La unidad debe ser preservada mas no manipulada

Estamos atravesando una de las etapas más sombrías de nuestra historia. Por un lado, un régimen que insiste en mantenerse en el poder a cualquier costo, y por el otro, una oposición con un liderazgo indiscutible pero que el régimen se niega a reconocer, lo que ha generado divisiones en el frente opositor ante la imposición de que solo aceptará como contendor al candidato que le convenga.

Esta es la trama o la trampa que enfrentamos, y algunos, de buena fe, consideran que si esa es la opción, no queda más remedio que aceptarla. El problema es que no toman en cuenta la opinión de la mayoría de la población y creen que al aceptar el condicionamiento impuesto por el régimen, se logrará la victoria, aunque esta sea cuestionable. No es suficiente decir que la abstención es un error para evitar que ocurra, no porque alguien la convoque, sino porque representa el sentimiento mayoritario de la población, que percibe que la alternativa es más de lo mismo.

Hoy en día, la unidad no reside en las élites, sino en la base, la cual representa más del 90% de la población en términos porcentuales. Algunos pocos están con el régimen, mientras que la inmensa mayoría está en contra. Esta se movilizará y votará en la medida en que crea que la opción representa, a sus ojos, un cambio auténtico y no el producto de una maniobra política.

Si no entendemos esta realidad y no luchamos por lograr que esa figura sea vista como una opción real, sin importar quién sea finalmente el candidato, el régimen volverá a ganar la partida, incluso si representa una exigua minoría.