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¿Tendrá el gobierno una segunda oportunidad?

El año 2015 se caracterizó por anuncios económicos nunca cumplidos, por amenazas y enfrentamientos verbales con países limítrofes así como con España y EEUU, ahora con Francia, siempre por motivos relacionados de una u otra forma con la soberanía. Y ese panorama, entre otros temas de igual tenor, pero más internos con empresarios y opositores por una guerra económica en la que pocos creen, terminaron por minar la confianza ya golpeada con que podía contar el gobierno.

El año termina confirmando la pendiente negativa (tobogán) con la que arrancó. Cada mes advertimos y anticipamos que si no se tomaban ciertas medidas la situación se deterioraría, en lo social y en lo económico, y que eso derivaría en lo político. Y así ocurrió, tras una recesión de 10 puntos de PBI, una inflación cercana al 200%, un precio del barril acercándose a los 30 dols (y bajando), la revolución perdió unas elecciones las cuales si bien eran parlamentarias y por circuito se convirtieron en plebiscitarias y nacionales.

El resultado electoral en realidad no sorprendió sino que confirmó lo que todo el mundo sospechaba, menos el equipo de gobierno y su comando de campaña, quienes verdaderamente estaban convencidos que su peor escenario podía ser perder por un diputado, pero que el más probable era ganar por dos o por tres. Esto lo hizo con una seguridad tal que nunca preparó un plan B por si perdían como perdieron.

La enseñanza más importante que dejan el resultado y la posterior reacción del gobierno, es la falta de visión gerencial cuya característica generalmente es la anticipación y la preparación de escenarios….hasta el peor de ellos.

Y no debiera sorprender, pues no fue más que el reflejo de una manera equivocada de enfrentar problemas económicos gravísimos los cuales al continuar su deterioro terminó dañando a la gente y entrampándose de tal manera que con un poder político menguado y sin el apoyo militar será difícil remontar.

Una mala gerencia pública que atacó sin clemencia al aparato productivo, sin reconocer que la gente se vería duramente afectada; a lo que el gobierno endureció aun mas su discurso atacando a empresarios y opositores  y alejándose cada vez más de la gente la cual terminó por cansarse y dándole el poder político a alguien diferente para que resuelva. Y aun hoy, trece días después de las elecciones, el gobierno sigue sin mostrar que entendió el mensaje del pueblo y continúa la misma línea de acción que lo llevó al fracaso electoral. Si se hace lo mismo, entonces los resultados serán los mismos: seguirá por el tobogán.

Y allí está la clave del problema, si el gobierno no hizo los cambios (rectificación le decían) para evitar perder las elecciones, ahora no tiene ningún motivo real para realizarlos pues el incentivo electoral ya no está. Lo que si hará (y lo está mostrando) es radicalizarse brutalmente para mantener la gobernabilidad vía la polarización, técnica que le sirvió para no perder las elecciones por un margen mayor, pero que hay sospechas que gran parte de los votos nulos (que fueron muchos) fueron de “polarizados chavistas” que en realidad resultaron no serlo  y muchos votos que si recibió corresponden a gente que cree que las cosas están mal y que empeorarán. Cuando se cruza el rechazo a la gestión de más del 80%, con los votos obtenidos, se concluye que el apoyo duro del presidente y su grupo de gobierno no deben pasar del 14%. Y eso no es garantía de gobernabilidad por aquello que el rechazo a la gestión ha ganado espacio dentro del chavismo.

Estamos en un período de limbo que arrancó con los resultados electorales y que seguirá hasta el 5 de enero de 2016. No se espera que pasen cosas tangibles en ese período sino que se convierta en los prolegómenos y amenazas de acciones de un lado y de otro, de lo que harían y dejarían de hacer a partir del 5. Y a lo mejor el gobierno y la asamblea saliente toman algunas medidas “protectivas” para posicionarse en la nueva etapa.

Pero la situación realmente novedosa arrancará el 5 de enero. Todos deberán aprender a moverse en ese entorno y nadie debe esperar cambios en la esencia de sus comportamientos. El gobierno y la oposición actuarán como lo han venido haciendo hasta ahora.   Así haya declaraciones de cambio esto será aparente porque en realidad cada uno lleva la “esencia del escorpión”.

Todo este tema político tan invasivo y esperanzador en las emociones de los venezolanos que sienten que tal vez las cosas puedan mejorar, de alguna manera se ha convertido en una pantalla que pone detrás a los verdaderos problemas: La economía y la inseguridad.

En lo económico es difícil pensar en rectificación por lo que podremos esperar unas fiestas con pocos regalos para los niños y limitaciones en la mesa de la gran mayoría de los venezolanos. Y prepararse para un primer trimestre como parte del tobogán con que arranqué este artículo el cual aun no ha llegado a su piso y esto es así porque siempre hay recursos para una mínima supervivencia, pero no suficientes para las soluciones. Y en los recursos incluyo los relacionados con el conocimiento sobre gerencia y economía, los cuales están siendo sustituidos por la política y la comunicación propagandista. Que entiendo es el cambio por el que votó la gente el pasado 6D: menos discursos y más resultados.

Si las proyecciones económicas para 2016, especialmente en cuanto al pago de la deuda, estaban basadas en el control que tenía el gobierno de los recursos y el apoyo militar, estos elementos ya no están presentes, razón por la cual habrá que revisar los supuestos a partir del mes de febrero a la luz de los nombramientos en el gabinete y del comportamiento de las fuerzas (gobierno, oposición, militares, entorno internacional) durante el mes de enero. Y al no haber cambios en la estrategia de gobierno se puede esperar que la inseguridad siga ganando espacio.

La única y gran posibilidad de que las malas noticias anteriores no se cumplan pasa por un cambio profundo en la estructura del chavismo que lleve a modificaciones tales que reviertan el deterioro de la confianza y que empiecen a generar credibilidad y previsibilidad. Las mismas medidas que habíamos sugerido a lo largo de los últimos dos años solo tendrán efecto en este futuro post electoral si se dan en un ambiente de confianza, y eso, hoy es muy difícil de creer que pueda ocurrir. Muy poco probable pero posible.

Se gastó el argumento…y la credibilidad…seguir insistiendo en el mismo mensaje ya no dará resultados. Hay que despolarizar. Pero no parece que hayan recibido el mensaje de la gente. Siguen en lo mismo.

Es un callejón sin salida, pues no está claro si la gente, los que votaron en contra o se abstuvieron, estaría dispuesta a darle una segunda oportunidad.

Benjamin Tripier

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