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Irene: La Apoteósis del Absurdo

» …nuestra clase media,
le tiene pavor a las ideas complejas… »
Ibsen Martínez

Para mí, toda página en blanco me retrotrae a la Villa loyola de mi niñez. De Las admoniciones recibidas en Ortografía y Sindéresis: «No olviden, niños, la concordancia entre sujeto, verbo y predicado…» debo no ir por la vida derrochando qué galicados tan al uso de nuestra dirigencia. Lo que no me dijo mi recordada Madre Eslava, es que también en lo social hay una gramática que respetar.

Contrario a la creencia popular, Irene Sáez no es una novedad electoral. La Sta. Sáez Conde no encarna proyecto inédito ni propósito de enmienda necesario a una rectificación nacional. Si Irene es algo, es la esencia más concentrada del presente. Lo que a través de ella se expresa, es -paradojas de la vida- eje de la grave equivocación que como sociedad hemos reiterado desde que se nos ocurrió hacerle cuchufletas a Don Vicente Emparan.

La nuestra, es crónica de diagnósticos acertados seguida de prognosis lamentables. De Colón a nuestros días, es el marketing, y no la substancia, lo que ha decidido el rumba. Oropel que envuelve la cultura relancina del chance, el truce, el ajiley y los caballos. El quino y los dos tercios bien fríos, que ahuyentan la disciplina necesaria para trazarnos un rumba, cualquiera que este sea.

Hasta hoy, nuestra aventura es consecuencia del resentimiento erigiendo mitos para evadir responsabilidad personal en los designios colectivos que a bien tenemos en embarcarmos. La responsabilidad primordial de lo que somos y la distancia de lo que queremos o creemos ser, si se nos permite reflexión introspectiva está en el espejo de nuestra propia responsabilidad.

De qué otra manera conciliar los modernos motivos principistas de la independencia con la ordolia de desfachateces cometidas por el General Páez en nombre de la oligarquía conservadora ¿Cómo justificar una Federación que en nombre de la libertad entró a saco en los pueblos gritando :»Muerte a los blancos y a los que sepan leer y escribir…»?.

¿Qué iluminación o progreso puede legitimizar a la Cochina de Naquanagua jugándose al ajiley el presupuesto en nuestra casa de Gobierno ? ¿Quién es el delicado espíritu capaz de discernir entre Las tropelias de Linares Alcántara y la vesanta elocuente de El Cabito? ¿Qué torturada lógica puede añorar como edad dorada al Gomecismo y sus cachorros ?

Acaso -salvo la docena de excepciones de rigor- no luce necesario -y hasta urgente-un curso intensivo de Acude para la mayoría de los dirigentes de los partidos políticos, el Congreso Nacional y Los Gremios Profesionales, Patronales y Sindicales ?

¿Quién derrochó a mansalva los US $ 160.000.000.000, 00 que de 1975 a la fecha hemos ordeñado de PDVSA ?. Es muy fácil -quizás demasiado para no ser sospechoso- decir que se los robaron, que se los llevaron los políticos y los banqueros, pero la realidad es que sin exonerar la chorería -que es mucha- la inmensa mayoría de esos echo Planes Marshall se los tragó Fuente Ovejuna subtribu Ta’barato.

Desde el damnificado profesional hasta los ahorristas del Latino, pasando por la sociedad que subsidiaba las arepas, nuestro presente es responsabilidad colectiva de un gentío que se niega a ser comunidad.

Sólo el más socarrón de los oportunismos puede pretender que la iconografía de ese país, su Mis Universo, la primogénita del Señor Souza -el mismo que sin empacho ni vergüenza declara no haberse leído jamás un libro ni saber un ápice de la gramática más elemental pueda encabezar un acto de rectificación contra esa cultura de la cual ella es más signo que el caballito del escudo.

El análisis más elemental de los Bs. 60.000.000.000,00 que la Sta. Sáez ha administrado en un Municipio que da grima de lo chiquito y falto de problemas, no permite ni reelegirla como Alcalde, mucho menos el despropósito de llevarla a la Presidencia de la República para culminar la banalización de la vida pública en una especie de capamiento colectivo donde cada quien se sabrá a su albedrío y suerte.

En Chacao no hay una sola institución, salvo el excelente servicio de Salud Chacao, que pueda ostentar el rango diferencial sobre el cual construir un liderazgo. Su policía esta llena de las mismas manchas que aquejan en una sociedad poco democrática y muy autoritaria -Arreaza Dixit- al estilo del resto de las policias de la ciudad. Funciona en un sótano, y mas allá de la estética bananera, y el derroche rústico, es poco lo que puede ostentar. La educación de Chacao es similar a esa calamidad pública que engaña nueve meses al año a los párvulos que tienen la osadía de pertenecer al 85% menos privilegiado de la sociedad.

El tratamiento impositivo de Chacao, la estructura del municipio de oro y su presupuesto, son el peor ejemplo que dar a una nación en crisis donde el derroche en lo innecesario impide que tengamos auténticas prioridades en que concentrar esfuerzos. No sólo la estructura impositiva está ahogando con tasas irracionales al comercio menor, al corazón del viejo núcleo urbano de Chacao, que hay paga en función al rendimiento de millonarias inversiones de la Francisco de Miranda, La Castellana, Altamira y Los Palos Grandes; sino que la manera en que se gasta -y donde se gasta- revela la regresividad social que se esconde detrás del agraciado rostro de la banal alcaldesa.

Hay brocales elevadísimos, rematados con jardines, en La Castellana y Altamira, recipientes de basura dignos de Manhattan o monumentos al mal gusto y al nuevorriquismo como la horrorosa plaza de Campo Alegre dedicada al fundador del Movimiento Scout.

En Chacao, la élite de la ciudad dispone de atención personalizada cuando ofrece un coctel o se le muere un prócer, pero en las zonas más modestas, donde habita la clase media y media baja, la huella de la Burgomaestre es una mezcolanza conceptual de negligencia con ocasional populismo que deja pálido a los partidos políticos repartiendo planchas de zinc en época electoral.

Y aquí llegamos a lo más medular del oximorónico gobierno municipal de Irene Sáez en Chacao: el autoritarismo que esconde la debilidad conceptual tanto de la alcalde como de sus asesores. A la menor de las críticas Irene Sáez no responde con argumentos, como el más pavloviano de los perros que entrenan los partidos, habla entre slogans de conspiraciones y el querer popular.

Para Irene Sáez la vida pública es una permanente encuesta. Es esa concepción del escenario social lo que la iguala al hiperpragmatismo de los partidos políticos donde todo se vale si es popular.

En esa arena no existen cuidadanos informados y racionales frente a los cuales se razona, existen masas amorfas y anónimas frente a las cuales se exige aplauso. El uso de los iconos religiosos, la crasa manipulación del substrato católico popular, la lleva a declaraciones cuasiheréticas que ofenden a cualquier creyente racional, cualquier católico consciente del contenido de su fe.

Pero no es la falta de consistencia lo que más asusta de Irene Sáez, es la gigantesca manipulación del subconsciente colectivo que irremediablemente se verá frustrada en una hipotética presidencia de la burgomaestre de Chacao lo que le mete a uno miedo en el cuerpo.

Como dije antes, Irene no solo no es nada nuevo sino que tampoco es algo diferente a la manera como los partidos han gobernado los últimos veinte años. Irene es quizás la más relevante de las opciones que produce un sistema político tan enajenado como el nuestro.

A medida que el sistema se pervierte, al político profesional subordinado al interés nacional, cargado de referencias ideológicas para navegar, atado a particulares muelles del cuerpo social y responsable frente a ese subconjunto, lo substituye el papagayo sin hilo que vuela en el huracán republicano sin otra guía, referencia y freno que el olfato de lo popular.

Esa tipología política es responsable del advenimiento a nuestra vida pública de personajes demasiado pequeños para gobernar, que en efecto y por obra de sus propias insuficiencias han dejado al Estado en manos de unas camarillas técnicas y sindicales que han terminado por hacer del acto público un fin en sí mismo.

Lo político, con creciente intensidad significa -en exclusividad- lo episódico, electoral, y efímero. Fuimos de las concentraciones a los megamítines donde lo que importaba era la cantidad de gente que asistía al acto. Si la consecuencia demostrable de esa tipología es un deterioro sostenido de la calidad de vida paralelo a la mayor concentración de recursos públicos que tenga -por mínima que sea la conciencia histórica que aún subsiste en Venezuela; el desprestigio de los partidos, su identificación con la corrupción, hace imposible reproducir los mega escenarios electorales, lo que obliga a apelar a los manipuladores y alquimistas para intentar despertar algún interés en la población por el acto electoral.

Ese ínfimo ser que hoy habita en el cenáculo de los partidos, al cual reeligen como diputados y senadores, gobernadores, alcaldes y concejales es demasiado ignaro, demasiado palurdo para poner en escena en este remake sistémico que hoy se viste de Irene Sáez y mañana, cuando el león de las veleidades populares se haya devorado este último símbolo le tiraran a Poppy o a Galarraga como fachada de un teatro viejo, cansado y ya imposible de presentar con su verdadera escenografía.

Es tan viejo el truco, que asombra cuanta gente quiere dejarse engañar, cuanta gente apuesta a que sea otro y no su propia acción, lo que venga a componer entuertos.

Con mero cambio de escenarios, ¿No son los mismos afeites que convirtieron en flor de un día a Larrazabal, Uslar, Burelli y Andrés Velázquez para nombrar operaciones más o menos exitosas a sus promotores ? ¿ Cuál es la diferencia con Pedro Tinoco, Diego Arria, José Vicente Rangel, Vladimir Gessen, Cova y Osvaldo Alvarez Paz para mencionar operaciones donde la combinación del Country Club en plan de salvapatria y notables sedientos de embajadas perdieron unos reales ?.

Que perversión mueve a nuestros catónicos medios a obviar en Irene Sáez el cardinal hecho que la niña ha sido no una, sino dos voces, la candidata no sólo de la odiada AD y el vil COPEI, sino de ambos partidos en comandita, cuando nadie -ni siquiera ella-tenta la más peregrina idea de qué iba a hacer con Chacao la pupila estética de Osmel Souza ?.

No es Chacao el más magnificado ejemplo del Darwinismo Social con que pretendemos imitar las prácticas del vecino colombiano que llevaron a esa sociedad a una permanente Guerra Federal ?. La mera existencia de Chacao como municipio rompe la solidaridad del Gasto Público que había aceptado la élite económica como un costo de la democracia social. Me explico, aquí el Country Club sabía que tributaba para que hubiera paños calientes -que no otra cosa es el gusto municipal- en los barrios de Petare.

A partir de Chacao, los ricos se tributan a sí mismos mientras en Petare quedan – abandonados a su suerte- casi millón y medio de almas que se disputarán las sobras del festín de Altamira y La Castellana. No busquen más causas del acrecentado resentimiento popular que se nota en las matrices de opinión pública.

Las encuestas, único argumento a favor de Irene Sáez, son aún más devastadoras como evidencia de lo superfluo de la aspiración de la Alcaldesa. Irene no arrima un solo votante nuevo y buena parte de quienes manifiestan preferencias por ella, lo hacen sin intención de votar y poco escondido deseo de castigar a la dirigencia política con esa escogencia.

Descartado ese ‘leitmotiv’ del oportunismo, lo que queda de esa candidatura es más escenografía que otra cosa, maquillaje poco atractivo a los críticos del barroco material y conceptual, pero esas son opciones personales y no opiniones políticas.

A la Operación Sáez no hay que cuestionarla en términos de su vida privada o inclinaciones nepóticas, su coeficiente intelectual, cultura o capacidad gerencial. Tienen razón sus partidarios cuando se quejan de una doble moral que señala pajas en el ojo de Irene cuando hay tantas vigas en la praxis política cotidiana (o se olvidaron de Blanca Ibañez pionera de ese género de metapolítica). Como tampoco es gallardo ni justo señalar su carencia de cuadros capaces de enfrentar la compleja situacción que tenemos por delante.

O Uds. creen que bichos como los que se asoman desde los cubiles parlamentarios, sindicales y partidistas son madera intelectualmente apta para liderizar o siquiera entender los cambios urgentes que requiere nuestro tejido social y cultural ?

A Irene basta rechazarla por lo que es y lo que ha hecho; por lo oximorónico de su ambición de ser «distinta», lo banal de las fuerzas reales que se esconden detrás de su popularidad. Irene es la última moda de una clase media estéril, ineficiente y muy ramplona que no tiene ninguna legitimidad para pretender otra cosa que el país que ella colectivamente ha construido.

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