El Editorial
La parodia de las firmas
Cuando Venezuela fue bloqueada por potencias extranjeras a principios del siglo veinte por no pagar sus deudas a acreedores de las potencias imperiales de la época, el presidente y dictador de turno, Cipriano Castro, aparte de hacer su famosa proclama «!La planta insolente del Extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!», actuó con inteligencia y astucia para lograr apoyo y tomó la decisión de liberar a todos los presos políticos y permitir el regreso a la patria de los exiliados.
Sin embargo, y a pesar de la retórica, el país tuvo que honrar su deuda, la cual sería saldada definitivamente por el siguiente dictador, Juan Vicente Gómez.
Hoy se arma una alharaca sobre una supuesta invasión que nunca ocurrirá, debido a un decreto cuya única consecuencia real fue la de permitirle al presidente Obama actuar en contra de algunas personas que son o fueron funcionarios del gobierno venezolano incursos en delitos vinculados al blanqueo de capitales y a la violación de DDHH, delitos por demás penados internacionalmente.
A diferencia de Cipriano Castro, el gobierno de Maduro no une al país frente a la presunta agresión del «Imperio», más bien lo desune al arreciar la represión, no liberar a los presos políticos, ni permitir el retorno de los exiliados, y se le ocurre la peregrina idea de hacer firmar, voluntaria u obligatoriamente, una carta al Presidente Obama exigiéndole la derogatoria del decreto.
Como bien se puede suponer, el efecto que producirá esa carta será nulo como el de una pluma en el viento, y tal vez lo que pueda ocurrir como respuesta sea la publicación en diversos medios internacionales de los haberes no justificados ni justificables de cifras millonarias de integrantes del régimen, depositados en distintas instituciones financieras del planeta.
El que los Estados Unidos en esta etapa de la administración Obama se haya replegado sobre si mismo y economizado miles de millones de dólares al no involucrarse en riegosas aventuras internacionales, es algo positivo y puede que a ellos los beneficie en algo. Sería algo así como el beneficio obtenido a nivel global por la caída de los precios petroleros, al aliviar las cuentas de la mayor parte de los países no productores de petroleo. Y es que los países de los Emiratos Árabes Unidos, no solo tienen grandes reservas de divisas, sino que poseen muchos activos a nivel mundial ; bien sean cadenas hoteleras, bancos ; cadenas de televisión y miles de millones en papeles negociables y así sucesivamente, hasta conformar grandes capitales internacionales, unos conocidos y otros menos visibles, pero activos al fin que no han desmejorado la calidad de vida de sus habitantes originales. ¿ Pero que ha pasado con ´´Anita la huerfanita´´ (Venezuela) ?.
Como buen país tropical y caribeño, con prácticas y que democráticas, resultó ser como las medias y falsas verdades, al pasar a tener las ´´patas cortas´´, y girar sobre si mismo, sin llegar a ninguna parte. Y es que ahora, mirándose en el espejo, descubre que no es ni tiene nada, salvo ser una nación empobrecida y arruinada, objeto histórico de una expoliación que se viene arrastrando desde su descubrimiento hasta el momento presente, y donde la malaria, el paludismo, el dengue y cuantas enfermedades tropicales existen, ya produce de nuevo niños con talla ´´enana´´ , mal alimentados y con madres – niñas que tiran sus bebés de juguete en cualquier basurero para ser pasto de las alimañas de la calle. Un país en paralelo pero real, donde en plena Semana Santa y a pocos pasos de las Iglesias de nuestros pueblos y ciudades, los mercaderes del hambre siembran sus ´´mercales´´ a cambio de una firma infame que les mate el hambre por unos días. Y de los niños vivos, les he visto sus costillas de hueso cubiertas de un pellejo amarillento que llaman piel y pasando por la humillación de sus padres, de caminar con la vista clavada en el piso para ocultar su vergüenza y disimular su pobreza,
De verdad que muchos no hemos estado en sintonía con los actos litúrgicos, ni con las palabras de nuestros sacerdotes, pues al mirarnos a los ojos compartimos un malestar inocultable y hasta la palabra de Dios, ya no proporciona consuelo. Y es que estamos presenciando una parodia de país que pareciera haber perdido el rumbo, sin destino manifiesto alguno, y donde todo parece reducirse a el movimiento de los renacuajos debatiéndose en el fondo de una charca estancada y pútrida. Nada sirve, nada funciona, todo está destruido, y hasta pareciera que nada es recuperable.
Leía que el país habría reducido sus regalos a la mitad para Cuba y los países miembros de PETROCARIBE, y que con un ahorro por aquí y otra cosa por allá, podría disponer de unos 17.000 mill/$, cantidad ínfima para poder aparentar que puede hacer frente a sus compromisos de deudas y atender infinitud de demandas pendientes ; un ´´correr la arruga´´ mientras el peso del desastre cae sobre la población y sobre un sector productivo privado, donde ambos, hacen milagros para sobrevivir y sin muchas probabilidades de lograrlo.
Hasta ya parece que el asunto de la invasión no ejerce mayor peso sobre la gente y los fanáticos del régimen van a tener que inventar algo nuevo lo mas pronto posible, Y es que cada día se perciben como una realidad lejana y aparte, algo que sabemos está ahí porque no paran de hablar, pero en los que ya no muchos creen de verdad que puedan existir en su cualidad de ´´gobernantes – desgobernados´´. Mientras tanto, el ´´Chuo´´, dice que no quieren la cabeza de Maduro ; que están dispuestos a ´´cohabitar´´, a convivir en paz y que aquí, todavía queda algo para todos. Algo así como, ´´vivir y dejar vivir´´, y que los ciudadanos de a pié nos quedemos como ´´pintados en la pared´´. Ese mismo error lo cometieron cuando hasta ignoraron el sentir del pueblo y todos sin excepción fueron arrasados por el tsunami de un desquiciado que de oficial desconocido, se transformó en dictador vitalicio. Nuevamente están actuando de la misma manera y cometiendo similares errores…
¡ Tal vez, la verdadera revolución esté por venir y apenas se esté fermentando !. OÍDO AL TAMBOR.