La guerra de Irak pesa en Armada de EU
La tensión de librar una campaña antiguerrillera en Irak, a una escala no calculada incluso hace un año y sin un fin a corto plazo, está pesando en las fuerzas estadounidenses, que sufren ya más de 1.350 caídos en combate _ unos 70 al mes.
También los costos están aumentando: más de mil millones de dólares por semana, con un total que ya supera los 100.000 millones de dólares.
E inclusive el secretario de Defensa Donald H. Rumsfeld, principal arquitecto de la guerra, cuyos esfuerzos principales consisten en lograr el entrenamiento de los iraquíes para que provean a su propia defensa, permitiendo así a los soldados norteamericanos abandonar Irak, usó recientemente la palabra «sombría»» para describir la situación.
Rumsfeld dice que continúa convencido de que la única forma de salir de la nación árabe es ejercer paciencia y fortaleza mientras se vaya creando una confiable fuerza de seguridad iraquí. Y comandantes militares estadounidenses en Irak formulan casi de manera cotidiana declaraciones optimistas, indicando que la marea está comenzando a darse vuelta contra los insurgentes.
Por cierto, las fuerzas de seguridad iraquíes están creciendo, al menos en número, y los soldados estadounidenses continúan capturando y matando a insurgentes, descubriendo y destruyendo arsenales con armas y respaldando la reconstrucción del país. Y el gobierno del presidente George W. Bush espera que las elecciones del 30 de enero representen el inicio de algo mejor.
Sin embargo, el Pentágono está tan corto de dinero para sostener una fuerza de 150.000 soldados en Irak que algunos jefes militares se muestran preocupados por la posibilidad de que la guerra, junto con el conflicto en Afganistán, comience a agotar a sus tropas.
La pregunta que está siendo formulada es cómo puede hacer el ejército para mantener una fuerza de voluntarios en estas circunstancias.
Una forma, sugirió un alto jefe militar, sería gastar 3.000 millones de dólares más por año para incorporar otros 30.000 soldados. Otra manera podría ser reducir las restricciones para el uso de la Guardia Nacional y de los reservistas, a fin de que sus efectivos puedan ser convocados a servicio activo por más de 24 meses, el límite actual.
Cuando Bush adoptó su decisión de invadir a Irak y derrocar al régimen de Saddam Hussein en marzo del 2003, los éxitos en el campo de batalla fueron tan rápidos que planificadores militares pronosticaron el retiro de unos 50.000 soldados en el lapso de semanas, y más retornando a sus hogares a fines del 2003. En cambio, la cifra de efectivos estadounidenses ha aumentado y se halla al nivel más alto de toda la guerra.
Entre los indicadores de que la situación enfrenta graves problemas figuran estos:
–Pese a los esfuerzos para crear una fuerza de seguridad iraquí capaz de hacerse cargo de las tareas actualmente realizadas por soldados estadounidenses, los resultados no son muy satisfactorios. La fuerza iraquí es sólo la mitad de lo que los comandantes estadounidenses consideran necesaria para efectuar la tarea.
— Pese a una exitosa ofensiva en noviembre contra el bastión insurgente de Faluya, los rebeldes siguen siendo capaces de matar a soldados estadounidenses e iraquíes en Bagdad, Mosul, y en otras partes, de manera casi cotidiana. El jueves, en Bagdad, una bomba colocada al costado de un camino mató a siete soldados norteamericanos. El viernes, un capitán de la policía murió baleado por desconocidos que se desplazaban en automóvil cerca de Abu Ghraib, al oeste de Bagdad.
— Un vocero militar estadounidense, el teniente general Erv Lessel, dijo el viernes que lo peor todavía no ha ocurrido. «Creo que el peor panorama es que ocurran una serie de horribles ataques que causen numerosas víctimas de alguna forma espectacular en los días previos a las elecciones»», dijo Lessel. «Hace un año, no se veían este tipo de cosas horribles»».
