1.000.000%
Carlos Canache Mata
Sin hipérbole, el país se despeña aceleradamente hacia la ruina y el abismo económico. La afirmación se fundamenta en cifras y datos irrebatibles. Si no hay un cambio, nos espera una tragedia peor de la que ahora vivimos. No lo dice la oposición que enfrenta al gobierno, es la opinión de organismos y economistas de reconocida autoridad.
Meses atrás, el Fondo Monetario Internacional (FMI) había proyectado para el cierre de este año 2018 una ya alarmante inflación del 13.500% en nuestro país, pero el lunes de esta semana nos informa que modifica su estimación y la catapulta a 1.000.000% (un millón por ciento), indicando que la situación es similar a la que la Alemania de la post-guerra vivió en 1923 y a la de Zimbabue a fines de la década de 2000. Dos destacados economistas venezolanos, Pedro Palma y José Toro Hardy, señalan, el primero, que la proyección del FMI (equivalente a una inflación intermensual promedio de 115,4%) “pudiera quedar corta, porque ya sufrimos una inflación intermensual superior al 120%, y creciente”; y el segundo comenta que “según la encuesta Encovi de la Universidad Católica Andrés Bello, la Simón Bolívar y Central de Venezuela, en el 2017, 91% de las familias vivían en pobreza, ¿cómo será en el 2018 después de una inflación de 1.000.000%?”. Esa cifra, que asusta, sirve de título de este artículo.
La diabólica escalada inflacionaria se retroalimenta con la existencia de un pronunciado déficit fiscal que se financia con la emisión de dinero sin respaldo, y con una contracción de la economía nacional que se pronostica será alrededor del 18%, la cual profundizará la escasez de bienes y productos, sin que haya divisas suficientes para importarlos. Si ahora, de acuerdo con la información del Cendas-FVM, el costo de la canasta alimentaria en el mes de junio fue de más de 378 millones de bolívares, ¿a cuánto llegará con la inflación del millón por ciento de fin de año y quiénes podrán comprarla? Entretanto, el gobierno se empecina en no atacar las causas de la hiperinflación que, como lacerante cruz, pesa sobre los hombros de los venezolanos, sino que se empeña en el reparto de unas bolsas de comida que solo beneficia a los portadores del carnet de la patria.
Sobre la monstruosa cifra inflacionaria del millón por ciento, cabalga el drama de los servicios públicos, entre ellos, el del agua, el de la electricidad y el del transporte.
¿Qué hacer?