Lo importante de la fecha
Lo primero que demuestra le fecha fijada por el Consejo Nacional Electoral para las elecciones presidenciales, es el espíritu de arbitrariedad pues se cambia una tradición innecesariamente, con el agravante de que se alarga peligrosamente el lapso entre la elección del nuevo Presidente y la toma de posesión, dejando un riesgoso largo período de tentaciones, como ya sucedió entre las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional y la incorporación de los nuevos elegidos. Si ya el chavismo forzó la barra para recomponer la Asamblea Nacional en beneficio de sus intereses cambiando normas y reglamentos haciendo caso omiso de la voluntad de millones de electores, es lógico temer lo que puedan hacer ejerciendo el poder durante más de tres meses, especialmente si, como parece previsible, una mayoría de venezolanos elige un Presidente diferente a Hugo Chávez.
La rápida y firme respuesta de la Mesa de la Unidad Democrática demuestra no sólo su seriedad, sino que el cambio de Gobierno no es un simple alarde sino un proceso en marcha, que la unidad no es otra bandera electoral sino la base firme y formalmente trabajada de una nueva Venezuela en orden, con una guía precisa, con diagnóstico realista de los problemas y compromiso firme de cumplimiento, sin proclamas vacías ni odiosas e injustas exclusiones.
Lo importante de la fecha fijada por el CNE para que una mayoría de venezolanos decida el cambio hacia una Venezuela adaptada al siglo XXI y no anclada en pasados fracasados, es que llamó la atención del país sobre los temores que se están cocinando en quienes ya no parecen tener dudas de que el tiempo se les acaba: a esa página final el CNE le puso fecha fija pero regalando unas páginas extras en blanco, que son a las que hay que tenerle extremo cuidado. Pero que no cambian el final.
