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El vuelo del alcatraz

Cuando Francisco Herrera Luque(1927-1991) falleció en Caracas dejó inéditos cuatro libros: Los cuatro reyes de la baraja.(Caracas: Grijalbo, 1991. 260 p.), 1998.(Caracas: Grijalbo, 1992. 181 p.), Bolívar en vivo.(Caracas: Grijalbo, 1997. 163 p.) y El vuelo del alcatraz(Caracas: Alfaguara,2001.180 p.). Ahora aparece por tercera vez El vuelo del alcatraz(Caracas: Alfaguara,2010.147 p.) y por ello debemos iniciarlo llamando la atención sobre las características de su original y situándolo en el lugar que le corresponde dentro de la obra de ficción histórica de su autor.

LA OCTAVA NOVELA

El vuelo del alcatraz, como se lee en la portada del original, mecanografiado y corregido por su autor, fue terminado en Caracas el 15 de octubre de 1986. En este sentido fue redactado después de La luna de Fausto.(Caracas: Pomaire, 1983. 343 p.). Terminado este se entregó su autor a la creación de su novela Manuel Piar, caudillo de dos colores(Caracas: Pomaire, 1987. 268 p.).

La edición que el lector tiene en sus manos, que nos tocó transcribir, editar y prologar, es una transcripción directa de las hojas del original dejado por Herrera Luque. Esta era una obra en plena gestación, sobre la cual pensaba volver su autor, cosa que no pudo hacer. Por ello encontramos en sus manuscritos dos posibles inicios: ambos se han conservado en esta edición, debidamente anotados por nosotros ya que, además de corregir sus pruebas, ante esta obra hemos hecho también lo que los anglosajones denominan “editing”: preparar el original para su publicación, poniendo las notas históricas del autor, que son dos, en sus lugares correspondientes, llamando la atención a los lectores sobre aquellos lugares del original que son ilegibles en los borradores.

El original de El vuelo del alcatraz fue escrito en una máquina de escribir mecánica y luego fue cuidadosamente corregido por su autor. Prácticamente no hay página donde no haya una, o varias, correcciones, la mayor parte de ellas de estilo, las cuales mejoran la escritura. Esto es evidente para el lector de la obra cada vez que es posible leer también lo testado primero y lo añadido, o cambiado, al hacer la corrección. No hay que olvidar que Herrera Luque tenía por costumbre escribir sus libros siete veces.

 

BOLÍVAR EN HERRERA LUQUE 

En El vuelo del alcatraz nos encontraremos otra vez, en la obra de Herrera Luque, con la figura de Simón Bolívar(1783-1830). Su presencia tutelar siempre está presente en sus obras. Si leemos con atención a Herrera Luque nos daremos cuenta que el Libertador aparece desde en su primera novela Boves, el Urogallo.(Caracas: Editorial Fuentes, 1972. 330 p.); conque con su bautizo se cierran Los amos del valle.(Barcelona: Pomaire, 1979. 2 vols.), que muchos episodios de su vida le dan pie a diversas de las crónicas de La historia fabulada.(Barcelona: Pomaire, 1981-83. 3 vols), que su libro Bolívar de carne y hueso y otros ensayos.(Caracas: Editorial Ateneo de Caracas, 1983. 141 p.) contiene una meditación ensayística sobre la personalidad del Caraqueño; que en su Manuel Piar, caudillo de dos colores presenta su enfrentamiento con este militar, uno de los episodios más difíciles de la biografía de Bolívar; que en Los cuatro reyes de la baraja se le menciona diversas veces al trazar los avatares del poder en Venezuela; además, en esta novela el personaje bautizado como El Viejito es el Libertador; que su Bolívar en vivo es otra forma de entrar en sus grandes encrucijadas, utilizando en esta obra la técnica de la entrevista imaginaria.

Así El vuelo del alcatraz, podemos certificarlo ahora, no sólo formó parte del proceso de su acercamiento al Libertador sino que fue como un eslabón más hacia la escritura de un libro que la vida no le permitió escribir entero: una novela sobre Simón Bolívar, que todos sus escritos bolivarianos proponían. De hecho en la serie de trece capítulos titulados “El Bolívar inédito” de la Historia fabulada(t.III,,p.9-80) está el esquema que pensaba seguir al escribir aquella novela que tan acarició.

 

LOS TESOROS DEL ESPÍRITU

El vuelo del alcatraz es también el último original inédito que quedaba hasta ahora entre sus papeles inéditos. Así prácticamente toda la obra de Herrera Luque está ahora impresa. Para que su órbita sea íntegra sólo nos falta publicar, ya los hemos compilado la suma de sus ensayos, lo titularemos Los tesoros del espíritu, volumen en el cual se reunirían sus páginas científicas y humanísticas, sus clases de psiquiatría, sus discursos, sus polémicas, algunas de sus cartas. todo aquello que redondearía, desde la prosa, la figura pública de este escritor siempre controvertido, quien vivió entre polémicas, pero a quien la gente siguió, agotando una y otra vez las ediciones de sus libros. Fue por ello el escritor más leído de nuestra historia literaria después del maestro Rómulo Gallegos(1884-1969). Sólo uno de sus libros, Boves el Urogallo, en castellano y en sus traducciones, pasó del millón de ejemplares impresos. El título Los tesoros del espíritu quiere decir que en esta obra hallaran sus lectores todos los asuntos que fueron entrañables y suscitaron angustia en el escritor Herrera Luque.

 

LOS MOMENTOS MÁS ARDUOS

Gustó a Herrera Luque plantear los momentos más arduos de la vida de Simón Bolívar, como sus pasos por Puerto Cabello, sitio de desdichas sin par, sus relaciones con las figuras claves de entorno como José Antonio Páez(1790-1873) o Francisco de Paula Santander(1792-1840), como José de San Martín(1778-1850) o Manuel Piar(1774-1817) y lo hizo siempre para volver a contar la historia, para no mentir a través de ella sino para humanizar a sus protagonistas, para hacer comprensible nuestro pasado a los venezolanos de hoy.

Y es eso mismo lo que ahora hallamos al leer El vuelo del alcatraz. No sólo los grandes “nudos” de su vida, sus rudas relaciones, sino sus propias crisis personales. De allí que Herrera Luque, a través de su buen mayordomo José Palacios, lo compare con el alcatraz. Tal los delicados momentos que vivió el héroe desde que volvió del Perú a Bogotá en 1826, cuando estuvo en Venezuela en 1827, cuando por poco lo asesinan a Bogotá en 1828, instante en que lo salvó Manuelita Sáenz(1797-1856). Por ello no es casual que en esta novela encontremos a Bolívar meditando frente a la rada de Puerto Cabello, que más tarde subiendo los Andes, en 1819, en el medio de esta novela, recuerde otra vez, todo lo acaecido en su vida desde el año doce, Caída de Puerto Cabello, hasta aquel día en el cual meditaba, andando por los ventisqueros del páramo de Pisba, vísperas de su más rotunda victoria: Boyacá(Agosto 7,1819).

Por ello en El vuelo del alcatraz Puerto Cabello es lugar de ida y vuelta en sus pensamientos, su arranque y retorno, como lo observamos al leer el capítulo X de la segunda parte. Por ello ante Puerto Cabello encontramos a Bolívar al inicio de esta ficción. Y frente a Puerto Cabello al final de esta recreación. Siempre pensó Herrera Luque en este comienzo y en esta conclusión. Pero preparándose para escribir este libro también redactó un esbozo en Caracas, en la Quinta Anauco, días después del último paso de Bolívar por Puerto Cabello. Este segundo germen es una de las más bellas páginas inspiradas por el espíritu caraqueño que Herrera Luque siempre cultivó. Otros rotundos renglones los encontramos en 1821 cuando el Libertador se dirige de Carabobo a Caracas y se detiene en su hacienda de San Mateo. Allí una noche, sentado en las escaleras de la mansión de sus mayores, viendo sus floridos campos, rememora días de triunfo y de dolor, lo que es y lo que puede ser. Su hazaña sureña, su paso del Caribe al Pacífico, apenas comenzaba en aquellos días. Será verdad un año después.

Y puestos a señalar los más bellos pasajes de El vuelo del alcatraz no podemos omitir el viaje que hacen Bolívar y Pepita Machado, su querida novia caraqueña, hacia Bogotá. Aquella bella morena fue su compañera desde 1813. Y fue la mujer que mayor posibilidad tuvo, como escribió Augusto Mijares(1897-1979), de ser la segunda esposa del Libertador(El Libertador. Caracas: Monte Ávila Editores, 1998, p.519) pues entre los cuatro amores fundamentales de su vida, excepción de su esposa María Teresa Toro y Alaiza(1781-1803) muerta muy temprano, tantota parisina Fanny du Villars y la quiteña Manuelita Saenz eran mujeres casadas. Pepita era soltera. Pero Pepita enfermó. Y siguiendo a Bolívar hacia Bogotá murió en Achaguas en 1820. Allá está enterrada. Pero en El vuelo del alcatraz viaja con el Libertador. Este pasaje, pura y bella fabulación literaria de Herrera Luque, concluye en el lugar, tierras de Apure, en donde se le acabó la salud a Pepita.¿Le contagió ella la tuberculosis a su amante?. Esta es pregunta que el lector no puede dejar de hacerse. Siempre se cita en las biografías a las mujeres contagiadas por los hombres, Katherine Mansfield(1888-1913) o Isak Dinesen(1885-1962), y no lo contrario.

En Puerto Cabello, y también en Caracas, recordemos el segundo posible inicio de El vuelo del alcatraz, hallamos al Libertador sumido en la “gran crisis” que se produjo el año veinte y seis. Su alejamiento primero y más tarde, al año siguiente, su ruptura con Santander. Y en Venezuela el significado de “La Cosiata”(1826) y de su jefe: José Antonio Páez. Es en esos días, para Herrera Luque, que Bolívar se convierte en alcatraz, se queda ciego, pierde la mirada del gavilán de sus grandes años. Estos son días de hondas controversias. Herrera Luque a través de la novela histórica las ilumina, las trata de ver con debieron haber sucedido, su escritura heterodoxa, irreverente, buscadora de la verdad, se hace presente otra vez al imaginar con los instrumentos de la ficción una de las horas más graves y oscuras en los días del Libertador.

Lo que está en juego aquel año veinte y seis es la unión. Bogotanos y Caraqueños quieren andar por sí mismos. El Libertador quiere la integración que nos haría más fuertes. Aunque tenía razón plena fracasó, a la América Latina “equilibrio del universo”, como él lo había dicho en su oración de Angostura(Febrero 15,1819) se impuso la patriecita de los caudillos, como también él lo había pronosticado al escribir que tras la guerra vendrían a “cobrar el precio de sus lanzas”. Por ello también, en aquella lúcida misiva a don Pedro Gual(1783-1862), dictada(Mayo 24,1821) a un mes exacto de Carabobo había señalado “temo más a la paz que a la guerra”, tuvo razón, como siempre aquel político avizor, el gran intuitivo de Venezuela, comprendió el porvenir. Y lo hizo no por qué fuera un profeta sino un culto político que analizaba cada día el suceder.

Y es esto a lo que mira Herrera Luque a través de los personajes de su novela. Observa los cambios, las marchas y contramarchas, de Bolívar desde 1817, fusilamiento de Piar, hasta su victoria en Carabobo, cuatro años mas tarde(Junio 24,1821).

1817, en verdad desde el último día de 1816, cuando llegó a Barcelona, le dio al Libertador la plenitud del mando político de la revolución. Tenía las armas y la dirección de todo: reinosos, llaneros y orientales tendrían que dejar de lado sus querencias regionales para dar la independencia a la amplia nación en la cual pensaba el Libertador. Por ello en El vuelo del alcatraz lo encontramos, en el año nuevo de 1818, preparando la guerra. A poco se encontró con Páez. Y días después inició la fatídica campaña del centro. No tuvo suerte aquel año. Hasta sufrió un atentado contra su vida en “El rincón de los toros”(Abril 17,1818). Por ello planteó la necesidad de poner la bases para un Estado que aun era una utopía, porque aun en aquellos días era sólo el jefe de la “hermosa y desesperada causa” que dijo Arturo Uslar Pietri(La otra América. Madrid: Alianza Editorial, 1974,p.71). Tal la instalación del Congreso de Angostura(febrero 15, 1819). Y después puso en práctica la quimera: el “paso de los Andes”(mayo 27-julio 5,1819). Y este lo llevó al triunfo. Y gracias a una serie de batallas de aquel año, “Gámeza”(Julio 11), “El pantano de Vargas”(Julio 25) y “Boyacá”(Agosto 7), se hizo posible la estrategia que culminó en Carabobo(Junio 24, 1821) dos años mas tarde. Apenas llegado a Caracas(Junio 29,1821|), al fin su ciudad conquistada por los suyos, pudo pensar en la estrategia tantos años acariciada: darle la libertad a los países del sur: Ecuador y Perú, desde donde se desgajará otro: Bolivia. Panamá, aunque así lo crean muchos, no fue liberada por él: en 1821 se unión a la Gran Colombia, esto lo quiso hacer también Santo Domingo sin suerte. Y el Libertador tampoco logró, tras los triunfos de Ayacucho(Diciembre 9,1824) y El Callao(Enero 22,1826), momentos del fin de completo de la guerra, la independencia plena del continente había sido lograda por la espada de dos venezolanos: en la primera por el cumanés Antonio José de Sucre(1795-1830), en la segunda por un nacido de Puerto Cabello, Bartolomé Salom(1780-1863). Ya para ese momento también Páez había culminado el sucederse bélico en Venezuela con la toma de Puerto Cabello(Noviembre 8,1823).

El logro de esta victoria en su vivir y las dificultades que siempre tuvieron Santander y Páez para entenderse, la crisis de 1826 y sus meditaciones en Puerto Cabello al año siguiente, forman el núcleo de esta novela que los lectores de Herrera Luque, y los nuevos que ahora surjan, leerán con encanto, encontrando como nuestra historia puede ser materia hondas revelaciones para el novelista que quiere verla otra vez a través de sus ojos fabuladores.

 

Noviembre 11,2000

Mayo 1,2011.

 

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