Domenica Aglioloro y su «Arte Insurgente»
La artista Domenica Aglioro ha tramado al arte contemporáneo venezolano problemáticas fundamentales de nuestra realidad: inseguridad, represión, satanización de las protestas, femenicidio y militarismo, a través de un lenguaje plástico que combina las técnicas de las artes del fuego, el arte textil y lo conceptual, en obras como Platos Militares 2007, Al César lo que es del César 2002, De Punta en Blanco 2011, Vestidos en el Armario-Árbol, 2014, Cintas por los Derechos Humanos, 2007-2014), La Cochina Rosa, 2013…. Temáticas que también se han reflejado en la estética urbana, a raíz de la insurgencia del 12 F del 2014, cuando en Táriba, estado Táchira, un grupo de mujeres de una barricada hicieron un pantaletazo, colgando pantaletas en un improvisado tendedero y pegaron varios blúmeres sobre una pancarta con la consigna: Las gochas las tenemos bien puestas.
Esta relación entre la estética y la política no es reciente, y muchas de las propuestas vinculadas a lo femenino- insurgente en la última década están asociadas a eventos del pasado, como la desmesurada reacción del oficialismo ante lo que se llamo el pantaletazo en el 2001. Cando un grupo de militares enviaron a los generales sobres en cuyo interior había pantaletas. La reacción de las autoridades militares, convirtió esto en un boom mediático: la declaración pública del ministro de defensa de entonces, denunciando la conspiración que ese estaba gestando. Pantaletas variopintas se convirtieron en cruda caricatura de la degradación del Estado al ejército nacional al partidizarlo e ideologizarlo.
“.., la escena protagonizada por el anterior ministro de la Defensa, cuando convocó una rueda de prensa para exhibir las pantaletas con las cuales se invitaba a la conspiración. La muestra de sedas y encajes realizada en la pasarela de Fuerte Tiuna por el representante más encumbrado de la oficialidad a quien acompañaban unos edecanes otrora circunspectos, pero convertidos de pronto en asistentes de costurero, era el primer capítulo de la descomposición que ahora se ha profundizado…Primero quisieron prevenirse de la amenaza de un pantaletazo y hoy proclaman su angustia ante los morteros del cotilleo.”(Elías Pino Iturrieta, Epica, El universal, 12 /11/2001).
Estos sucesos inspiraron la instalación: Al César lo que del César,2002, como respuesta a la visión machista del régimen hacia la mujer. En la ambientación cuelga una serie de pantaletas rosadas hechas por la artista, sobredimensionados en la parte superior, alargadas en la parte de la cadera para que cubriera la cabeza y metafóricamente el pensamiento-cerebro, y transmitir la idea de pantaletas-bolsas-vivientes. Hace referencias a “!los bolsas¡” que enviaron las pantaletas del 2001, sin percatares que estaban ofendiendo a sus mujeres. Pues usaron esta prenda íntima como vía de negación de la feminidad. En lugar de esto debieron enviarles gigantes condones, forma presente a través de la ambivalencia formal de la instalación. El arte insurgente regaló a nuestro generales, una radiografía de lo que podría ser su psiquis.
La artista fue más allá en el discurso visual: en cada una de las pantaletas-bolsas, colocó estrellas doradas en la parte inferior donde estaría la vagina, similares a las usadas en las chatarreras militares. Hace alusión directa al militarismo que impera en Venezuela, y que percibe a la mujer y al país solo como objeto utilitario y dador de placer. La estrella dorada es también luz cósmica, asociada a los inmensos soles lejanos que dan nacimiento a sistemas planetarios, por tanto son fuente y huellas del palpitar del cosmos. Significación opuesta a las estrellas de las charreteras que representan la jerarquía piramidal y autoritaria, que al adueñarse del Estado ha producido dictaduras en el continente por décadas donde ha dominado la opresión, y la oscuridad.
La artista restituyó el significado trascendente de la estrella-vagina, pues la mujer da luz y vida a través del útero. Asociación simbólica que el escultor Alejandro Colina, también transmitió a su escultura de María Lianza, 1951 -originalmente perteneciente al complejo escultórico de la UCV. Este icono en su parte superior, sostiene entre sus manos alzadas un hueso pélvico, estructura ósea de la cadera femenina. Lugar donde germina y brota la vida. Asociación simbólica que explicaría el por qué esta diosa madre de la religiosidad popular, es protectora de la naturaleza y expresión de la fertilidad.
Aglioloro acompañó la instalación con un poema del poeta León Felipe (1884-1968), para completar su significación:
Venid todos y ayudarme, / a sacudir este árbol/ ¿No veis que solo no puedo?/ venid pronto/ Que el fruto ya esta dorado/ venid pronto, /antes que las estrellas, / se las coman los gusanos.
El femenicidio la artista lo simboliza en el fruto dorado (=estrella), que es pervertido por el machismo, como los frutos comidos por los gusanos. Esto lo destaca también en su obra en cerámica Platos Militares, 2007 donde sobre un juego de platos del círculo militar dibuja en cerámica formas vaginales, y en uno imprime la pisada de una bota militar sobre una vulva, mientras en otro es rodeada la vagina por estrellas haciendo alusión a la ideología y jerarquía militar. Enfatiza al militarismo como destructor de los fundamentos de la vida. En términos políticos las dictaduras y las democracias son tendencias totalitarias vinculadas al Estado patriarcal y al poder único. A diferencia de las sociedades que profundizan la democracia de manera real y no retórica, asimilando esta estructura socio-política al auto-gobierno y al matriarcalismo, donde todos los hijos son amados y protegidos por la madre sin importar sus distinciones.
En el performance La Cochina Rosa, 2013, la artista se viste con un traje rosado de tela, complementado con una máscara con rasgos de cochino, y sobre el cuerpo cuelgan 12 tetillas, que poseen ambivalencia formal, pues pueden ser confundidos con falos, y transformar la indumentaria en una irónica representación de la diosa griega Artemisa, de la antigua Grecia, cubierta de nutridos senos, para destacar su rol de madre y de sustentadora de la vida. Vincula así la cochina, a la mujer, y su destino, el matadero para las cerdas, y la objetualización para la mujer en la sociedad patriarcal. Este sentido lo acentúa través de una cabeza de cochino sobre una mesa. Transforma la instalación en una representación de la mujer degradada, maltratada y asesinada una y otra vez en Venezuela, en ciudad Juárez, México, en Nigeria… El cerdo estaba consagrado a la diosa madre griega, igualmente en los celtas y otras culturas, tal como lo demuestra Robert Graves(1895-1995) en su libro la Diosa Blanca, 1948. De ahí que en la Odisea de Homero, al Ulises a llegar a Ítaca, después de un largo y obstaculizado viaje, es envejecido por Atenea para no ser reconocido por los pretendientes de Penélope, y al buscar refugio es recibido y reconocido por Eumeo, puerquero que cumplía una función sagrada en su establo. Esto hace más transparente el simbolismo de la diosa y la mujer representada en el cerdo, cuyo sacrificio podría ser metáfora del femenicidio.
Estas propuestas, no nacen con el febrero insurgente, son resultado de un proceso creativo donde la artista trata el tema de la feminidad atropellada por el patriarcalismo, sociedades que tienden a crear dictaduras y estados totalitarios como se ha demostrado a lo largo de la historia. No solo en el Caribe y Latinoamérica sino a nivel planetario. Este es un fenómenos socio-político que ha llevado a la humanidad a dos guerras mundiales y ha dado nacimiento a nefastas tendencias ideológicas: nazismo, fascismo, estalinismo, maoísmo, peronismo, castrismo, chavismo… Sentido que enfatizó en la instalación de la muestra colectiva Urdimbres e Indumentarias, 2001, Mujabo, al crear una tela rosada con nudos, que el público podía mover de un sitio a otro, para evidenciar a la feminidad como objeto.
Más allá del discurso feminista, la instalación “Punta en Blanco”, 2011, en la GAN, hace referencia a cómo la última década afecta la cotidianidad de la mujer venezolana. Al hacerse eco de la cultura del tendero, tiempo y espacio propio de la cultura femenina. En el tendero cuelga con ganchos rosados-sobredimensionados- piezas de tela blanca, tejidas y cocidas gran parte de ellas por la artista. Destacan los tapa boca y los chalecos antibalas, estos últimos que podrían convertirse en prendas cotidianas de sobrevivencia en una sociedad con el grado de violencia de la venezolana. Chalecos antibalas convertidos en piezas de la indumentaria cotidiana, son una cruel ironía de cómo el Estado no garantiza a sus ciudadanos el derecho a la vida, tal como lo testimonian los aproximadamente 25.000 muertes violentas ocurridas en el 2013. Los tapa boca recuerdan la auto-censura y la censura que ha impuesto el régimen a los medios y a la sociedad. Así cada retazo de trama y urdimbre posee su propia historia.
Recientemente en la muestra colectiva Hacia el Plano Verde, 2014, en el Centro de Artes Integradas, creó la instalación titulada Vestidos en el Armario-Árbol, integrando las significaciones y estética de sus anteriores propuestas. Al colgar entre las ramas de un árbol una pantaleta- bolsa-camisa de fuerza, chalecos antibalas junto a una camisa de fuerza a cuerpo entero elaboradas en tela blanca. Obras que atrapan entre formas la urgente necesidad de contener la locura como respuesta psíquica a la tendencia dictatorial del régimen:
“El árbol es el armario de las nuevas prendas de vestir que son corazas ante cualquiera, sin razón que apunte con el metálico plomo, que aún perdido, también nos encuentra. Son camisas que contienen y represan la cordura, impidiendo las acciones que en el desenfreno cotidiano, puedan convertirnos en el otro, en el apuntante”. (Domenica Aglioloro, testimonio 2014)
Este desequilibrio patriarcal de la sociedad venezolana, se expresa en el predominio de la violencia verbal y la truculenta política del oficialismo. La creación de los grupos de exterminio, la falta de independencia de los poderes, creando una sociedad cada más cerrada, propia de una dictadura de partido. Se afirma, a través esta propuesta, la necesidad de establecer el equilibrio entre eros y tanatos, lo femenino y lo masculino.
En la historia del arte, esta armonía en términos estéticos y simbólicos, lo representa el cuadro Venus y Marte, 1483 del pintor renacentista Sandro Botticelli, conservado en la National Gallery de Londres, óleo donde se representa a Marte, el dios de la guerra, descansando plácidamente, semidesnudo, con una trapo apenas tapando sus genitales, despojado de su armadura y casco, mientras sátiros juguetean burlonamente con su caballeresca lanza, y en el extremo opuesto Venus o Afrodita, diosa del amor y la seducción, domina visualmente el lienzo por su posee y su rostro triunfante y comprensivo, vestida con una indumentaria semitransparente que da al espectador indicios de la sensualidad y belleza de su cuerpo femenino.
La paradigmática obra representa el triunfo del amor y lo femenino sobre la guerra y la violencia masculina. Eros y tanatos en armonía. Emblema del equilibrio en la civilización Occidental, balance que debemos restituir a la civilización humana y a Venezuela en la era de la globalización.
Buscando información me encontré con este artículo tendencioso. Lamentablemente este fragmento de «opinión pública» busca acusar al gobierno chavista de machista a través de la recortada vision feministoide de una persona que le gusta el arte, cuando la realidad vivida por millones de venezolanas y veneozolanos es que miles de mujeres dirigen los destinos del país entre las diversas instancias del poder público… y no hablo por la mosca de María Machado sino por la voz de mi hija de seis años, la de mi compañera, la de mi suegra, la de mi madre… anónimas, bellas y mucho más lúcidas que el estilo palangrista de este artículo