Economía

El bien paga con bien

(%=Image(8022526,»L»)%) Buenos Aires (AIPE)- El estatismo beneficia a minorías, es corrupto y es «socialmente injusto», al empobrecer al pueblo y agrandar la brecha entre ricos y pobres.

Que Argentina es estatista, no cabe duda a pesar de que insólitamente el gobierno lo niega después de haber, entre otras cosas, estatizado la administración del Correo Argentino y de la empresa distribuidora de agua en Buenos Aires.

La Fundación Heritage y el Wall Street Journal publicaron recientemente el «Indice de Libertad Económica 2006», que encabeza Hong Kong entre 157 países analizados. Allí Argentina (economía «mayormente controlada») ocupa el puesto 107, muy por debajo de Chile (en el puesto 14), Uruguay (46), Albania (52), México (60), Perú (63), Uganda (66), Bolivia (67), Brasil (81), Namibia (85) y Colombia (91), Ecuador (107), Paraguay (109), Cuba (150) y la empobrecida Venezuela (152).

Los países menos libres son los más corruptos. En el informe de Transparencia Internacional, entre 159 países encabezados por Islandia, Finlandia y Nueva Zelanda, Argentina aparece en el puesto número 97, entre las naciones “fuertemente afectadas por la corrupción”.

En la región, el mejor ubicado en materia de honestidad es Chile, puesto 21 entre todos los países del mundo. Detrás vienen Costa Rica, El Salvador, España, Brasil, México, Panamá y Perú. Luego Argentina y detrás Bolivia, Ecuador, Guatemala y Nicaragua. Más bajo aún, entre los más corruptos del mundo, aparece la “bolivariana” Venezuela, junto con Paraguay y Haití, precisamente el país más miserable de la región.

Sucede que, bajo el estatismo, el mercado «contenido» por la fuerza policial del Estado tiende a desbordarse, desobedeciendo las leyes (el mercado negro) y sobornando a los funcionarios que ahora son más y tienen el monopolio de la arbitrariedad en sus manos.

Así las cosas, aunque el estatismo, la degeneración del desarrollo natural del mercado, perjudica a todos, los más fuertes suelen perder menos porque tienen dinero para cabildeos, para sobornar y porque pueden trasladar impuestos hacia abajo, como el caso de empresarios que pueden subir los precios de sus productos.

Un reciente trabajo de Daniel Heymann y Adrián Ramos, economistas de la CEPAL, compara niveles de vida en distintos países en base a las paridades de poder adquisitivo (PPA), que corrige los diferenciales de cambio. El ingreso promedio por habitante de Argentina (corregido según PPA) es de 11.700 dólares anuales, apenas 40% del promedio de los países desarrollados. Pero el 20% de los argentinos de menores recursos recibe apenas el 16% de lo que perciben sus pares en las economías desarrolladas. En contraposición, el 10% de los argentinos de mayores ingresos generan 45.000 dólares anuales (en PPA) por persona, un 66% de lo que reciben en los países desarrollados.

Si clasificamos a los países por el grupo más rico de la población, Argentina ocupa el puesto 27 en el mundo y Brasil el 34. Pero si lo hacemos por el 20% más pobre de la población, Argentina baja al puesto 51, y Brasil al 71, inmediatamente debajo de Costa Rica, Malasia, Turkmenistán y Albania. Es decir, quienes más sufren por los malos gobiernos son siempre los más pobres.

Como riqueza personal (a veces producto de la corrupción) no es lo mismo que desarrollo serio, el ánimo de invertir va ligado directamente al índice de libertad e inversamente al índice de corrupción. Dinamarca (con 8,82 puntos) será el país con mejor clima empresarial entre 2006 y 2010, según la clasificación elaborada por The Economist Intelligence Unit, entre las 82 mayores economías del mundo, las cuales reúnen más del 98% de la producción mundial.

El segundo lugar lo ocupa Finlandia, luego Canadá, Singapur, Holanda, Irlanda y EEUU. Argentina ocupa el puesto 57, por debajo de Chile (puesto 22 con 7,81 puntos), México (puesto 42), Brasil (45), Costa Rica (49), Colombia (55) y El Salvador (56). Debajo siguen Perú (59), Dominicana (66), Ecuador (72), Venezuela (77) y Cuba (81).

En fin, queda claro que el bien paga con bien. Al contrario del estatismo, o sea la coacción y violencia del Estado, el mercado desarrollado naturalmente –con la libertad como don– promueve el verdadero progreso de la sociedad, empezando por favorecer a los más débiles.

* Analista político argentino.

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