lástima» que ya está rindiendo algún puntaje en las encuestas.

En todo caso el tema de la salud presidencial ha sido manejado con total opacidad, al revés de lo que exige una democracia en la que se pregona que rendir cuentas al pueblo es el norte de toda acción.

La salud de este articulista es un asunto privado del suscrito y de su familia. Por el contrario la salud del Jefe del Estado es del interés colectivo por cuanto de su evolución seguirán consecuencias que arroparán los asuntos públicos de la nación.

Es por ello que la práctica habitual en estos casos es la emisión de partes médicos hechos públicos por los profesionales tratantes y/o el director del hospital respectivo. No es posible ni deseable que la única -y hasta ahora certera- fuente de noticias sean los runrunes de Nelson Bocaranda, los dichos del propio enfermo o las opiniones de Fidel Castro.

Presidente Chávez, como cristianos oramos sinceramente por su recuperación plena que le permita vencer, vivir y -a lo mejor- rectificar. Como ciudadanos la deseamos para que en algún momento pueda Ud. confrontar sus acciones con los tribunales de auténtica justicia y después con los de la historia que a lo mejor sean más benevolentes.

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