El Editorial

Paisaje después de Fidel

No se puede negar que el Presidente Hugo Chávez disfrutó, como ningún otro, la visita del polémico mandatario cubano Fidel Castro. Entre el 26 y el 30 de octubre nuestro Presidente vivió sumido en un romántico idilio juvenil con la Revolución Cubana y con su principal exponente. Pero Fidel ya se retiró. Chávez ha de volver a Venezuela.

El ambiente sociopolítico que, tras la visita de Fidel, se percibe en nuestro país no parece augurar una etapa sencilla para el gobierno. Los sindicatos se encuentran en una ofensiva por varios frentes, la Ministra del Trabajo Portocarrero ya no alcanza a atajar todos los conflictos con su habilidad para el debate gremial: paro de maestros de la Educación Básica, Media, Divesificada y Profesional, paro de universidades – profesores y empleados – , conflictos en ciernes con los empleados administrativos de la Administración Pública (FEDEUNEP), en resumen, el panorama sindical y gremial contrasta con la debilidad del nuevo sindicalismo “bolivariano” impulsado por el oficialismo y desplaza la temática del referéndum sindical.

Otro tema frente al cual el Presidente tendrá que sentar una posición es la discusión del Presupuesto del 2001, donde hay varios puntos a mencionar: el precio del barril de petróleo sobre la base que se realiza el presupuesto se encuentra por debajo de las expectativas más serias, trayendo como consecuencia una percepción de austeridad que puede esconder intenciones más profundas. El reparto presupuestario deja varias almas en pena: la Alcaldía Mayor y Alfredo Peña entre ellas. De igual manera las últimas decisiones del CNE colocan en entredicho varios procesos regionales clave de las elecciones del 30 de julio, como podría ser el caso de Vargas y Mérida.

Todo esto sin mencionar el frente de la política exterior: los roces con los Estados Unidos -reflejados en el intercambio de comunicados-, con Colombia y con Guyana parecen no enfriarse a la velocidad deseada. El canciller José Vicente Rangel parece no darse abasto tampoco con la diversidad de respuestas que tiene que gerenciar repetidamente. Y esto puede ser solo el inicio.

En resumen, los conflictos a los que deberá enfrentarse el Presidente, que regresa de su ensueño romántico, posiblemente generen en el mandatario deseos de retirarse a aguas caribeñas o, más probablemente –conociendo su personalidad-, lo estimule a iniciar nuevas batallas. De cualquier manera el paisaje venezolano después de Fidel lo obligará a gobernar.

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