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Cambio y Fuera

La sorpresa ha sido total. Lo que muy poca gente esperaba, ocurrió. El país se pronunció claramente. Parece un milagro. No por el descontento, que era inmenso y sigue siéndolo. Así lo comprobé en los últimos dos meses durante los cuales recorrí por aire y, en especial, por tierra, más de tres cuartas partes del país.

El milagro es que en estas elecciones parlamentarias, la delincuente dirigencia chavista no haya podido rebanar eficientemente la votación como otras veces, e impedir que ese descontento masivo se tradujera en votos contantes y sonantes. Ya eso habla de una caída importante en la capacidad operativa y de convocatoria del oficialismo.

Los venezolanos queremos un cambio. Lo que hay no se soporta más. Para eso nos manifestamos dándole a una opción los 2/3 de la Asamblea Nacional.

La nueva y aplastante mayoría electa en la Asamblea Nacional debe ahora actuar con tino, con mesura, sin copiar el estilo de eso que queremos cambiar para siempre. Pero también debe actuar con firmeza, con unidad, con coherencia, con respeto institucional, con claridad de objetivos, y con sentido de urgencia.

En mi artículo de la semana pasada, señalaba un escenario que denominé “El Tsunami”. Fue el que ocurrió. Le di entonces solamente 5% de probabilidades. Me alegro de no haber acertado, al igual que la mayoría. Afirmaba que de ocurrir este escenario, “la muerte de Chávez y estas elecciones serían los dos acontecimientos que definirían el fin de la era hegemónica chavista”.

La revolución chavista, o “eso” que se ha entendido con ese término, llegó a su fin. Lo que queda es simple inercia.

Por ahora, la reacción del oficialismo, por boca de sus dos mayores exponentes, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, refleja tanto las patadas de ahogado – a veces hasta infantiles – de cualquier perdedor, como la necesidad de aglutinar sus huestes antes que entren en desbandada total. Adicionalmente, lanzan provocaciones para que el adversario pise peines. No perdamos el tiempo en molestarnos.

Un punto importante: no hay que malinterpretar lo ocurrido, El chavismo no se ha acabado. Su dirigencia ha sido la autora intelectual y material de la destrucción política, económica, social y moral de Venezuela. A pesar de ello, los oficialistas han logrado obtener más de 5 millones y medio de votos, con un 41% de la votación, logrando mayoría en varios estados del país. Nada despreciable.

Nuestra dirigencia opositora, a la hay que reconocerle haber acertado en las estrategias para llegar a esta victoria así como haber logrado captar el “voto castigo”, debe estar muy consciente de estas realidades y actuar en consecuencia.

No hay espacio para errores.

Sólo hay espacio para un acertado, pausado y meditado “cambio y fuera”.

Primero el “cambio” y después el “fuera”.

Bernard Horande
@bhorande

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