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Hu Jintao anuncia una «democracia a la china», pero sin que el PC ceda el poder

Mao Zedong inventó el «comunismo con características chinas», Deng Xiaoping y Jiang Zemin hicieron lo propio con el capitalismo sacándose de la manga la «economía socialista de mercado» y el actual presidente el país, Hu Jintao, se ha propuesto reformular los principios de la democracia. Así lo dejó claro ayer durante la inauguración del XVII Congreso del Partido Comunista de China, una trascendental reunión en la que se marcarán las políticas a seguir durante los próximos cinco años y se elegirá al que será su sucesor cuando deje el cargo en 2012 tras su segundo mandato.

Ante los más de 2.200 delegados congregados en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, el presidente de China y secretario general del PCCh abogó por profundizar en las reformas políticas y sociales para frenar las enormes desigualdades que el «milagro económico chino» ha provocado entre ricos y pobres, así como entre las ciudades y las atrasadas zonas rurales. «El pueblo en su conjunto ha logrado un nivel de vida relativamente cómodo, pero la tendencia a que exista una brecha cada vez mayor en la distribución de los ingresos no ha sido completamente invertida», alertó Hu, quien reconoció que «pervive un desequilibrio entre las áreas urbanas y las rurales, entre regiones y entre la economía y la sociedad».

No en vano, la renta media en las ciudades, que ascendió en 2006 a 11.759 yuanes (1.157 euros) anuales, es ya el triple de los ingresos de los que disponen los campesinos, que son de 3.587 yuanes (353 euros) al año. De hecho, y aunque el extraordinario crecimiento económico chino ha generado una clase media urbana formada por unos 400 millones de personas y ha enriquecido a 320.000 millonarios, el Banco Mundial calculó en abril que más de 318 millones de chinos viven con menos de dos dólares al día.

Con el fin de acabar con tan peligrosas desigualdades, que amenazan a la estabilidad del régimen comunista, y de avanzar hacia la «sociedad armoniosa» que preconiza, Hu Jintao apostó por «modificar de forma significativa el modelo de desarrollo» que ha convertido al gigante asiático en la cuarta economía del planeta, pero donde 800 de sus 1.300 millones de habitantes viven aún en condiciones tercermundistas en el mundo rural.

Cuadruplicar el PIB en 2020
Por ese motivo, el objetivo para 2020 consiste en cuadruplicar el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita de 2000, lo que exigirá que la economía siga creciendo a ritmos superiores al 10 por ciento y que la riqueza sea distribuida de forma más equitativa entre la población, seguramente mediante una subida de los impuestos para las rentas más altas.

Para ello, el presidente chino indicó que «como una parte de la reforma global, hay que profundizar constantemente en la reestructuración política», insistiendo en la necesidad de «potenciar la democracia en sus niveles primarios». Sin embargo, Hu Jintao matizó que «en dicha reestructuración, debemos mantener la orientación política correcta y apoyar el papel central del partido en su liderazgo».

Una clara advertencia de que, en su ascenso como superpotencia, el régimen comunista creará una «democracia a la china» muy distinta a la que impera en Occidente. Todo ello a pesar de que en su discurso, que duró casi dos horas y media, Hu Jintao habló de democracia hasta en 60 ocasiones.

Pero eso no significa que los chinos puedan tener elecciones en el futuro, sino que «se extenderá la democracia interna del partido para desarrollar la democracia del pueblo». Al menos en teoría, el PCCh reformará el sistema de selección de sus miembros, que estará abierto a las elecciones directas en sus niveles inferiores. «La participación de los ciudadanos en los asuntos políticos se desarrollará de forma ordenada», advirtió el presidente chino mientras, paradójicamente, la Policía detenía a varias decenas de disidentes y descontentos que intentaban manifestarse en la plaza de Tiananmen.

Ajeno a dichas protestas, Hu Jintao manifestó que «debemos profundizar en la reforma institucional a nivel local para fortalecer a sus autoridades y para mejorar la transparencia en la gestión», marcada por los frecuentes casos de corrupción que socavan la imagen del régimen y, sólo en 2006, provocaron 72.000 revueltas.

Además, el máximo responsable del partido comunista reconoció el «coste excesivamente alto» que el crecimiento económico había causado en el medioambiente, por lo que anunció una nueva filosofía basada en la conservación de los recursos naturales.

Por último, el presidente chino hizo un llamamiento a Taiwán, la isla que permanece separada del régimen comunista desde el final de la Guerra Civil (1945-49) y cuya soberanía es reclamada por Pekín, para firmar un tratado de paz.

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