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El Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, 40 años después

No existía ni la torre Este ni la Oeste. Era una arquitectura, un sitio desolado, donde se había impecablemente instalado una exposición colectiva inaugural integrada por un reducido conjunto de obras de arte moderno y contemporáneo que pertenecían a la naciente colección permanente del primer museo de arte contemporáneo de Venezuela, así como de otras cedidas en préstamo que llegaron del extranjero. Recuerdo también que la primera obra que compró el museo para su colección y por ende para la Nación, fue Los Mercaderes de Marisol, valioso conjunto escultórico creado entre los años 1965 y 1966 por esta gran artista Pop, que fue adquirido el año antes en la primera exposición individual en Venezuela y Latinoamérica de esta notable creadora nuestra organizada por Clara Sujo en Estudio Actual, en Caracas. Yo tenía apenas 21 años en ese entonces y en mi memoria quedó grabado para siempre el acto sencillo, pero elegante y protocolar, que dio lugar a la apertura de esa nueva y prometedora institución museística que, bajo la visionaria y eficiente conducción de Sofía Imber, se transformaría años más tarde en el museo No. 1 de su tipo en América Latina. Antes sólo teníamos en nuestra ciudad capital el pionero y excelente Museo de Bellas Artes que, bajo la acertada y precursora dirección de Miguel Arroyo, posiblemente el padre de la museología y museografía moderna no solo en nuestro país sino en todo el continente latinoamericano, desarrolló con mucho acierto y rigor la labor de un museo enciclopédico único y de primer nivel desde México hasta la Argentina.

           En los años siguientes rápidamente el MACC se fue convirtiendo en un centro cultural revelador, dinámico y promotor donde se hacía casi obligatorio ir a ver todas y cada una de las exhibiciones que allí se organizaban: individuales de artistas internacionales de importancia como Pablo Picasso, Robert Rauschenberg, Victor Vasarely, Paul Klee, Lucio Fontana, Henry Moore, George Segal, Fernand Léger, Francis Bacon, Robert Motherwell, David Smith, Larry Rivers, Fernando Botero, entre muchas otras y solo para nombrar algunas, y muestras colectivas y temáticas que venían a Caracas provenientes de prestigiosos museos europeos y norteamericanos como el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Bajo su responsable y ya histórica dirección, Sofía igualmente realizó grandes y notorias exhibiciones individuales de los artistas plásticos más significativos de Venezuela: Armando Reverón, Bárbaro Rivas, Francisco Narváez, Héctor Poleo, Manuel Cabré, Jesús Soto, Carlos Cruz-Diez, Alejandro Otero, Gego, Marisol, Jacobo Borges, Seka, Víctor Valera, Luisa Richter, Víctor Lucena, Francisco Salazar, entre otros. Además el MACC fue entusiasta y correcta sede de salones y confrontaciones de arte como la Bienal Christian Dior, cuya primera edición la ganó Meyer Vaisman, y el Salón Pirelli de Jóvenes Artistas, donde se dieron a conocer no pocos de los valores del arte actual en Venezuela, artistas emergentes en esos tiempos. De casi todos los artistas expuestos de manera individual, ingresaron obras a su valiosa colección permanente, enriqueciendo de manera notoria el patrimonio artístico y cultural de la Nación.

          Cuatro décadas después de creados, el emblema, el hermoso alfabeto (que años después obtendría un premio internacional como el más bello del mundo) y toda la imagen gráfica del MACC diseñada por Nedo M. F., y la extraordinaria labor llevada a cabo durante casi treinta años han sido pisoteadas por un gobierno (el chavismo) anacrónico, autocrático y militarista que menosprecia, subestima y detesta al hombre creador, que aborrece el arte y la cultura, desconfía del talento y de la inteligencia. Un régimen que deliberadamente o no -quizás por ignorancia o resentimiento-, acelerada y gradualmente ha venido destruyendo nuestras otrora prestigiosas y dinámicas instituciones de arte del Estado: MBA, MACC, GAN, MAO. Un museo por el cual desde aquel nefasto domingo en que el teniente coronel Chávez destituyó públicamente a Sofía Imber y a todos los directores de los museos, han pasado hasta el día de hoy diecisiete (17) directores, algunos que sólo han durado pocas semanas en el cargo. Algo inédito y sin precedentes en la historia de la museología internacional, digno de record Guinness. A 40 años de su fundación, en momentos tan difíciles, aciagos y oscuros para Venezuela, el una vez importante e influyente Museo de Arte Contemporáneo de Caracas nada tiene que celebrar. Y nuestros creadores visuales y los venezolanos demócratas que creemos en un país civilizado, libre, plural, creador, de avanzada y mejor, tampoco.

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