Economía

Gastar o producir

Esas son las alternativas. O aprendemos a producir o seguimos gastando, sin contar con otras entradas que las del petróleo vendido a los Estados Unidos, ligándola para que su invierno sea bien frío y así suban los precios. Esta encrucijada viene a cuento a raíz de la iniciativa gubernamental de convocar a una reunión con los productores de naranja de Carabobo, a fin de informar sobre la inversión que realizará el MAT para construir una planta procesadora de frutas en el centro del país. Estamos de acuerdo: el fortalecimiento del sector industrial es fundamental para derrotar lo pobreza, pero debemos tomar conciencia de una situación delicada. No se producen suficientes frutas en el país.

La semana pasada, por ejemplo, una importante industria publicó un aviso pago en medios impresos nacionales, intentando comprar concentrado de naranja. No cuentan con la materia prima que necesitan para abastecer el mercado. Hace tres meses compartimos con los industriales y nos explicaron por qué necesitaban importar concentrado de frutas en cantidades importantes. Venezuela producía hace 20 años un millón de toneladas de cítricos, hoy ni siquiera nos aproximamos a las cuatrocientas mil. La población aumentó considerablemente: no llegábamos entonces a veinte millones de habitantes y hoy nos acercamos rápidamente a los treinta millones, a pesar de ser uno de los países con menor densidad poblacional por kilómetro cuadrado del continente. No producimos lo suficiente, así de sencillo. La decisión del gobierno nacional de financiar una industria procesadora de frutas es positiva, pero tal inversión, y se nos habla de varios millones de dólares, sin crear las condiciones para al menos duplicar la producción nacional, no tiene mucho sentido. El proceso industrial, como lo dice su misma definición, pertenece al sector secundario de la economía y presupone un sector primario fuerte, una comunidad de productores agropecuarios exitosos y competentes.

¿Cómo podemos lograr que los medianos y grandes empresarios del campo, sobre quienes recae la responsabilidad de alimentar al país, decidan invertir en el sector? En primer lugar, se debe garantizar su seguridad personal y jurídica. Los secuestros constituyen el aliciente más importante a la desinversión en el sector. Para contar con una producción adecuada, debemos garantizarles la vida a los productores. Si ellos no están ahí, al frente de sus fincas, seguros de sus vidas y la de sus familiares, no contaremos con la materia prima necesaria para impulsar el desarrollo agroindustrial. Si no se les garantiza la propiedad de sus tierras y se crea un clima de confianza, nadie invertirá en un cultivo a largo plazo que requiere de cuantiosas inversiones y mucha experiencia.

En segundo lugar el Gobierno Nacional debe impulsar, de común acuerdo con los gremios privados, un plan citrícola nacional a mediano plazo. Y esto implica fortalecer y financiar la capacidad del SASA para supervisar viveros y garantizar la existencia de una base genética que permita el establecimiento de fincas de buena calidad. Nuestro rendimiento es de apenas 12 toneladas por hectárea, cuando en Brasil o en Israel, superamos las 50 toneladas por hectáreas. Juntos seríamos capaces de superar el desempleo que nos agobia, derrotando mezquindades y superando el paradigma que cree posible solucionar todos los problemas a punta de real y petróleo.

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