Economía

Ingresos petroleros tapan ineptitud económica de Chávez

(%=Image(3063984,»L»)%)Caracas (AIPE)- Después de seis tumultuosos años en el poder, no es sostenible el alegato del presidente Hugo Chávez de que conduce a los venezolanos hacia una mayor prosperidad. Cualquier análisis serio de nuestra economía muestra un dramático deterioro del bienestar. Una serie de programas disimulan lo que de otra manera mostraría un desastroso manejo de la economía.

En 1998, la gran mayoría de los venezolanos eran muy pobres y no tenían esperanzas de un futuro mejor. Durante décadas, la calidad de la vida se deterioraba. El proceso democrático parecía funcionar bien sólo en beneficio de los políticos y sus amigos. Los partidos que se habían alternado en el poder desde 1958, socialdemócratas y socialcristianos, se parecían mucho. Ambos ofrecían socialismo con libertad política. Sus políticas aparentaban defender a los pobres, pero siempre resultaron contraproducentes. La propiedad privada y los contratos poco significado tenían bajo sus leyes. Dos terceras partes de los trabajadores no conseguían empleos en la economía formal y el “Indice de Libertad Económica” de Heritage Foundation y el Wall Street Journal clasificaba a Venezuela como “mayormente reprimida”. El país requería un cambio dramático.

Ese mismo año, el candidato presidencial teniente-coronel Hugo Chávez acaparó la imaginación de los venezolanos con una buena evaluación de nuestros problemas, pero equivocadamente culpó al liberalismo económico como causante de la miseria. Prometió un nuevo estado con nuevas leyes, dándoles esperanzas a los pobres. En diciembre de 1998 ganó las elecciones y por algún tiempo después de haber asumido la presidencia siguió ganando popularidad.

Es cierto que Chávez ha aumentado las pensiones de los jubilados e instrumentado programas que antes no existían, como las once “misiones”. Tres de esos programas son educacionales. La Misión Robinson está diseñada para enseñar a leer. Los participantes reciben una remuneración mensual de 160.000 bolívares (unos 83 dólares) y pueden obtener su diploma de sexto grado en seis meses, pasando entonces a la Misión Ribas, con el mismo estipendio y donde pueden obtener el título de bachiller en seis meses. Es decir que un adulto que jamás haya ido a la escuela puede lograr en un año lo que normalmente tomas once años.

No hay duda que esos estipendios mensuales son muy populares entre desempleados y para quienes ganan muy poco, pero la calidad de la enseñanza y el valor de los diplomas son muy cuestionables. Para el gobierno es una ayuda con el desempleo, ya que los estudiantes dejan de ser desempleados.

Otra “misión” ofrece médicos cubanos, quienes viven y trabajan en las comunidades pobres, ayudando con problemas menores de salud, sin costo alguno para los pacientes. Pero lo mismo que en la educación, la calidad del servicio médico no se conoce. Si un médico graduado en Harvard llega a Venezuela, no puede ejercer antes de revalidar su título. Pero las credenciales médicas de los cubanos se dan por sentado. Es más, nadie sabe cuánto le cuestan estos médicos al país porque parecen ser provistos a cambio de petróleo venezolano para Cuba. Otra “misión” vende alimentos básicos con grandes descuentos sobre el precio regulado. Eso está destruyendo al sector privado a nivel minorista, mayorista e industrial.

Mientras tanto, la situación económica es preocupante. El Banco Central dice que la economía creció 17,3% el año pasado, una de las mayores tasas del mundo, pero eso ocurre luego de una contracción de 9,2% en 2003 y 8,9% en 2002. A pesar del control de cambios y de precios impuestos para frenar la inflación, en los últimos dos años hemos sufrido una inflación sobrepasada sólo por Zimbabwe. La inflación en 2004 fue 19,2% y en 2003 27,1%. El gobierno tuvo en 2004 un déficit equivalente a 3,8% del producto interno bruto, a pesar de altísimos precios del petróleo, ganancias cambiarias ficticias y un récord en cobro de impuestos.

El impuesto de 0,5% a las transacciones financieras es especialmente dañino. Como la mayoría de la población no utiliza cheques, el gobierno dice que ese impuesto no los afecta, pero eso ignora el hecho que el comercio traspasa sus costos al consumidor. Hay otros impuestos sobre el consumo que estimo aumentan 22% el precio de los productos básicos. Las disposiciones del impuesto ahora estipulan que hasta para la compra de un café el consumidor debe dar su número de contribuyente y su dirección.

Una importante característica de nuestra reprimida economía tiene que ver con la imposición, hace dos años, de controles de precios y de cambios. Esta película ya la habíamos visto. Venezuela tuvo esos controles desde 1983 a 1989 y desde 1994 a 1996. En ambas ocasiones se disparó la corrupción y la economía se hundió. Tuvieron que ser suspendidos en medio de la escasez y la hiperinflación.

Otra medida dañina introducida por este gobierno es la confiscación de propiedades. A principios de año se inició la confiscación del hato ganadero más productivo del país, perteneciente a la empresa británica Vestey Group Ltd. desde 1903, para redistribuir esas tierras entre “cooperativas”. Eso puede ser una medida popular entre los pobres, pero experiencias anteriores indican que los invasores terminarán muriéndose de hambre o de regreso adonde vivían. Pero el país pierde así un importante activo productivo y, entonces, nos sorprenderá la baja inversión y poca creación de empleos.

Sus discípulos siguen creyendo en Chávez y su carisma puede ayudarlo por un tiempo, a pesar del aumento de la criminalidad, ciudades inmundas, peores servicios, crecimiento de la economía informal y más mendigos que nunca en las calles. Sus partidarios están tan embobados que no detectan las contradicciones en sus discursos ni las muchas promesas no cumplidas. Pero cuando caiga el precio del petróleo, no habrá dinero para sostener a las “misiones” y entonces los pétalos se le caerán a la rosa.

(*): Consultor venezolano, fue director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas por 24 años. Artículo originalmente publicado por el Wall Street Journal, diario que autorizó la traducción de AIPE.

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