Preparen la maleta
Acostumbrarse a lo indebido trae sus consecuencias. Hasta ahora el disfrute de los bienes de la nación iba viento en popa. La buena vida, viajes, lujos impensados y presunción de alta alcurnia, están ya en mal trance. Y eso en virtud del remolino del cambio que abraza al país. Crece en la sociedad venezolana aires de gobierno nuevo y decente.
El goce y disfrute de lo ajeno, de los bienes de la República de todos los venezolanos, por una montonera desbordada en ambiciones de todo tenor, está en un tilín. Nada hará cambiar la voluntad de los ciudadanos en legítima defensa de sus derechos democráticos, que se expresan en un vasto movimiento nacional profundamente unitario capaz de conducir ese cambio esperado y necesario hacia un gobierno eficiente.
Hay inquietud en las huestes totalitarias. Las manos tiemblan cuando revisan cuentas mal habidas, fortuna mil millonaria que no se puede ocultar, por cuanto de la noche a la mañana la ostentación se mostró todopoderosa y resuelta a la continuidad sin límites. Pero no contaron en lo absoluto, con el finiquito que los pueblos imponen cuando se abusa de su confianza, se violan sus derechos y se malversan sus recursos. Ahora andan los totalitarios metidos en camisa de once varas.
Están bailando en un tusero. Temores y no infundados que hace estragos en la pandilla totalitaria. Si se van o se quedan. Si se ponen a derecho o cogen el camino del terrorismo. Pero también pueden escoger negociar con algún oportunista despreciable que pretenda desvirtuar lo que está llamado a ser diferente en el camino de la honestidad administrativa. Amenazas, trampas, enredos y otras hierbas que puedan cambiar su decisión democrática.
