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Unas anotaciones sobre Vargas Llosa

En verdad, si Vargas Llosa se inició escribiendo un libro de cuentos, Los Jefes, siempre he creído que no volvió a cultivar el género por necesitar la amplitud de la novela, para poder desarrolar tanto su visión de la realidad como los senderos del lenguaje, que son lo que hacen a todo creador literario.

Pero como he leído toda su obra, tengo en mis estanterías, 48 libros suyos, siendo el único que no he podido leer, por no haberlo encontrado, su estudio sobre José María Arguedas(1911-1969), el gran escritor peruano, quien por sus obras, especialmente para mi, por Los ríos profundos, fue uno de los que le antecedieron en las letras peruanas. No creo que tenga nada que ver, por ejemplo, con Ciro Alegría(1909-1967), aunque el mundo latinoamericano de Vargas Llosa sigue siendo ancho y ajeno.

Hay en su obra dos espléndidas nouvelles, Los Cachorros y Elogio de la madrasta, hondamente sexual.

Pero, creo, que lo esencial en él son las novelas. Todas tienen caracterres particulares. Si La ciudad de los perros, es una novela de formación, de hecho allí aparece también por vez primera lo que será, además, de mucho interés para él, los hechos militares y del ejército, los veremos aparecer en Pantaleón y los visitadoras, en ¿Quién mato a Palomino Molero?. Y, desde luego, en La guerra del fin del mundo, en donde hay inlcuso batallas.

El tema del dictador aparece en su memoria tanto en Conversación en La Catedral como en La fiesta del chivo, aunque Conversación en La Catedral, apareció ya el gran novelador, la máquina de inventar, que dijo Rodríguez Monegal, con todo su saber. Y, desde luego, allí está su gran pregunta, ¿”Cuando se jodió Perú?” lo que ha dado lugar a varios libros con ese título en donde solo se ha cambiado el nombre del país. Nosotros tenemos, de 1992, ¿Cuándo se jodió Venezuela?, interrogante formulada por una serie de autores, entre los que nos encintramos, tras el golpe de aquel año, que tanto daño nos ha traído.

Lo personal de Conversación en La Catedral reapareció en su deliciosa La tía Julia y el escribidor. Julia Urquidi, la tía Julia,  su primera esposa, escribió un libro refutándolo, Lo que Varguitas no dijo(1983), quedó muy mal parada porque Vargas Llosa nunca la ofendió en su ficción. Hechos íntimos, novela erótica, es Los cuadernos de don Rigoberto, amplio desarrollo de su novelín, maestro por cierto, Elogio de Madrasta. Don Rigoberto aparece otra vez en El héroe discreto.

El hablador, es la historia de un cuentacuentos indígena y el viaje al interior de los qués de escribir y narrar ficciones, lo que terminó apareciendo, bellamente, en el espectáculo teatral, con Aitana Sánchez Gijón, La verdad de las mentiras(distinto a su libro de ensayos así titulado también).

Las guerrillas de los sesenta, esa gran tragedia, apoyada desde Cuba, que tanto mal hizo a nuestras sociedades, aparece tanto en la Historia de Mayta como en las Travesuras de la niña mala.

Muy cercanos a la vida peruana son La casa verde, Lituma en los Andes y El héroe discreto, donde Lituma vuelve aparecer, nació en los borradores de La Casa verde, de hecho aparece en la primera línea de este libro. Lituma en los Andes, es la muestra más acabada de cómo una novela renovada, en lo que ha trabajado Vargas Llosa desde La ciudad y los perros, puede comenzar pareciendo una ficción tradicional y luego transformarse en una novela renovada. Estuve junto a Vargas Llosa el día que esa novela se presentó en Caracas, a través de las palabras de don Pedro Berroeta, de feliz memoria para quienes fuimos sus amigos y recibimos siempre estímulo intelectual de él.

La fiesta del chivo, entre sus mil gracias, dejé de hacerlo todo, durante los dos días en que la leí, iba a mi oficina, cerraba la puerta y solo me dedicaba a leer, volvía a mi casa, descolgabael teléfono, ponía música clásica, y seguía leyendo. Y tiene esta espléndida novela algo que debe señalarse, señaló una de las maneras de tratar a nuestros dictadores de aquel tiempo: en el caso de Vargas Llosa fue la recreación de la historia como fue. En el caso de García Márquez, en El otoño del Patriarca, novela espléndida, es el uso de la fantasía para mirar los delirios de la ancinidad de dictador. Nunca creí lo que dijeron aquí los chavistas: que Hugio Rafael gobernaba siguiendo las normas del Patriarca de García Márquez, imposible, no tenía sentido. Ni creo que una novela tan densa pudo haber sido ni siquiera leída por aquel, tan inculto como era. En la red hay un comentario nuestro sobre el punto.

Inmensamente universal, es El sueño del Celta, ¡qué personaje!, un héroe, que toca, en sus aventuras, otra vez la selva amanzónica peruana, la de La Casa verde. Es novela impar. De hecho recrea y reescribe, en su momento africano, el más grande libro del siglo XX, donde vemos la gran tragedia de nuestro tiempo, El corazón de las tinieblas(1902), de Joseph Conrad(1857-1924). Es demasiado lo que podría decirse de esta gran novela.

Y termino,  hemos  leído siempre a Vargas Llosa, como narrador, como dramaturgo, como crítico literario, como ensayista, como memoralista. Como crítico lterario su libro sobre Cien años de soledad(Historia de un deicidio,1971) y sobre Madame Bovary(La orgía perpetua,1982) son estimulantes para cualuquier lector como lo han sido en las últimas décadas sus análsis de las grandes novelas del siglo XX en La verdad de las mentiras, su incursión en Los Misarables de Victor Hugo, en La tentación de lo imposible, o los universos de Juan Carlos Onetti en su Viaje a la ficción.

Y como ensayista, aquellos volúmenes que recogen sus columnas de El País de Madrid, tal Desafíos a la libertad o El lenguaje de la pasión, o su visión de estos días en La civilización del espectáculo, su primer libro publicado después de recibir el Premio Nóbel(2010).

Y, como todo lo que toca lo convierte en oro, es un magnífico dramaturgo, entre las últimas Al pie del Támesis, montada en Caracas, el la que recrea la historia de un venezolano que cambió de sexo: o la forma como revivió la Odisea de Homero, en Odiseo y Penelope o su fabulación de narraciones de Las mil y una noches, en Las mil noches y una, en donde subrayamos su introducción, es uno de los ultimos estudios dedicados por un latinoamericano a examinar la esencia del cuento como género. En las dos últimas obras citadas el propio Vargas Llosa, con Aitana Sánchez Gijón, actuó en sus montajes.

Tambien nos dio Vargas Llosa un delitoso libro de memorias El pez en el agua, sobre su vida en el Perú y campaña presidencial que protagonizó. El día antes de esas elecciones un grupó de escritores venezolanos que tertuliabamos brindamos porque perdiera las elecciones pues sino íbamos a perder un escritor. Tuvimos razón, aunque parecieramos de lo peor con aquel deseo, hay que ver lo que nos ha regalado Vargas Llosa desde entonces. Y por cierto, nos debe Vargas Llosa una segunda parte de sus memorias: el recuento de sus días europeos. Y que lo haga, y que no nos dé, como lo prometió en estos días en Bogotá, solo la memoria de su época parisiense.

Cerramos: siempre hemos considerado que La guerra del fin del mundo es para mi su mejor novela, es por el inmenso drama latinoamericano que sucede en su novela en el Serton brasileño(el mismo espacio de Guimaraes Rosa en el Grande Sertao: veredas), en medio de aquella insurección inexplicable, en la cual ningún de los ejércitos enfrentados, sabían porque peleaban, como sucedió en nuestra América Latina entre liberales y conservadores en el siglo XIX, entre marxistas y democratas en el siglo XX y ahora, en medio de la crisis de la democracia latinoamericana, en el siglo XXI. Por cierto, el libro de Euclides Da Cunha, que es su guía, le fue enviado desde Caracas, cuando trabajaba en su libro, por nuestro querido amigo el librero Walter Rodríguez, admirador de las obra de Vargas Llosa..

 

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