El Editorial

Los precios del petróleo: secuencia de una crisis

En los mercados petroleros mundiales había, durante el primer trimestre de este año, fuertes excedentes de oferta. Para absorberlos, la OPEP le propuso a su principal aliado, Rusia, un recorte de 1,5 millones de barriles diarios. Rusia se negó y la respuesta de Arabia Saudita fue inundar el mercado de petróleo y tumbar los precios.

Mientras tanto en China estaba en pleno desarrollo el COVID-19, que había aparecido en Wuhan y que producía estragos cuya magnitud y gravedad el país asiático ocultó. Pero su economía cayó de rodillas. Por primera vez en 30 años el crecimiento del PIB del gigante amarillo se acercará a cero. El resultado, por supuesto, es una fuerte caída del consumo petrolero en la segunda mayor economía del planeta.

La poca transparencia de los chinos impidió que otros países tomaran precauciones a tiempo. Y pronto apareció también el virus en Europa, traído por desprevenidos viajeros. Los miembros de la Unión Europea están pagando un alto precio, no sólo en vidas, sino también en sus economías, que según el FMI se contraerán en un 6,6%, arrasadas por el virus y con una fuerte caída en el consumo de petróleo.

El virus estalla entonces en EEUU y, con una vertiginosa velocidad de contagio, se extiende por todos los estados, haciendo estragos en Nueva York, la más cosmopolita de sus ciudades. El impacto económico ha sido devastador. El Fondo Monetario Internacional estima que en el 2020 la contracción del PIB estadounidense será del orden del 6%.

Y como el contagio no conoce fronteras, también está golpeando ferozmente a la América Latina y al resto del mundo.

El impacto de la pandemia en la economía es demoledor y por tanto también lo es en los mercados petroleros. La Agencia Internacional de la Energía estima que la demanda petrolera mundial puede caer en 29 millones de barriles diarios durante el mes de abril. El 12 de abril la OPEP convino con sus socios y con Rusia un recorte de 9,7 millones de barriles diarios, cifra obviamente insuficiente.

Es los mercados petroleros los compradores suelen firmar contratos a futuro para garantizarse la disponibilidad del crudo que necesitan. Pero como vimos, los mercados están severamente afectados por fuertes excedentes de oferta derivados de la pandemia.

Esas eran las circunstancias imperantes cuando el 20 de abril vencieron los contratos de compras petroleras a futuro del WTI (crudo marcador de los EEUU) para entrega en mayo. Quienes habían adquirido ese petróleo se encontraron sin mercado para el mismo. No hay vehículos circulando, ni aviones volando, ni buques navegando, ni empresas consumiendo energía al ritmo usual. Para colmo, el costo de almacenamiento se disparó.

Quienes habían suscrito esos contratos se vieron en la necesidad de salir de ellos a cualquier precio. El problema es que nadie los quería. Esos contratos valían menos que nada. Por ello, optaron por pagar para que les quitaran ese petróleo de las manos.

El precio del crudo marcador de los EEUU, WTI para entrega en mayo, pasó a ser negativo. El lunes sufrió una caída tan estrepitosa que de cotizarse a 18 dólares por barril al inicio del día, al cierre de la jornada cayó a – 37,5 dólares por barril. Había que pagar para que se lo llevaran.

El mercado considera que en los próximos días el precio puede a estar por debajo del actual -fenómeno conocido como “bacwardation”- y, para colmo, los costos de almacenamiento han aumentado considerablemente porque se está copando la capacidad física.

El fenómeno afecta básicamente al WTI. En Venezuela el crudo que utilizamos como referencia es el Brent. Pero este crudo marcador, que sirve de referencia en Europa y en el resto del mundo, experimentó también este lunes una caída del 8,90%. Sin embargo, la fecha de entrega para el Brent es en junio, cuando algunos esperan que la situación del mercado haya mejorado.

Todo depende de las secuelas económicas que deje el COVID-19. Si los países logran abrir sus economías y estas comienzan a recuperarse, los mercados petroleros podrían evolucionar hacia un fenómeno conocido como “contango”, en el cual las expectativas cambian y se espera que en el futuro inmediato el precio será mayor que el actual. Eso podría detener o al menos atenuar la debacle que está ocurriendo en la industria petrolera.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

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