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Ai Wei Wei: “Semillas de Girasol”, Símbolo de la Distopía Comunista

Eduardo Planchart Licea

“…, como un girasol a través de los huecos de la plantación, pueden ver el brillo resplandeciente del sol, suspendido en el Reino de los cielos” (Mo Yan, Sorgo Rojo, 1992). Las semillas de girasol, heliotropo, o mirasol   al brotar de la flor lo hacen  como   semilla fruto, tras su diaria  peregrinar hacia el  sol, esto la  relaciona  con la búsqueda de la  divinidad, y a la necesidad que se tiene de ella; a  la vida como madurez, y plenitud  lo que le transmite  una  simbología existencial,   que establece   una analogía entre el individuo y el  ser colectivo  que    logra  la plenitud al ser iluminada por la luz solar.

Estas  significaciones  de la flor que  gira al sol, y  tiene  su forma y color, adquiere connotaciones políticas, al haber sido usada por la maquinaría ideológica y propagandística del  totalitarismo oriental, produjo una iconografía que reafirma el nuevo sol de la revolución China: Mao Zedon (1893-1976), dándole un rango similar al que tenían los emperadores de dios viviente. Millones de afiches fueron impresos  en  donde  los girasoles, asociados al pueblo lo  rodean y  lo acompaña, pues  existe gracias  a la nueva deidad.

Haciéndose eco de este simbolismo el artista contemporáneo chino, Ai Wei Wei (1957)  crea   el proyecto “Semillas de Girasol”(Sunflower ),  para  la sala de turbinas del Museo Nacional de Arte Británico (Tate Modern), Londres, 2011, potencia  su simbolismo     político  que recuerda  como la  revolución China,  tras haber pasado más de medio siglo transformó la utopía comunista   en  distopía totalitaria. No  por azar   se convierte en un Leviatán   voraz. Paradójicamente la magnitud de sus crímenes han sido  ignorada por la izquierda,  desde que este régimen  fue  impuesto en un golpe de Estado  -al gobierno  de A. Kérenski    por V.I. Lenin y sus bolcheviques en 1917-,  hasta    la caída del muro de Berlín,  1989.  Las investigaciones realizadas han dado la cifrada aproximada de  120  millones de muertos en prisiones, torturas, trabajos forzados, campos de readaptación, y  más del 50 %  fueron devorados por las fauces del Leviatán   oriental. (1)

Al volver su atención  Ai a Jingdezhen[ep1] , uno de los lugares donde  se hacían las vasijas, vasos, urnas  de  porcelana de la China  imperial, crea una propuesta  de arte total. En  este poblado a  200 Km de Beijín o Pekin, se continúa este hacer tradicional  con sus treinta etapas, gracias a una visión del arte apegada al pasado y a la continuidad de los saberes ancestrales.

El artista chino crea  un proyecto que fusiona lo tradicional y  lo contemporáneo, uno de los fundamentos de su  filosofía estética, que broto[ep2]  en su etapa neoyorquina. El sentido que  inspira “Semillas de Girasol”   se materializa en  la serie de fotografías conceptuales “Dejando caer una urna de la dinastía Han”, 1995 que lo muestran  vestido con una indumentaria  asociada a la cultura  tradicional,  cuando  lanza una  vasija de porcelana    al  suelo, que al  caer se  rompe. El concepto es claro: para crear algo nuevo hay que olvidar el pasado.  Pero esa negación debe  afirmarlo dialécticamente,   y   trascenderlo.  Se establece así una crítica a la persecución de la revolución a  la tradición y a la  China milenaria, conflicto que ha  sido el eje de   excelentes escritores chinos, distinguidos con el Premio Nobel de Literatura como Mo Yan (1955), y Gao Xingjian (1940); y   cineastas  del nivel Zhang Yimou (1951) en películas como Sorgo Rojo, ¡Vivir!, Regreso a Casa, etc. Ai  transforma en arte  su visión crítica,   integrando      lo conceptual, lo tradicional, lo simbólico, lo religioso, lo social y lo económico.

Toca lo social y lo tradicional al convertir  el proyecto  en un factor de reafirmación de habilidades y saberes transmitidos por generaciones.  Incluyendo la fabricación del material de  la porcelana con sus   treinta etapas,  íntegro a la obra más de  1600 artesanos desde que se inicia la extracción de las rocas en las minas. Impacta en lo económico al reactivar la economía local, y en   la sociedad al  retornar para la elaboración de las  semillas de porcelana a la organización del trabajo gremial, en  los diversos procesos como serían:    clasificar las matrices de las semillas  salidas de los hornos,   pintarlas tal cual lo hacían con la porcelana  clásica,  pautando incluso el número  de pinceladas sobre cada una de los millones de piezas,  el secado, y el  horneado final hasta su limpieza, y el empaque en gigantesca bolsas de las 15 toneladas de semillas.

El proyecto  impacta  la estructura familiar, cuando las artesanas retornan al trabajo en  sus casas, e integrar su hacer al ritmo hogareño. Oponiendo la dimensión humanizante de  lo artesanal a las relaciones sociales  de la industria. Wei Wei hizo el papel de maestro de  taller, al supervisar cada una de esta etapas, que al integrarse crearían una instalación con diversos niveles de  impacto. Los niveles de participación al cual hemos hecho referencia, forman parte del proceso de creación. Al ser instalada  en la sala de turbinas del museo  el público empieza a  ser parte de  ella. Para lograrlo  el artista   uso  un amplio espacio, similar a la grama de los parques, y el   grosor    de las semillas era de varios centímetros. Ante el cual   el público   quedó   sorprendido  en la trampa visual, al  creer que  estaba ante semillas reales; otros se   sentaron  como en un parque, en un reconfortante relax recreativo. Al veranear y descansar el público sobre las semillas que simbolizarían   al  pueblo, crea una afirmación lúdica al  convertirlo en metáfora de su opuesto: la humanidad liberada.  Irreverencia provocada, como es propio de la estética de Ai por la negación dialéctica, tal como se evidencia en las fotografías de la plaza de Tiananmen, 1995 donde  hace un gesto anular con el fondo de la plaza, o el gesto erótico de una joven que se levanta la falda con la plaza y un afiche de Mao Zedon de segundo plano.

La acción de caminar sobre la instalación  genera   un ruido rechinante e intimidatorio   que tiene  una dimensión  existencial, como  es  la infelicidad y el dolor colectivo que  provocan las sociedades totalitarias. Se establecen  diversas interpretaciones    de la participación del público que provocan  en  el otro  reflexiones, y  preguntas que continúan la instalación en la imaginación…

Biografía:

(1)   Memorias del Comunismo, de Lenin a Podemos, edit. La esfera del libro, España, 2017.

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