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Venezuela: Nación rehén de los Políticos

CARACAS (AIPE).- Es universalmente reconocido que la globalización es una realidad y no una opción. Igualmente que la revolución de las tecnologías informativas están conformando nuevas modalidades de comercio y de comunicación. Que los satélites, las computadoras y el Internet desbordaron las soberanías nacionales, las políticas monetarias locales, el alcance de los bancos centrales y la censura informativa.

Pero, sorprendentemente, ninguno de esos temas fundamentales constituyen motivo de preocupación y debate en Venezuela. Tal vez nuestros políticos piensan que somos parte de una galaxia particular porque tenemos las más grandes reservas probadas de petróleo. Tal vez de tanto repetirlo han acabado creyendo que el petróleo, el hierro y el aluminio son «industrias básicas» y que la educación, la ciencia y la tecnología son actividades accesorias, pero no básicas.

Una vez leí que a los niños en el Japón les enseñan que su país es pobre porque carece de recursos naturales y que por lo tanto su capital es su gente que hay que educar. A nosotros nos forman enseñándonos lo contrario, que somos ricos simplemente porque tenemos recursos naturales.

Estuve releyendo un libro viejo, titulado «Venezuela, Land of Opportunities» (Venezuela, tierra de oportunidades), escrito en 1955 por Alfred Jankus, quien era presidente de la Coca Cola en Venezuela cuando a Caracas la llamábamos «la sucursal del cielo». En 1955, con apenas 9 millones de habitantes, la economía venezolana era la segunda en crecimiento en el mundo; éramos el principal exportador de petróleo a Estados Unidos; nuestra deuda interna y externa era cero. ¿Qué nos pasó? ¿Qué podemos hacer?

Estoy convencido que sin una verdadera reforma al sistema electoral actual es imposible que los venezolanos tengamos un futuro mejor. Venezuela es un país controlado por un reducido grupo de «accionistas». Unos quinientos personajes en el sector político, sindical y gremial controlan férreamente la actividad económica más importante: el presupuesto nacional, cada vez más inflado e ineficiente. Los empresarios, no importa su tamaño, poco cuentan frente al inmenso presupuesto nacional.

Este grupito privilegiado maneja a su antojo unos 18.000 millones de dólares al año, sin arriesgar un centavo de su patrimonio personal. ¿Se van a dejar quitar tan inmensas ventajas, tan inmenso poder? Se trata de gente que nunca ha trabajado en su vida; que nunca ha viajado sino por cuenta del estado; que sus choferes y guardaespaldas, acólitos y secretarias son pagados por la Hacienda pública, que colocan a sus familiares en esa misma nómina y ni hablemos del reparto de contratos para copartidarios, familiares y socios. Ya no se trata sólo de controlar la Hacienda nacional, sino controlar la justicia (seleccionando a los jueces), la educación, la salud y las fuerzas armadas, colocando amigos y simpatizantes.

Ante esta situación no sorprende que, según el reciente informe de la Cepal, Venezuela es el país que más se ha empobrecido en el hemisferio, reflejando la situación de violencia generalizada que padecemos, un sistema educacional politizado y colapsado, un cuadro de salud y hospitalario crítico, sistema judicial que no ofrece ninguna garantía a la propiedad ni a las personas, con policías politizadas, con unas fuerzas armadas tan contaminadas por el favoritismo político como cualquier otro gremio, todo esto montado en una infraestructura abandonada y obsoleta. Peor aún, tenemos un sistema electoral que genera una legislatura no representativa de los deseos e ilusiones de la ciudadanía, por lo que sólo nos garantiza más de lo mismo.

Parece que en Venezuela todavía no nos enteramos de la caída del Muro de Berlín y junto a Cuba seguimos siendo impermeables a las ideas y tecnologías que están transformando al mundo y dejándonos atrás.

Según los políticos que dirigen a Venezuela desde 1958 (los mismos porque Caldera lleva 70 años en la política y Carlos Andrés Pérez 60), los venezolanos todavía no hemos alcanzado la madurez necesaria para ser emancipados, por lo que nuestros eternos tutores deben seguir activos en sus puestos para congelar toda innovación.

A pesar de que Venezuela no tiene justificación alguna para haber caído en la situación que hoy sufre, corremos el riesgo de cruzar el umbral del nuevo milenio como rehenes de un sistema político controlado por un pequeño grupo, cuya visión y voluntad está limitada a la preservación de sus propios intereses.

* Político venezolano, ex gobernador de Caracas y ex embajador en las Naciones Unidas.

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