¿Es hora de descansar o de luchar?
Vemos algunos intentos públicos de acomodo con el régimen, como si esa fuese la única manera de subsistir y tal vez de conseguir un resquicio en el que algunos de los que eso intentan creen que estarán mejor. De pronto borran de sus mentes el estado de indefensión en que se encuentra la inmensa mayoría de la población venezolana.
Caracas, y alguna otra afortunada ciudad beneficiada por el régimen para aparentar lo que no es, no son la verdadera imagen de la Venezuela pauperizada por el desastroso manejo del país por parte de los presuntos “ revolucionarios” del siglo XXI.
Un país que exportó electricidad ahora vive más apagado que encendido; un país que tenía uno de los más altos ingresos per cápita, ahora está al nivel más abajo de su historia, compitiendo con Haití por el último puesto en el continente; un país con una ganadería y una agricultura pujante, ahora está sometido a las exacciones de la guerrilla, bandas criminales y peajes militares.
No deseamos continuar la letanía, mucho menos en vísperas de Semana Santa, pero si debemos alertar que no hay condiciones para acomodos o rendición. Observemos con cuidado el ejemplo de Ucrania, en el que el David democrático supo enfrentar al Goliat dictatorial y lo hizo retroceder. Eso se llama un pueblo con sentido de dignidad y amor propio, no pusilánime y entregado.
