El Editorial

Dejen la guachafita

A lo largo de su historia, si algo le ha hecho daño a nuestro país, ha sido la eterna guachafita, o lo que lo Miranda calificó como el eterno bochinche.

Hoy, la crisis que es multifactorial, no tiene más solución que no sea en última instancia negociada, y por eso el llamado Acuerdo de Salvación Nacional no es una idea que surja de la cabeza de Guaidó, sino un imperativo que comparten la mayoría de los países, que de una u otra manera tienen interés en que la desastrosa situación por la que atraviesa el país se resuelva.

Pero para Maduro pareciera motivo de chercha y burla. Y otros que se oponen a esa propuesta, se la toman a la ligera y prefieren seguir con la guachafita de proponer soluciones inviables.

Seamos serios. El país esta literalmente colapsando, ya el estado central solo controla una represión cada vez menos efectiva, ya que no logra detener a las bandas delictivas, nacionales o foráneas, y alimenta una ilusión de bonanza que está encapsulada en pequeñas burbujas a las que solo tienen acceso la nomenclatura y sus compinches.

Venezuela solo podrá recuperarse- y eso con dificultad y mucho trabajo solidario- con un cambio del modelo político y económico. Pero solo se logrará cuando se puedan realizar elecciones de todos los poderes, libres y supervisadas. Lo que se debe negociar es una transición que permita que esas elecciones se puedan realizar en el tiempo requerido, para que sean de verdad una solución viable.

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Un comentario

  1. Mientras Maduro busca consolidar el poder, su país se sume en un hoyo de miseria. La hiperinflación ha agravado la escasez de alimentos y medicinas. Las epidemias de enfermedades prevenibles y la crisis de desnutrición infantil son cada vez más mortales, mientras que el crimen violento se ha disparado. Los vecinos de Venezuela, que una vez optaron por mantenerse al margen de sus tensiones internas, hoy enfrentan una catástrofe en sus fronteras. Los gobiernos de América Latina, la ONU, la Unión Europea y los EE.UU. deben redoblar sus esfuerzos para manejar la crisis humanitaria, incluso garantizando que los países vecinos tengan los recursos para hacerle frente.
    La turbulencia del 2017 ha magnificado el sufrimiento que padece Venezuela y la dificultad de encontrar soluciones. Mientras que el gobierno sí logró extinguir los disturbios civiles después de varios meses, despojar de su poder a la Asamblea Nacional, en manos de la oposición, y establecer una nueva Asamblea Nacional Constituyente con autoridad sobre todas las instituciones venezolanas, poco ha hecho por aliviar los problemas económicos del país. Sin embargo, afirma que está protegiendo al pueblo venezolano contra las potencias extranjeras y sus aliados internos, y denuncia que los reportes acerca de la muy real crisis humanitaria son mentiras destinadas a provocar una “intervención imperialista”, bloqueando bajo esta lógica los esfuerzos por proporcionar alimentos y asistencia médica.

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