El Editorial

Gira contracorriente

La actual gira que hace el presidente Chávez a los países de la Opep ha creado una ola de expectación tanto en Venezuela como en el exterior que es interesante analizar. ¿Era realmente necesario que el recientemente relegitimado jefe de Estado venezolano hiciera ese viaje?

Por una parte, es perfectamente legítimo que Venezuela, miembro fundador de la organización petrolera y principal propulsor y anfitrión de la II Cumbre de Soberanos y Jefes de Estado de la Opep, se acerque a sus socios petroleros en un gesto por afianzar su iniciativa, en procura de alcanzar el éxito que representaría la presencia de todos sus «patners» en Caracas en septiembre próximo, logro que representaría para el grupo una imagen de cohesión que la fortalecería en un momento en el cual la Opep ha alcanzado nuevamente una imagen positiva en el ámbito internacional.

Sin embargo, luce un tanto capcioso que a estas alturas, a poco más de un mes de la realización de este encuentro presidencial, sea necesario el traslado del presidente y su numerosa comitiva para convencer a sus socios petroleros de asistir a la cumbre de Caracas. Pero no es este el aspecto más importante que vale la pena analizar, sino la pertinencia y repercusión del viaje de nuestro flamante presidente.

Lo realmente significativo es evaluar si los costos y beneficios que aporta a Venezuela el oneroso viaje de Chávez por el Medio Oriente se justifican en momentos en los cuales el país parece quedarse aislado dentro de la dinámica que mueve a las demás naciones latinoamericanas. En efecto, mientras países como México, Chile, Brasil y Argentina se reúnen con miras a fortalecer el Mercosur y las relaciones entre ellos, con una actitud cónsona con la nueva realidad internacional, Venezuela voltea hacia posiciones superadas y rechazadas por el resto de latinoamérica, como es su acercamiento con la guerrilla colombiana o al Grupo de Sao Paulo.

Si los principales socios comerciales de nuestro país están en occidente y son las naciones más poderosas del planeta, ¿no existían otras vías diplomáticas para fortalecer la realización de la II cumbre de productores de petróleo sin retar innecesariamente a los paìses con los cuales nos interesa mantener buenas relaciones comerciales? Tal vez una política exterior más inteligente y avezada hubiese encontrado caminos que no llevaran a Venezuela a colocarse de lado de regímenes que tienen el rechazo unánime del concierto de naciones.

¿O será que se trata de una posición personal de nuestro presidente viajero que trata de imponer, lo que daría entonces a esta gira una intención política que hasta ahora no ha confesado?

Finalmente, otro aspecto que luce atractivo mencionar es la propia importancia que Chávez otorga a la Opep, no porque no tenga razón en ello, dado que es una iniciativa exitosa y necesaria – la única organización del tercer mundo que ha logrado defender su materia prima- sino porque no podemos olvidar que la II Cumbre de la organización petrolera se hace cuando celebra sus cuarenta años de fundada y no podemos dejar de lado que esta iniciativa venezolana se produjo en los inicios de nuestra era democrática tan criticada por el propio presidente y se le atribuye con justeza a un venezolano producto de esos mismos años de los que Chávez denigra a cada momento. ¿Será que no es “puntofijista” la Opep?

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